Estimado señor Ignacio Francisco, “escritor e hijo y hermano de escritores y poetas, padre de actores y artistas, familia entera que aprovecha la belleza para cantar lo positivo de la vida”.

No sé si por la descripción que hace de usted mismo, cual patriarca, y de su prolífica familia, cual saga, estaré dirigiéndome a un miembro de la admirada y sacrificada familia del Circo, que suele ser empresa familiar y donde los genes de trapecistas, funambulistas y prestidigitadores, se trasmiten de generación en generación. Si fuera así, toda mi gratitud por los buenos tiempos que viví de pequeño a la espera de las fiestas de mi ciudad y, con ellas, la llegada del Circo. Lo que no me gustaba ni me gusta y creo afortunadamente que ya está prohibido, es el maltrato que les daban a elefantes, leones, monos, perros, caballos, ponys y pulgas, criaturas también de Dios, como usted, su familia, y yo.

Lo que me despista es que durante mis años en el Opus no tuviera conocimiento de su tan insigne familia. Porque usted sabe que el Opus presume mucho cuando puede decir “y los tal de tal (apellidos), padres, hermanos, e hijos “se dedican a cantar lo positivo de la vida”... que usted y yo sabemos, que están queriendo decir que se dedican a hacer el Opus Dei. Y les invitan a tertulias para que se vea que hay todo tipo de gente curiosa en la obra.

Hay sagas de familias donde todos los hijos son numerarios y los padres supernumerarios. Son familias con pedigree, sobre todo si tienen una buena posición social y se habla mucho de ellas como ejemplo de generosidad. Todos tenemos in mente a algunas. Pero pasan los años y a medida que los hijos van despitando, se deja de hablar de ellos hasta el punto de que quien los mencione, se gana una corrección fraterna. La Historia para el Opus Dei, muy señor mío, es como la Verdad para usted: hay una única Historia y una única Verdad, aunque haya que retocarlas a menudo. Sucede lo mismo con el Catecismo de la Obra.

Yo, y perdóneme, no he escuchado nunca dentro ni fuera de la obra en las hagiografías, que se hablara de un Ignacio Francisco muy conocido al igual que su familia, como “escritor e hijo y hermano de escritores y poetas, padre de actores y artistas, familia entera que aprovecha la belleza para cantar lo positivo de la vida”. Entiendo que su modestia le impida revelar su nombre, no vaya a ser que sea usted uno de los dos famosos escritores del Opus de los que se pueden leer sus libros sin consultar al director. Pero usted no puede ser ni el Fundador, ni Jesús Urteaga. Es difícil caer en la cuenta de quién pueda ser usted.

En cualquier caso, lamento profundamente no poder contar con un autógrafo suyo para subastarlo en Sotheby’s o en el caso de que yo siguiera en la Obra, ponerlo en la mesa del despacho del director como muestra absoluta y desgarrada de desprendimiento. De lo que sí estoy seguro es de que la web no olvidará nunca el día que usted nos hizo el honor de escribir.

Le deseo que el arte ni la inspiración nunca decaiga ni en usted ni en su prolífica familia.

Un saludo

Pablo

P.D. José Carlos, no me doy por aludido de tu despedida porque tú como yo, no podemos ni sabemos estar al margen de la web. Y volverás, de eso no tengo la menor duda. Pero por si acaso es verdad que no vuelves, que seas feliz y que cures a mucha gente en tu hospital. Pero no les des consejos espirituales 'made in opus' porque lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás. Guardaré un buen recuerdo tuyo a pesar de las bofetadas cibernéticas que nos hemos dado. Un abrazo, Pablo.