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 Correos: Adiskideok (Amigos).- Patxi

010. Testimonios
Patxi :

La formulación de la universidad de Yale “detrás de toda agresión hay una frustración” es un axioma en la psiquiatría que se ocupa de la conducta y sirve para explicar mecanismos mentales froidianos tales como la proyección de la culpa que impide  el reconocimiento del propio fracaso trasladando a otros la causa.

 

Fuí seis años  numerario, del 63 al 69, y lo tengo como un inolvidable recuerdo de mi vida que, sin duda, ha influido a lo largo de toda ella. Particularmente el año 64-65, mi ultimo año de carrera, que fue el año del centro de estudios en Aralar-Iruña. Todavía, al cabo de los años, de vez en cuando en sueño-semisueño aparezco entrando de nuevo en el Colegio Mayor. La convivencia aquel año con las personas cuya situación actual desconozco fue muy gratificante y enriquecedora.  Por cierto que os he leído algún comentario sobre sueños.  Yo tengo dos, aparte del reminiscente de la obra, uno es que me persigue un toro cabrón, no es siempre el mismo, pero sube escaleras y abre puertas. Siempre me han dicho que tengo una tara sexual desconocida. Y el otro, que es el que más me angustia, que tengo un examen al día siguiente y todavía no me he hecho con apuntes o con el libro.

 

Después, por entonces enseguida se daba a los jóvenes labores de dirección,  fui enviado al oeste. Era una única casa con dos numerarios mayores, uno de ellos sacerdote,  cuatro estudiantes terminado la carrera, un sacerdote joven y yo. Destacaba la labor de San Gabriel que era notable, no en el sentido de número pero si en el de distancias, llevábamos tres capitales de provincia y no puedo recordar el numero de círculos, confidencias, retiros, etc. Ya entonces entre nosotros nos dimos cuenta de que con el tiempo los numerarios íbamos a ser la estructura funcionarial, en el sentido de Confucio, de la Obra y que nuestra profesión  personal se iba a ir al garete. Pero fui feliz y  estuve a gusto.

 

¿Porqué me fui? Bueno, yo tengo toda una teoría montada sobre aquello, lo que ocurre es que con el paso del tiempo la memoria va haciendo trampas; empiezas poniendo una frase que debías haber dicho pero que no dijiste y al final el cuadro expresa tu realidad, no necesariamente lo que fué, pero me sirve. Un primer aviso apareció en un viaje a un retiro de supernumerarios. En el tren tuve un problemilla sexual de poca monta, pero significativo, y el sacerdote del curso me dijo “Patxi tienes falta de amor de Dios”, poco después tuve que acudir a casa-madre por una operación de ella y me encontré de sopetón con la situación económica de mis padres. Coincidíó  con una cena de ex-alumnos del bachillerato, estudié con los jesuitas, a la que acudí. Siempre he sido muy amigo de mis amigos, tal vez por ser hijo solo, y al cenar y tertuliar con los amigos de infancia (siempre son inolvidables) no pude por menos de comparar y reconocer que yo no era médico, era otra cosa, una especie de predicador y padre espiritual. Un cura sin ordenar. Al día siguiente llamé a la delegación y les dije que me iba; pactamos una salida decorosa a un curso anual ficticio y, mientras, traspasaba conocimientos sobre contactos, personas etc. A finales de mayo me escondí donde me dieron cobijo, las monjas en el Manicomio y enseguida encontré un trabajo, entonces era fácil, en un pequeño pueblo minero de rancia historia comunista, aislado en la montaña. Así que para cuando Jaime vino con el ultimátum yo ya era feliz de nuevo con mis primeros partos, mi cirugía menor y mis enfermos. Todavía se acuerdan de mi en aquel pueblo, como yo me acuerdo de ellos, porque nunca habían conocido un médico tan contento con  su profesión.

 

En los últimos años regularmente recibo una postal en Navidad, de un sacerdote numerario al que ayudé a pitar. Y nada más. Salvo Rafa Escolá que durante tiempo vino  a verme y entraba en mi casa como si fuera la suya y de hecho lo era, porque el también me trataba como de casa y nunca, nunca, me habló de Dios. Pero Escolá era mucho Escolá.

 

Recuerdo la dureza en el trato de los de la delegación en aquellas tres semanas de Mayo y su negativa en el tema económico “pide dinero fuera de casa”. Como si yo tuviera amigos fuera. Me lo dejaron los psiquiatras, claro. También me sirvió la psiquiatría para entenderme; realmente me estaba auto convenciendo diariamente de que a mi lo que me pedía Dios era aquello. Es el mecanismo de las enfermedades obsesivas.  Al condicionamiento que me producía la propia Obra con retiros, confidencias, cursos, etc., contribuía yo con mi auto lavado de coco. Si dedicara ahora todo el tiempo diario de las normas en mirarme al espejo y decirme “Eres el mejor” probablemente mi autoestima seria el recojostrio. Dicho en términos utópicos, pité porque creí tener vocación y me fui porque me dí cuenta de que no la tenía. No sé si porque siempre me ha faltado un hervor o si porque me habían cambiado la obra o había cambiado yo.

 

De todas maneras después en mi profesión, en la familia, en los hijos, con los estudios de los hijos, sus novios-novias, sus ex, al ayudar a los progenitores a morir, al experimentar la compañía increíble de un perro, al complicarme la vida con la exigencia de la igualdad social, al participar en la lucha por la libertad de mi Pueblo, y ahora con  los nietos, siempre, SIEMPRE, aparece algún dato, alguna frase, alguna idea en la  que para un observador como vosotros sería fácilmente reconocible  la “marca de la casa”. Enseguida dejé  la iglesia católica, comenzando  por la jerarquía, y después empecé a cuestionar la idea de dios, sobre todo del trino. Creo en los mamíferos, en la biología evolucionista del homo-mujer, de la pareja, y  en que, dejando a un lado la moral del mandamiento nuevo cristiano o el imperativo ético de la solidaridad, existe un sentimiento humano, natural, biológico, de ayuda. Lo que Koprotkin definió como apoyo mutuo. Pero eso es otra cuestión.

 

Quiero decir, en esta “tertulia de ex”, que la vida tiene infinidad de oportunidades para luchar por utopías tan gratificantes al menos como para mi fue la Obra, aunque menos organizadas, ciertamente. Y que no os obsesionéis con el tema, ni con la Web, porque no es inteligente quitar una obsesión con otra  y  estáis programados para tener “mono”. Es cuestión de deshabituarse. Algunos, los que hace poco lo han dejado tras muchos años, tienen ese tufo de opus paralelo. Algo así como seguir entregados pero en plan ácrata. Dicho con todo el cariño de la corrección fraterna. A mi modo de ver no es esa la cuestión. Los tiros van más bien por rehacer, volver a empezar, pero sin los condicionantes místicos de la anterior experiencia que seguirán ahí, pero nada más. Cuestión más de dignidad que de santidad. Y  deciros también   que después de leeros durante 2-3 días he tratado mejor a los enfermos y he tenido detallitos en casa. Bueno, no os preocupéis, ya se me pasará.

 

Un abrazo. Agur.

PATXI




Publicado el Monday, 29 August 2005



 
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