He tenido que de leer varias veces el texto de Alejandro Llano que Tartarín transcribe de un blog encontrado en alguna parte de la intelnés, blog que es iniciativa de otro numerario….¡Qué manera más complicada de explicarse! Reconozco que no soy un tipo inteligente y que acostumbro a hacerme preguntas vitales más bien sencillas tipo “¿por qué si como muchos huevos se me revienta el hígado y si como mucho hígado no se me revientan los huevos?”. No sé, son cosas que me preocupan, y que me rondan allá dentro, en la cogitatio...

Pero eso de “La expresión "conspiración leal" se sitúa en el contexto teórico de lo que podríamos llamar "republicanismo" o "humanismo cívico", eso es para nota. Y no contento con el “republicanismo” Llano, en un lenguaje poco llano, continúa “Se trata de que los ciudadanos asuman la responsabilidad que les compete en la promoción del bien común, frente al estatismo y al mercantilismo, es decir, frente al monopolio del Estado y del mercado, que manejan los dos medios de intercambio simbólico circulante aparentemente más poderosos en la actualidad: el poder y el dinero “.

Buenoooo, jolines con “los dos medios de intercambio simbólico circundante”. Tó está mú claro, sí señor.

Con cualquiera de estas frases el lector jarulo ya tiene para años de  rascarse la cabeza con el dedo índice. Pero, no, hay más… ”Como lo que se busca es el bien de la república y no el propio interés -lo cual resulta increíble para las fuertes dominantes, y muy sospechoso- la conspiración es leal y no perversa. Pero precisamente por ello resulta incluso más arriesgada, porque desconcierta y provoca una especie de metasuspicacias.”

A ver. Lo de las metasuspicacias es para premio: un metaciruelo para el campeón.

Desde luego si con el blog lo que se pretende es llegar a la gente de la calle y dar argumentos, en éste alcanzarán a la metamente, al megamelón, al pancerebro

Y mira que cuando escribe “De ahí que hayan de actuar pequeños grupos sin que su vinculación sea necesariamente conocida, aunque tampoco se pueda calificar de secreta: todo lo contrario, los únicos auténticos secretos son los de los poderosos/ricos. Todo esto puede parecer una ingenuidad y, sin embargo, la historia está llena de ejemplos importantísimos, en los que grandes cambios se han producido por la intervención de muy pocas personas. El caso más claro es el de la Revolución Francesa, obra de clubs a cuyos miembros se le conocía como "les philosophes", es decir, que no eran ni políticos, ni aristócratas, ni personas adineradas. Y cambiaron un país y un continente”…se puede predicar de Orejas.

Y lo mismo de la sentencia final “hacer este tipo de afirmaciones es como predicar en el desierto, porque no a nadie parece agradarle la verdad amarga. No es políticamente correcto decir tales cosas. Las consecuencias de hacerlo son bastante desagradables, como he podido comprobar repetidas veces, algunas de ellas muy recientes. Pero considero que se trata de una responsabilidad moral de primer orden, en cuyo ejercicio que hay que partir de que uno puede estar equivocado, y admitir las rectificaciones sensatas, pero no la imposición de silencio”

Con ligeros cambios, se podría poner este texto en la portada de Orejas, Porque es verdad. Y sí, ahora que lo pienso, a lo mejor a “las fuerzas dominantes” estas actuaciones les “desconcierta y provoca una especie de metasuspicacias”.

Respecto a la respuesta de Marlies Kücking a la entrevista que le realizó la periodista Miriam Diez y Bosch -¡un día tengo que de conseguir una “y”, o una “de” entre el primer y el segundo apellido, como sea!-, recuerda el chiste que Escrivá contaba del médico aquél que sacaba de la bata la misma receta y añadía al paciente “¡que Dios se la repare buena!.

La “Quiuquin “no se sale un pelo del guión. Si Miriam Diez Y Bosch pudiera hablar nos diría que la entrevista no es tal entrevista. Es un cuestionario. Y la Quiuquin tira de receta prefabricada, mil veces repetida, por escrito y en tradición oral, y no hace más que repetir algo que todos saben en la opus que es lo que hay que decir.

La contestación “Como ha sucedido en todos los tiempos y en cualquier institución, también en el Opus Dei se da el caso de personas –en realidad muy pocas- que no perseveran: unas porque ven que no es su camino; otras, porque no decirlo, porque no están dispuestas a luchar por vivir la entrega a Dios en su totalidad. Sin embargo, en su gran mayoría, conservan cariño y agradecimiento: puedo asegurar que muchas continúan  apoyando las labores apostólicas como cooperadoras. Personalmente, mantengo un contacto cordial con personas que han sido del Opus Dei. Hay personas que solicitan reintegrarse después de haber abandonado el Opus Dei. Esta petición se da con bastante frecuencia. En cada caso se valoran las circunstancias de cada persona”, la hemos leído de otros, en otros escritos, en otras circunstancias y por la misma pregunta, miles de veces. En el bolsillo de la bata de la opus, que cambia de persona, pero la prenda es la misma, hay miles de recetas con el mismo texto para todo tipo de situaciones.

Yo mismo he contestado así a quien me preguntaba sobre el mismo asunto.

La realidad le importa muy poco. No sabe, ni quiere saber, si hay gente muy herida por errores de la propia institución, si hay cosas que hay que mejorar, incluso cambiar. “Son muy pocos los que no perseveran”…¡¡¡hay que tener cojones para decir eso siendo quien eres, “Quiuquin”!!!. ¡¡¡Hay que tener un ladrillo en la cabeza….!!!

Quizás, es una idea, a la Quiuquin le vendría bien leer a Llano, y que Llano –si de verdad busca la verdad –charlara con ella y le explicara porqué hay pequeños grupos que, sin que su vinculación fuera necesariamente conocida, aunque tampoco se pueda clasificar de secreta, y que buscan la verdad de una vida que vivieron y que tuvo muchas equivocaciones de una parte y de otra, se atrevan a contarlas, explicarlas, denunciarlas, sabiendo que  las consecuencias de hacerlo son bastante desagradables, como he podido comprobar repetidas veces, algunas de ellas muy recientes. Pero considero que se trata de una responsabilidad moral de primer orden, en cuyo ejercicio, que hay que partir de que uno puede estar equivocado, y admitir las rectificaciones sensatas, pero no la imposición de silencio”

Pues eso. Somos una conspiración leal, pero no perversa, porque buscamos el bien de la república y no el propio interés –Llanos dixit.

Satur