Se me hace difícil contestar este tipo de preguntas después de haber vivido lo que viví:
Durante los años que siguieron a mi salida de la Obra, no me animé a hablar de ella, solamente me callaba porque no tenía argumentos para defenderla. Mi panorama era muy parecido al de
Fepasa y al de muchos otros, con el agravante de dos intentos de suicidio...
Por mucho tiempo no la critiqué porque hasta sentía culpa de hablar mal de ella. Prefería que nadie supiera lo que había vivido... Tampoco estaba en condiciones de continuar teniendo vida interior porque me sentía defraudada, desilusionada: todo lo que me habían enseñado, ahora parecía que hacían exactamente lo contrario!! Triste modo de reaccionar el mío, pero con el paso del tiempo creo que fue una reacción en contra por esa actitud que tuvieron conmigo. No entendía por qué todas las cosas buenas que me habían inculcado, ahora no estaban en ningún gesto de mis directores. Se cerró la puerta y quedé más sola que nunca.
Como no confiaba en ningún sacerdote, dejé de confesarme. Ya no comulgaba porque creía que había sido desleal, me sentía "sucia". No me animaba a contarle a nadie lo que me había pasado. Entonces, reaccioné de la peor manera. Me arrepiento de eso, pero ¿qué puedo hacer ahora? Nada. Ya pasó.
Por suerte hoy, después de mucho tiempo, estoy empezando a rezar de nuevo, como un niño. Es más, cuando le enseño las primeras oraciones a mi hijo, que es muy chiquito, me lleno de emoción pensando que estoy recuperando todo el tiempo que perdí.
Todavía se me hace difícil responder con un firme convencimiento a ese tipo de preguntas. Pero estoy empezando de nuevo y eso me pone muy feliz.
Josela L.
