Hola a todos(as):

Aunque hacía mucho tiempo que no escribía, sigo leyendo – casi diariamente – la correspondencia, siempre con enorme agrado, incluso cuando se trata de los amargos escritos de Grace o de Ramiro. Esto que me apetece contar hoy es un hecho muy pequeño, que me pasó hace varios años y del cual nunca más me había acordado. Ayer, inopinadamente, cuando me sentaba a comer, me acordé de él. Aquí va:

Creo que fue en 1999 y yo ya había dejado el opus hacía 6 años. Supe por un ex numerario el teléfono de un agregado que se encontraba en “crisis vocacional”, después de decenas de años en la obra. Ahora este agregado, que tiene veinte años más que yo, fue de las primeras personas de la obra que yo conocí porque pité en el centro del que él dependía y, más tarde, fui miembro del cl de ese centro. Esto quiere decir que es una persona a la que yo estimo mucho, mucho......

Cuando tuve el número me apresuré a telefonearle con algún recelo de ser atendido por otra persona. Pero no. Fue él mismo el que me atendió, reconocí de inmediato su voz aunque no hablábamos desde hacia 6/7 años. Fui un poco jugando al teléfono, no me identifiqué e intentando dar pistas para ver si descubría que era yo. Cuando finalmente me identifiqué fue tan grande la alegría del reencuentro que él me dijo que no me había reconocido la voz porque estaba más dulce. Ahora es precisamente éste el punto que yo quiero destacar: la voz más dulce. Y cuidado que yo era, soy y seré (¿) un poco bruto.

Hoy es evidente para mí que la salida del opus no sólo me proporcionó una felicidad que no tenía y que juzgaba inalcanzable (¡toma nota de esto, Rodrigo!), como también me ablandó los modos y el corazón (¡esto es más para Grace y Ramiro!) perdiendo aquellos gestos de amargura y acidez que tanto caracterizan a buena parte de las personas del opus dei.

La salida del opus es una verdadera liberación y nuestro yo machacado va progresivamente retomando sus formas originales y las marcas negativas (¡ qué hay muchas!) acaban por desaparecer quedando apenas como un recuerdo y un aviso.

Para terminar con un final feliz (¡ojalá fuese siempre así!) el “tal agregado del telefonazo” se casó con una mujer encantadora y tiene un hijo guapo, inteligente y simpático de 3 años. Y, por feliz suceso, soy el padrino de su boda. Ahora díganme si estos ¿no son motivos suficientes para estar contento!

Si no fuese dar demasiada importancia a la institución – o al colectivo como diría Ramiro – casi me apetecía decir que sólo es bueno que el opus dei exista porque sólo así podemos existir ex-miembros, esta web y a saber que más.......

¡Abrazos y buenas vacaciones!

Paulo Andrade e Silva