El encuentro de Benedicto XVI en Colonia pondrá sobre el tapete, una vez más, el despliegue de la prelatura para movilizar a miles de personas, garantía del éxito de la convocatoria. Se trata de dar una imagen masiva de la afluencia de jóvenes a la llamada del pontífice, quien sin tener el control mediático de su predecesor poco a poco le irá tomando el relevo en el arte de enfervorizar a las multitudes.

Al comentar con un amigo supernumerario que en esta ocasión algunas organizaciones católicas juveniles iban a Colonia con intención de exponer al papa una serie de reivindicaciones críticas, como por ejemplo la postura inflexible de la Iglesia en el asunto del preservativo en relación con el sida, mi amigo me dijo que esa gente no era de la Iglesia y añadió una lista de grupos, incluidos algunos teólogos, que para él (es decir, para la prelatura) no están ya en la Iglesia.

 -¿No están en la Iglesia?, le repliqué: ¿cuándo han sido expulsados o anatematizados?

 – Están fuera porque ellos se han excluido, me contestó.

Es decir, en la prelatura se sigue la misma teoría de Escrivá con respecto a quién  está dentro o fuera de la Iglesia: los que a él le parecían, y los que a ellos les sigue pareciendo. Es curioso que hace muchos años, cuando a él le interesó, bien que defendió la libertad, incluso la de opinar dentro de la Iglesia. Pero eso se ve que le duró poco. Y a sus hijos actuales, les pasa lo mismo.

En otro momento de nuestra conversación, mi amigo supernumerario (clase especial, celador, fidelidad hace años, mujer celadora, hijos numerarios top line) llegó a decirme que  en la Iglesia “nos vamos a quedar unos cuántos, como ha pasado en otras organizaciones”.  Es una clarísima referencia a lo que algunos habéis expuesto en esta web: que cada vez hay menos dentro de la prelatura. Y también lo profetizó el santo allá por mediados los años sesenta, cuando dijo algo así como “hijos míos, qué pocos vamos a quedar”. Se ve que quedan pocos, pero buenos; es decir, los mejores.

En el caso de la prelatura es razonable que queden pocos si muchos se van, pero aplicar el quedar pocos a la Iglesia Católica universal por el mero criterio de excluir a quienes difieren, me parece algo más que un abuso. Pues esta manera de pensar es la que impera  entre sus miembros y propaga la prelatura. Una actitud tan inflexible y dogmática que no puede conducir a nada bueno porque en las más altas instancias de la Santa Sede se han instalado con mucha fuerza muchos clérigos y monseñores que tienen un gran poder, y según parece aún lo van a incrementar con la reforma de la Curia Vaticana que le están preparando para firmar al santo Padre, según ha propagado recientemente la agencia católica de prensa “Zenit”.

El cardenal Julián Herranz, sacerdote numerario ordenado hace ahora cincuenta años en la misma tanda que el actual prelado Javier Echevarría y otros pocos más, se largó recientemente en Madrid una homilía apocalíptica contra el gobierno socialista de España. Y es probable que en algunas cosas no le falten razones, pero mucho me temo que embistiendo con la tiara no se llegue a muchos acuerdos entre la Iglesia y el Estado. Este cardenal es el encargado de la interpretación de los textos legales de la Iglesia, lo que evidentemente da pie a suponer con fundamento que al menos en su área de influencia lo tendrá todo controlado.

No quiero extenderme más. Tan sólo quiero expresar mi profundo pesimismo sobre el futuro de miles o millones de católicos que por la rigidez del Opus Dei a lo peor son empujados fuera de la barca de Pedro. Cuando veamos cómo transcurre lo de Colonia y cuando nos enteremos en qué queda la anunciada reforma y reorganización de la Curia, tendremos más datos para la reflexión. Me parece que la involución se avecina. ¿Volverá la Iglesia a reclamar la atención de los católicos sobre la oración vocal, las devociones múltiples, las horas santas, las adoraciones; la censura literaria; el ataque de los guerrilleros de Cristo Rey; aparecerán nuevos medios de comunicación, propaganda y adoctrinamiento visceral y poco inteligente como alguno que dentro de poco cumplirá un año en España; cargará la Iglesia el ambiente con pólvora? Deseo que no. Me temo que sí.

Bastián.