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 Correos: Nivel social de los supernumerarios. Complemento Marypt.- Dionis

078. Supernumerarios_as
dionisio :

Querida Marypt y Orejas:

 

Me alegro mucho de que tu búsqueda de misterios te llevara a descubrir que había supernumerarias A y B, dependiendo de su clase social. Igual que me alegró que descubrieras en tu escrito del miércoles que también hay gente que se apunta a ser supernumerari@ con motivos muchos menos santos de los que declaran.

 

Tus descubrimientos no son exclusivos de Portugal, yo nunca he estado en ese país y declaro que al menos en otros cuatro países tengo certeza de que sucede eso.

 

Me vienen algunas anécdotas a la memoria. Todas son de hombres, ya que esa era la sección en la que tenía mi encargo apostólico.

 

Uno de ellos pitó como super cuando era un estudiantillo muerto de hambre, que no tenías ni para pagar las convivencias. Obviamente era un super B, no podía mezclarse con la elite. Terminó la carrera y contra todo pronóstico de los sabios del lado oscuro, este joven inició un negocio, que desde la nada llegó a convertirle en un próspero empresario. Adivina qué pasó. Ascendió a clase A. Sin embargo no termina la historia aquí. Este buen hombre se cargó de hijos y tuvo varios reveses de fortuna importantes. El pobre tuvo que pasar por ratos muy amargos y vergonzosos. Entre ellos, obviamente el descenso a la B. Allí le dejé, no sé qué habrá sido de él.

 

Otro empezó al revés. Era un directivo importante de una empresa financiera muy fuerte. Se codeaba con ministros, directores generales y lo que le pusieran por delante. Era un hombre con ciertas “peculiaridades” de carácter, pero nada de eso era grave a los ojos de los directores. Obviamente era un super A. El hombre, en la cúspide de su carrera recibió una importante herencia y decidió poner un negocio por su cuenta. Le fue mal y se arruinó. Luego se enfermó. Sus hijos no querían saber nada de vocación. Descendió a la B. No solo eso, sus “peculiaridades” empezaron a ser inaceptables. Se le trataba sin caridad alguna. Recuerdo un día en que este pobre hombre, abatido, derrotado, fue a hacer la confidencia con uno de los directores. Al terminar, vino llorando a mí, a desahogarse, a buscar consuelo por la grosería de ese director que debería haber sido su apoyo y su consejero y no lo fue. Yo solamente era quien trataba a sus hijos, aunque no quisieran ser del opus, yo no hacía distinciones entre B y A. Por eso aquel pobre hombre vino a buscar consuelo en mi. Hizo que se me partiera el corazón. Fue otro empujoncito que recibí hacia la puerta de salida.

 

En una ciudad se logró tras muchos esfuerzos y muchas demoras que se pusieran dos colegios (uno de niñas y otro de niños) del opus. Todos los supernumerarios estaban contentísimos de que al fin encontrarían un lugar donde se diera a sus hijos formación “segura.” Al primer director que pusieron (numerata prelaturator) se le ocurrió la sensacional idea de ponerle unos precios muy altos, era el más caro de la ciudad, con la idea de que fuera atractivo a la élite económica de la ciudad. Esos precios solo eran accesibles a los super A, y ni siquiera a todos. Recuerdo a uno de los B que fue a pedir plaza para su cachorro y a pedir una beca. El numerata le dijo con una sonrisa adorable, que ese colegio no era el adecuado para él, que debía comprender que hay colegios para pobres y otros para ricos. Mi pobre B vino a contármelo sin dar crédito a sus oídos. Pobrete.

 

De estos ejemplos podría dar varios millones, pero para no abusar ni aburrir al personal, voy a contar solo uno más. Salustiano (nombre ficticio, faltaría más) era un señor con muchísimo dinero casado con una señora con muchísimo dinero. Era superjefe de cuantas empresas quieras imaginar y estaba en el directorio de otras tantas. Este señor era un verdadero objetivo para el lado oscuro. Salustiano venía por el centro de cuando en cuando. No era demasiado constante, ya que sus innumerables ocupaciones no le dejaban tiempo. Sin embargo, venía atraído por la amistad de algunos supernumerarios que eran de su nivel socioeconómico. Es decir, eran de nivel triple A. Una sola A no es suficiente. Un día, ante mi perplejidad, Salustiano pitó, cuando todavía estaba más verde que las espinacas. Me enteré que cuando le propusieron pitar, el hombre tuvo la honradez de decir que él no servía para eso, que de cooperador ya estaba bien. Pobre ingenuo, no comprendía que el tenía todo lo que hay que tener para servir para eso. Total que pitó. Sin embargo, a pesar de la formación que se le daba, Salustiano no se enteraba mucho. Tenía una doble vida como un caballo. No es que le pusiera los cuernos a su mujer. Creo que los problemas no eran de la carne, sino de la codicia desordenada de bienes materiales: dinero y lo demás son cuentos. Cuando algunos empezaron a conocer las malas acciones de Salustiano y lo dijeron a los directores, los directores prefirieron mirar para otra parte, ya que las aportaciones de Salustiano suplían con creces. Al final, cuando a Salustiano finalmente las cosas le fueron mal y pasó a ser un fugitivo de la justicia, el lado oscuro rompió sus vínculos con él. Además tampoco tenía nada más que sacarle. Pues sabes qué. A mí Salustiano me caía bien. Creo que el hombre era consciente de que estaba completamente fuera de lugar, pero tenía poquísima formación y unos directores que le decían (sin palabras) que mientras diera dinero todo estaba muy bien. Él por otra parte era espléndido en sus donativos.

 

Espero haberte amenizado el final del domingo con estas historietas tan ciertas como que hay Luna y Sol. No reemplazan a la lectura del Quijote, pero tienen el atractivo de lo real. Absurdamente real.

 

Un abrazo a todos.

Dionisio




Publicado el Sunday, 05 June 2005



 
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