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 Tus escritos: Seminarios menores disfrazados. Cap. I de '34 años...'.- Nacho Fernández

010. Testimonios
nachof :

TREINTA Y CUATRO AÑOS SIN VOCACION

 

Primer Capítulo: Seminarios Menores disfrazados
Nacho Fernández, 31 de agosto de 2005

 

 Introducción

 “Tu no has tenido vocación al Opus Dei”, me dijo una persona que últimamente entra en el Chat ex_od_o de personas que han pertenecido al Opus Dei y otras afectadas. Me quedé pensativo con la frase de quien estaba en diálogo conmigo. Se trata de alguien que tiene dieciocho años, que  nunca ha pertenecido al  Opus Dei pero que, según afirma,  ha trabajado como auxiliar en la administración de un colegio mayor.

 

    Mi primera reacción fue negar que yo no tenía vocación después de casi treinta y cuatro años de haber escrito mi carta solicitando la incorporación el Opus  Dei que, como numerario, iba dirigida a lo que hoy dicen “nuestro Padre”. ¿Qué podía saber de la vocación una persona que nunca la había vivido? Ella insistió. Se ve que sabe más que Nacho Fernández, periodista prejubilado, que pitó como numerario en un centro instalado en la calle General Oraa, 5 de Madrid el 19 de marzo de 1965, que pasó a agregado en el verano de 1966 y que pisó por última vez su centro de la Obra el 28 de octubre de 1998. La baja definitiva se me comunicó en la delegación del Opus Dei en Madrid Oeste el 21 de enero de 2000. Por supuesto que se me leyó el escrito de la baja y no me dejaron llevarme una copia de lo que se me había leído.

 

   Han pasado unos quince días de esa convrsación en el chat. Felicito a mi interlocutora. Se ve que hay que tener  en cuenta a los niños y a los jóvenes. Ella, que tiene 18 años,  sabe más. Me ha hecho pensar. Tenía razón. Han sido treinta y cuatro años de entrega y de ilusión, aunque no siempre me veía correspondido. Vaya si tiene razón. Han sido unos años en los que entregué todas mis ilusiones por algo, el Opus Dei. Ahora me doy cuenta que no tenía vocación.

 

   Yo sí que revelo mi nombre y admito a los que, por diversas circunstancias, no pueden darlo. Llevo ya un buen número de artículos.  No sé lo que es el Opus Dei. Trato de dar las claves para que alguien sepa lo que yo viví en esos casi treinta y cuatro años sin vocación. Ha sido muy duro. Me siento con una herida abierta, y eso que dicen que la vocación es algo del espíritu. Lo que si defiendo es que mi auténtica familia no ha sido la Obra, sino mis padres. Ellos sí que velaron por mí.

 

   Algunos directores me dijeron en aquellos años sesenta del siglo XX que el Opus Dei  era apuntarse como quien se apunta a un club de fútbol como el Real Madrid. En algunos momentos pienso que ha sido un apuntarse y nada más. El 13 de septiembre, el Papa Benedicto XVI bendecirá una estatua del fundador en el Vaticano que será puesta junto a doctores de la Iglesia. Es de suponer que pronto será doctor. Yo no asistiré. Al fin y al cabo, no he tenido vocación.

 

   He decidido que mis próximos artículos traten de esa falta de vocación, que me ha llevado a sentirme fuera de la institución. Como periodista descubriré algunas de las claves y de los hechos que he vivido. Algunos ya han aparecido. Pero como dentro de la cabeza caben infinitas cosas, ahora se me han resucitado otras nuevas cada vez que me ponía a escribir. Me da vértigo haber estado esos treinta y cuatro años en los que contadísimas veces dejé de asistir a la misa diaria y a hacer la media hora de meditación por la mañana y otra media por la tarde. Cumplí prácticamente todo el plan de vida. Lo que me costó más fue lo de rellenar diariamente el impreso de la cuenta de gastos. Es una confidencia. Un abrazo para todos.

 

Captítulo I. Seminarios menores disfrazados

 

Estos días se está tratando en opuslibros un tema que me parece muy interesante: el de si existe o no vocación a la Obra. La mayor parte de los que han colaborado han incidido mucho en el caso de los adolescentes de catorce años y medio que, presionados, se hacen de la obra y toman un decisión que les compromete de por vida. Pienso que esto es muy grave, sobre todo teniendo en cuenta que la propia Iglesia Católica, a la que se honra pertenecer la prelatura personal del Opus Dei,  está eliminando los seminarios menores, que eran un buen semillero para abastecer luego a los seminarios mayores en los que se formaban los futuros sacerdotes... 



 

   Los directores y la gente veterana del Opus Dei suelen repetir una y otra vez que ellos están “para servir a la Iglesia como la Iglesia desea ser servida”. No parece que este ejemplo de los adolescentes de catorce años y medio indique que están “sirviendo a la Iglesia como la Iglesia desea ser servida”. Si la Jerarquía Católica ha eliminado o tiende a eliminar los seminarios menores, ¿por qué la Obra sigue trampeando y engañando?

 

   La figura de los “aspirantes” no son otra cosa que un truco para no aceptar la doctrina de la Iglesia y para salirse con la suya, que es no ceder en nada de la situación que hasta ahora se tenía. Para mi, los clubes juveniles de la Obra, que existen en muchas ciudades, no son otra cosa que “seminarios menores disfrazados”.  Son una manera para atraer futuras vocaciones que nutran los “seminarios mayores”, conocidos internamente como “centros de estudios” de numerarios. La diferencia entre un "seminario menor" y un "club juvenil" es que en aquellos (los seminarios menores) residen la mayor parte de los alumnos, y en los clubes solo residen los numerarios que se encargan de ello, pero desempeñan la misma función: semilleros.

 

   El disfraz de los “aspirantes“ sirve para ocultar que lo que han hecho esos adolescentes de catorce años y medio o poco más es una envoltura para exigirles las obligaciones que llevan consigo cuando hacen la oblación o incorporación a la Obra. Imaginemos que a un seminarista menor se le pidiera lo que se les exige a los “aspirantes”: llevar un plan de vida completo. Se armaría una muy gorda dentro de la diócesis. Como siempre sucede en el Opus Dei , los directores dirán que los adolescentes hacen eso porque quieren. Yo digo que lo hacen porque se les presiona a través de la dirección espiritual que lleven los laicos y el sacerdote,  los círculos llamados breves ( en algunos casos son eternos y pesados de seguir), las meditaciones, la lectura de publicaciones internas, etc.

 

   La gente de la calle no ve bien cuando una o un adolescente de catorce y medio, quince o dieciséis años decide casarse porque “ama” mucho a su novio o novia. No es una situación normal. En la Obra se hace tragar con ruedas de molino el pitaje de un “aspirante” de catorce y medio, quince o dieciséis años. Al fin y al cabo es lo mismo. Y eso se hace con presiones psicológicas, comeduras de coco y rollo, rollo y rollo que acaba por entontecer al joven a conquistar. Esa es la función que desarrollan los clubes juveniles opusianos. Se empieza por invitar a jugar los sábados y domingos un partido de fútbol o una excursión, se continúa con círculos y se termina por escribir ”la carta al Padre” o “pitaje”, solicitando la incorporación al Opus Dei.

 

   Pero no sólo los clubes juveniles son un lugar de captación de gente adolescente para la Obra de Escrivá. Están los colegios que son obras corporativas y otros que no los son oficialmente, pero que desempeñan la misma función. Me estoy refiriendo a esos en cuya propaganda de folletos se dice que tienen “dirección espiritual encomendada a sacerdotes del Opus Dei”. Son del Opus Dei aunque no se diga. En estos centros, las tutorías de los alumnos están encomendadas, la mayor parte de las veces, a personas del Opus Dei, que son, mayormente, numerarios y agregados.

 

   Muchas veces los tutores de centros escolares “con dirección espiritual  encomendada a sacerdotes del Opus Dei” son los que van marcando los pasos del futuro “aspirante”. Les recomiendan que hagan un rato de oración u otra práctica piadosa, lo que es bueno. Pero lo que no lo es tanto es que al final todo conduzca a un sitio, un club juvenil de la Obra. en donde ya se producen las presiones psicológicas. Una vez pisan ese sitio de la prelatura están a punto de entrar “mar adentro” y ser uno más de los seguidores de Escrivá.

 

   De esta manera captados, los adolescentes y jóvenes viven en una burbuja “en medio del mundo”, burbuja que estalla y se rompe la mayor parte de las veces, una vez llegan a la universidad o se relacionan con otros de su edad que no sean de ese círculo tan ficticio. En mi larga estancia en la Obra, observé el temor que se tenía dentro ante las vacaciones de verano, sobre todo, cuando estos jóvenes iban a las playas, lugares que se consideraban de pecado por antonomasia. Allá para el mes de mayo se nos advertía a los responsables de los “círculos de San Rafael” que debíamos procurar que los jóvenes que dependían de nosotros fueran a lugares “donde se sabe que no se ofende a Cristo y a su Iglesia”, refiriéndose a las playas. Se recomendaban especialmente los campamentos de verano promovidos por la Obra o, como sucedió durante un tiempo en los años sesenta del siglo XX, los cursos de verano de una universidad llevada por Vicente Rodríguez Casado, uno de los numerarios del Opus Dei que se incorporó antes de la Guerra Civil Española.

 

   Cuando pasé a encargarme de la labor de San Gabriel (fundamentalmente gente casada) se nos invitaba a que dijéramos a los supernumerarios con hijos jóvenes y en edad de pitar como numerarios o agregados que no fueran de vacaciones a lugares de playas. Incluso se nos aconsejaba tener iniciativas en este campo. Ejemplo de estas iniciativas fueron en su día los llamados “Tozalitos”, urbanización de apartamentos que se alquilaban cerca del santuario de Torreciudad.  Eso es estar en medio del mundo, como se ve. Así los menores no se contaminan con el mal ambiente de la sociedad.

 

   Las personas que no han sido de la Obra piensan que un ciudadano creyente se puede incorporar a la Prelatura como numerario a cualquier edad, lo que es totalmente falso. Lo normal es que la incorporación como numerario se haga antes de los veintitrés años. Solo sé de las excepciones de supernumerarios con novia que pasaron a ser numerarios (tras dejar a la novia), y la de un personaje del mundo diplomático que lo hizo con 27 años, pero luego no perseveró, pasados unos quince años.

 

   Existe más elasticidad para los que se incorporan a la Obra como agregados. Lo normal es que el acto de escribir la carta se produzca antes de los veintitrés años. Antes de abandonar la prelatura asistí al caso de una persona ya de cuarenta años a la que se pretendía que pitara de agregado y que poseía unos amplios terrenos en una provincia española, terrenos que podían ser utilizados como lugar de campamentos juveniles de verano. Pero un caso como éste no es lo normal. Es extraordinario. Por cierto, no se si llegó a pitar.

 

   En estas páginas, Alfredo nos ha indicado la situación de los Centros de Estudios de numerarios en todo el mundo. Queda claro que cada día pitan menos numerarios, pues los CE se cierran por la falta de vocaciones y se convierten en varios centros. Lo que no se ha dicho aquí es que, si se produce eso, es porque ya no pitan como antes en los clubes juveniles y eso ha hecho que el actual prelado haya pedido 500 vocaciones en cada región. Siguiendo su iniciativa, un vicario regional  escribió recientemente una nota interna a las delegaciones a impulsar esa iniciativa en la Jornada Mundial de la Juventud. Se ve que el enfermo (la Prelatura) está muy enfermo y necesita fuertes dosis de vitaminas, que le darán –si esto se produce—las nuevas vocaciones. Lo malo es que le puede salir el tiro por la culata porque con ese agobio no se consigue nada.

 

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Publicado el Friday, 02 September 2005



 
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