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 Tus escritos: Los padres de la herejía hipócrita(V) (Cap.9 de 'Nuevas herejías').- Iván

125. Iglesia y Opus Dei
Iván :

Los padres de la herejía hipócrita (V)

Nueva entrega de NUEVAS HEREJÍAS

IVÁN, 12 de junio de 2005

3.4 – Cuarto texto.

 

En lo más intrínseco de cualquier religión, en su núcleo, en su esencia, se halla la libertad del ser humano para acercarse al Creador. Dios no coaccionó al hombre cuando éste se apartó de Él por el pecado original, ni le coacciona después para que retome el camino de vuelta a la casa del Cielo. Un acto moralmente malo o bueno no es punible ni meritorio si se ejecuta bajo coacción, puesto que si quien lo realiza no es libre carece de responsabilidad sobre él. Esto es algo tan elemental que no sólo fundamenta cualquier religión sino también los códigos de derecho humanos.

 

Si alguien afirma que la coacción es un medio para difundir una creencia, no sólo está siendo un hereje de la religión que pretende afianzar, sino que también lo es de cualquier tipo de religión existente, ya que ante Dios cualquier movimiento religioso presupone la libertad de quien lo vive. En esta herejía caen los textos de Camino que veremos a continuación...



387. El plano de santidad que nos pide el Señor, está determinado por estos tres puntos: La santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza.

 

Si la coacción, por atentar contra la libertad del hombre, siempre es mala, hay que tener mucho “cuajo” para llamarla además “santa” pues con ello se afirma que Dios – plenitud y fuente de la santidad– es un tirano, un amigo de la esclavitud.

 

Podría ocurrir que alguien nos indicará que el autor de Camino no se refería en ese punto a una coacción a terceros, sino a una violencia interior de la propia persona para obligarse a sí misma a cumplir los mandatos de Dios. Para aclararlo no hay nada mejor que leer el punto 399 del mismo libro:

 

399. Si, por salvar una vida terrena, con aplauso de todos, empleamos la fuerza para evitar que un hombre se suicide..., ¿no vamos a poder emplear la misma coacción -la santa coacción- para salvar la Vida (con mayúscula) de muchos que se obstinan en suicidar idiotamente su alma?

 

Observemos que no es válido el primer ejemplo que este punto de Camino establece para aplicarlo a lo que viene después. El valor de vida física, la terrena, es algo conocido y apreciado por todos, es un valor universal, cualquiera sabe que quien intenta suicidarse carece de su sano juicio, no es libre y por ello, precisamente para defender su libertad, es por lo que impedimos que se mate. El evitar por la fuerza que alguien se suicide no es coacción, privación de libertad, sino todo lo contrario: impedir que esa persona cometa un acto no libre causado por una enajenación mental y del que se arrepentiría si estuviera en posesión de sus facultades. Por el contrario, la vida espiritual de cada persona es algo desconocido para el resto de los humanos, por lo cual si que es coacción la aplicación de cualquier tipo de fuerza que vaya en contra de la libertad de esa conciencia.

 

En este punto se muestra claramente como en el ánimo y en la praxis del fundador de la Obra está el uso de la fuerza, de la coacción que sea necesaria para obligar a los hombres a ir por el conducto reglamentario que según Escrivá lleva al Cielo. Con ello el autor de Camino cae doblemente en la herejía de considerarse a sí mismo como Dios:

 

1 – Como lo que le conviene a cada hombre para acercarse al Creador (la Vida, con mayúscula) es algo íntimo de la conciencia individual a la que sólo tiene acceso Dios y la persona concreta, si Josemaría dice que él lo conoce (puesto que sabe que si no lo cumple suicidará su alma) será debido a que él se cree el depositario de lo que es la voluntad de Dios para dicha persona, la Vida (con mayúscula), y eso sólo puede explicarse porque el fundador de la Obra se consideraba a sí mismo como Dios: pleno conocedor de la voluntad divina para cada hombre, razón por la que después la coaccionará para llevarla por ese sendero.

 

2 – Por respetar la libertad del hombre Dios consiente en que Adán y Eva pequen, no los coacciona para evitar que pierdan "la Vida (con mayúscula)", por lo que son expulsados del Paraíso y con ellos todos nosotros. Después observamos como Jesucristo tampoco coacciona nunca a nadie. Si alguien se considera capacitado para enmendarle la plana al mismísimo Dios y nos sale con que hay que coaccionar al prójimo y que esa coacción es nada menos que santa, sólo se puede explicar porque quien lo afirma se contempla a sí mismo como un ser para quien Dios está por debajo de él.

 

Estos dos últimos puntos de Camino son los más graves de cuantos hemos analizado hasta ahora. De ellos se desprende con toda claridad las siguientes conclusiones sobre su autor, con las que termino mi escrito de hoy:

 

1 – Sitúa como un pilar del plano de la santidad que propone el empleo de algo perverso, la coacción.

 

2 – Al afirmar que esa coacción es “santa” se sitúa en el lugar de Dios, al santificar algo que para Dios es perverso.

 

3 – Se hace dueño de la intimidad de cada persona por hacerse conocedor de lo que Dios quiere para ella.

 

4 – Los puntos anteriores le hacen caer en la herejía de considerarse a si mismo como Dios:

 

        por ser el máximo conocedor del bien y del mal para cada alma,

 

        por permitirse violentar lo que sólo Dios podría hacer: la libre elección de cuestiones espirituales,

 

        y por cambiar la creación al hacer de un pecado (la coacción) una virtud.

 

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Publicado el Sunday, 12 June 2005



 
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