Hace casi 20 años que deje la Obra. Y hasta hoy, involuntariamente, había puesto un velo a mi período de estancia en ella y solo recordaba, más o menos, cosas “maravillosas”.

Llevo dos días enfrascado en esta página web. He leido casi todos los testimonios; he llorado con algunos de ellos, he reido con otros, pero lo que más me ha hecho sufrir es que me he dado cuenta de que he sido profundamente infeliz.

He tenido que esperar 20 años¡¡¡¡

No creo que pueda nunca criticar en público la Obra; y eso, que oportunidades no me faltan: cambio de ciudad dos veces en un año, pérdida del curso académico, tener que pedir dinero a gente que casi no conocía para mis actividades de formación... y un sin fin de detalles que me han ido viniendo a la memoria leyendo estos testimonios.

También, por supuesto, encontré personas maravillosas que hicieron agradable mi estancia allí.

Pero hoy, me doy cuenta de que muchas de mis frustraciones, mis miedos, que hasta ahora creía cosas de mi falta de carácter, vienen de ahí.

He llorado pensando que lo que creía que era por el bien de mi alma, respondía, en algunos casos, a una fría y calculada estrategia.

Me he sentido impotente al pensar que llevo 20 años martirizándome por haber dejado la Obra y por no haber estado a la altura...

Me he escandalizado de algunos testimonios porque yo también hacía lo mismo, y hoy me parecen mezquinos....

Pero hoy solo tengo una queja: no sé si podré ser feliz alguna vez, porque la felicidad me la quitaron para siempre

Rodrigo.