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 Correos: Atrévete a saber II: Los mensajes anónimos se tiran.- Idiota

140. Sobre esta web
idiota :

Querid@s tod@s:

Antes de continuar mi diálogo con Santi, quisiera aprovechar la ocasión para felicitar de todo corazón a Agustina por su próximo cumpleaños y para dedicarle, en cierto modo como regalo, esta serie de mensajitos. Además quisiera unirme al coro de despedida de Satur, deseando y pidiéndole que no sea definitiva.

Cuando uno empieza a leer la página de Santi, lo primero que llama la atención (bajo el epígrafe "Las críticas al Opus Dei") es la siguiente afirmación: "No pretendo examinar todas las posibles críticas sobre el Opus Dei, sino algunas que pueden parecer más verosímiles."

Uno se esperaría, por tanto, que el autor examinase con la debida atención una serie de temas que suelen aparecer en la discusión sobre la Obra como, por ejemplo, los siguientes (cuya fuente no mencionaré)...

-carácter secreto y sectario
-situación teológica y canónica irregular ("iglesia en la Iglesia")
-culto a un líder carismático
-indoctrinación de ideas religiosas propias de carácter fundamentalista
-praxis religiosa propia conducente a trastornos psíquicos
-discriminación de la mujer
-proselitismo agresivo y manipulador sobre todo con menores
-separación de la familia y de los ambientes sociales "normales"
-tejemanejes financieros
-apoyo político a regímenes dictatoriales.

Sin embargo, nada de eso se encontrará en ese texto. Es en ese momento cuando se descubre que la palabra "crítica" se puede referir tanto al contenido, a los temas, como al hecho en sí, a la acción y el efecto de "criticar". Es decir, nuestro autor no va a tocar tanto los temas de crítica, como el hecho (y sobre todo las circunstancias) de la acción de criticar. Como Santi vuelve más tarde a este tema, esperaremos hasta entonces para seguir.

A Santi lo que le interesa es la "verdad", es decir, la vieja "adaequatio rei et intellectus" (Tomás de Aquino, De veritate). Como bien sabemos, a la verdad se puede llegar bien por "intuición" propia, a través del propio intelecto que se enfrenta con la realidad, bien por la "fe" en una "intuición" ajena, lo cual implica la aceptación de determinadas proposiciones como verdaderas confiando en la autoridad intelectual y moral de otra persona. Y tiene razón: todo lo que no vemos, lo aceptamos porque nos lo creemos. Nos creemos lo que nos dice nuestro mejor amigo, lo que nos cuentan en los medios de comunicación, lo que aparece en revistas y libros especializados y, lógicamente, también lo que aparece en las páginas web. Así pues, nos encontramos en internet tanto con OpusDei.org como con OpusLibros.org: ¿A quién creer? ¿En quién confiar?

La única manera de solucionar este aparente conflicto es enumerar las razones por las cuales una fuente resulta más "creíble", "digna de crédito", que la otra, sin tener que aplicar el intelecto directamente a las realidades en cuestión (lo cual implicaría, en nuestro caso, ni más ni menos que hacerse miembro del Opus Dei). Puesto que nos basamos, como queda dicho, en la "autoridad intelectual y moral" de nuestras fuentes, está claro que tenemos que responder a tres preguntas: ¿Quiénes son estas fuentes? ¿En qué consiste su "autoridad intelectual"? ¿En qué consiste su "autoridad moral"?

Éste es el punto que toca Santi: No se puede creer a personas cuya identidad no se conoce: "los mensajes anónimos se tiran: no tienen credibilidad". También aquí hay un problema: tenemos que distinguir entre la persona y su identidad. En principio, para estar seguros de que nuestra "fe" tiene una base racional, deberíamos conocer a las personas (con su identidad) y sólo entonces "creerles". Es decir, no sólo deberíamos saber cómo "se llama" una persona, sino también, a través del trato personal, saber cómo "es" y conocer con exactitud sus cualidades intelectuales (capacidad de conocer la realidad) y morales (disposición de decir la verdad). Si restringiéramos nuestra "fe" a estos casos, no podríamos creernos nada de lo que nos dicen los medios de comunicación, las revistas y libros científicos o el internet, puesto que no conocemos a las personas. Es más, la fabulosa página de OpusDei.org sería muy poco de fiar ya que todo el material está firmado por la "Oficina de Información del Opus Dei en Internet". Por la misma regla de tres, OpusLibros.org podría firmar perfectamente como "Asociación de Ex-Miembros de la Prelatura del Opus Dei".

Llegamos, pues, a la conclusión de que, en la práctica, no hace falta conocer a las personas, para "creerles", aunque es lo deseable y lo más seguro. El problema que surge aquí es que, si no conocemos a las personas a través del trato directo, no podemos saber cómo "son" y conocer con exactitud sus cualidades intelectuales (capacidad de conocer la realidad) y morales (disposición de decir la verdad). Por tanto, si no conocemos a las personas a través del trato directo, da más o menos igual si conocemos su identidad o no; es más, el hecho de conocer su identidad podría sugerirnos un conocimiento de la persona que no tenemos. De hecho, no hay nada que nos garantice que una persona que firme con un nombre (que no sabemos si es el suyo) sea más creíble que una persona que permanece anónima o que firma con un pseudónimo. No vayamos a engañarnos: el hecho de que la persona que firma (en) una página web (un artículo, etc.) firme con el nombre de "Satur", "Idiota", "Santiago Mata" o "Agustina López de los Mozos Muñoz" no añade ni quita un ápice de credibilidad a la página, mientras no conozcamos a esa persona. ¿Qué motivos hay para confiar más en el uno que en el otro? (La presencia de una foto en la página tampoco mejora las cosas.)

Por tanto, ya se ve que la solución del problema sólo se puede alcanzar contestando a las otras dos preguntas: ¿En qué consiste su "autoridad intelectual"? ¿En qué consiste su "autoridad moral"? Santi decide contestar la primera pregunta (que, a mi modo de ver, es la más importante) más tarde y pasa a contestar la segunda (y, a mi modo de ver, la secundaria). Yo acabo de ligar la "autoridad moral" de una persona en cuestiones de "fe" a la "disposición de decir la verdad", un punto, en el que, en la situación en que nos encontramos (explicada más arriba), preferimos conceder de entrada el beneficio de la duda. Dicho en plata: cuando no conozco a una persona, parto de la idea de que tiene la "disposición de decir la verdad", asumiendo el riesgo de que la confianza inicial que deposito en ella, pueda verse defraudada. Si lo hiciera al revés (cosa lógica según lo visto arriba), sería prácticamente imposible vivir en sociedad.

Santi, sin embargo, decide que, en el caso de Agustina, no le puede conceder el beneficio de la duda. ¿Cuál es el motivo que le lleva a poner en duda implícitamente la "autoridad moral" de Agustina? En un primer momento, da la impresión de que el problema reside en que Agustina se presentó al comienzo en forma anónima. Si esto quedara así, se trataría de un argumentación circular. En un segundo momento, se descubre que Agustina ha cometido un "pecado original": según Santi, las páginas web anónimas (o bien las que no están registradas en Whois) son ilegales. (Realmente, ayudaría mucho a la credibilidad de Santi que nos dijera qué ley española o internacional prohibe las páginas web anónimas.) En un tercer momento, descubrimos que el hecho de que Agustina se haya identificado, no sirve para reparar el "pecado original": éste es "irreparable" e "imperdonable". Según Santi, quien comete este pecado ha manifestado "que, al menos hasta ese momento, simplemente [...] no quería asumir su propia responsabilidad". Agustina, según Santi, ha dado muestras de "conducta irresponsable", es decir, "no ha dado la cara", y se ha descalificado como "autoridad moral". No veo que se pueda dar tan fácilmente el salto desde la equivocación material al juicio sobre las intenciones de una persona. Eso sí, en el Opus Dei, uno aprende a derivar de cualquier acto observado un juicio moral o espiritual: es muy fácil decir que la acción X es "señal de mal espíritu/soberbia/falta de generosidad/..." Pues yo, la verdad, prefiero en ese punto la actitud de un tal Jesús de Nazaret; me resulta más simpática: "No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá." (Mt 7, 1-2)

El problema que encuentro aquí es que, sin entrar en la calificación moral o legal de la conducta de Agustina, no veo qué tiene que ver esa equivocación puntual y su (desaforada) interpretación moralizante con el punto que debería interesar a Santi: la "disposición de decir la verdad". ¿Puede afectar la equivocación de Agustina (y su discutible interpretación) a la "disposición de decir la verdad"? En el fondo, no de un modo causal; como mucho, se podría decir que el hecho de que una persona cometa una equivocación (presuntamente intencional) es un indicio de que en otros temas también podría cometer equivocaciones, faltas, pecados. Eso, por supuesto, se puede aplicar a todo el mundo; es un principio muy general, universalmente válido, ya que nadie es impecable (con la excepción de la Virgen y de Jesucristo).

Parece que Santi, al final del apartado, se dio cuenta (más o menos claramente) de que su razonamiento podría perder efectividad; así que, rápidamente cambia de tema: de repente ya no se trata de la "autoridad moral" como indicativo de la credibilidad de las afirmaciones de una persona a la que no conocemos personalmente, sino de la "autoridad moral" para dar consejos:

"No es de recibo ponerse a dar consejos sin presentarse, porque una conducta irresponsable difícilmente puede ser prueba de que lo que se aconseja es una conducta responsable."

Ya no se entiende nada: ¿Qué es una conducta responsable? ¿A cuál de los muchos consejos de la página se aplica el adjetivo "(ir)responsable"? ¿Cómo se puede "probar" la "responsabilidad de una conducta"? ¿Qué tiene que ver la equivocación de Agustina con los consejos que se dan en la página? Se me han fundido los circuitos, así que continuaré otro día.

O a lo mejor es que soy un

Idiota...

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Nota de la web. Le agradezco a 'Idiota' su esfuerzo por el análisis del tema. Por lo que me afecta a mí personalmente en la crítica de Santiago Mata, sobre lo del anonimato, hoy no me da tiempo a contarlo todo con detalle, pero el próximo lunes lo haré. Hace un tiempo puse una nota al respecto a un correo de Nasius, aunque la historia merece ser contada en su totalidad. Abrazos. Agustina)




Publicado el Friday, 05 August 2005



 
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