Luchadora:

Me duele tu carta, y quiero responderte. Lo que pasa es que no sé que decirte, no sé como ayudarte, no sé cómo ponerme en tu lugar  por que no soy madre  (ahora soy padre de dos chavales) y espero no ser padre nunca de un numerario. No sé si acertaré a darte consuelo, pero sepas que muchos de esta web estamos a tu lado...

         He sido numerario durante más de quince años, (más o menos,  he perdido la cuenta...) Quizá mis circunstancias personales fueron mejores que las de tu hija, las de mi familia... con todos sus problemas, a lo mejor no fueron las tuyas, quizá mi madre no tuvo que enfrentarse a la vida con la fuerza que tú lo has hecho... Pero había otras circunstancias que en mi soberbia de numerario imbécil me hacían desdeñar los consejos, el amor de mi familia... Pero hay algo que ayudó infinitamente, a la distancia. Sin saber si lo iba a utilizar, o no. Sabia que mi madre, hiciera lo que hiciera, decidiera lo que decidiera, tomara el rumbo que tomara, estaba ahí.

Te sigo diciendo, no sé si es bueno el consejo, pero tienes que hacer ver a tu hija que estas ahí. Ella lo sabe, ya ha llamado una vez, hazle ver que puede llamar cien veces, mil, y arrepentirse luego si quiere, no hay reproches. Tu nick de luchadora da a entender que has sido una madre coraje, pero a lo mejor tiendes al enfrentamiento frontal, si es así, no lo hagas. Que ni tu hija ni sus directoras perciban en ti un peligro constante para una vocación que se tambalea, que vean en ti un refugio para su estrés, no te manifiestes nunca como una amenaza, si no alguien que espera y comprende. Sé que es duro decirle a una madre que ve destrozada a su hija que espere, que no luche, pero por mi experiencia, si quieres que tu hija pueda recurrir a ti, estate ahí, con una sonrisa. Tienes que ser la imagen de la paz que ella busca en su tribulación, procura acercarte a verla aunque ella tenga que estar acompañada, pierde el tiempo, que tanto te falta, aunque solo sea para invitarle a merendar un chocolate con churros, con más calorías de las debidas. No le preguntes nada, no le reproches nada, no le critiques nada. Habla de sus estudios, o de su trabajo, pregúntale por sus ilusiones, incluso  deja que te cuente cosas de la obra.. Solo si acaso, como todas las madres, interésate por su salud, pídele que coma bien, que duerma bien, y al final hazle saber, explícitamente, que la quieres, que sus hermanos también la quieren, que te llame para lo que necesite, que la esperas en casa, si pudiera ir, os haría mucha ilusión a todos para tal o cual fiesta, que contáis con ella. Háblale de modo intrascendente de tal o cual amiga de la infancia, que mira por donde, quien  lo iba a decir, se ha casado con menganito.... Que tal o cual de su pandilla, el otro día en el super preguntó por ella, nada trascendente, ningún choque frontal, hazle sentir la verdad, tu estarás allí, esperando, lo que haga falta para cuando haga falta. Si en su actividad o encargo apostólico hay alguna ocasión para las familias, alguna fiesta y te invitan (ahora lo dudo) ve y acompáñale, no reproches nada, no critiques nada, solo tu presencia basta, solo tu eres un reclamo, eres su tabla de salvación, que vea que se puede agarrar, que no hay clavos punzantes, eres su tabla de salvación no un tablón amenazante. Por otro lado haz a tus otros hijos cómplices, se trata de su hermana que esta pasando un mal momento, y por muy tiquis-miquis que sea, por muchas ganas que haya de darle un soplamocos, pídele que aguanten, tu hija, su hermana tiene un gran corazón, con el tiempo les recompensará por esto, pero ahora pídeles seriamente, que tienen que hacer un esfuerzo por ponerle las cosas fáciles.

         Perdona, no quiero ser pedante, sé que no es fácil, que callar y sonreír cuando ves destrozada a tu hija no es fácil, pero creo sinceramente que es el mejor consejo. Sigue siendo una luchadora, pero con estrategia, no tienes que ganarte a tu hija, por que ya la tienes conquistada con el corazón, que la imagen de ti sea la imagen de la paz que le falta.

         No sé si te he podido o sabido ayudar, te he contado lo que yo buscaba cuando decidí irme, y el gran apoyo que supuso saber que mi madre, después de todo lo pasado no me iba a reprochar nada.. Si puedo ayudarte en algo no dudes en pedírmelo, mi correo lo tienen los orejas si lo necesitas.

         Te devuelvo el besazo,

J.C.