Hola, Carmen Perales

Voy a tratar de responder a tu reciente mensaje, el cual comienza con esta frase:

“Me llama la atención el rencor que rezuma vuestra página y creo que teneis una visión torcida y malintencionada de las cosas”

Quiero hacerte una pregunta: cuando usas las palabras “vuestra”,“tenéis”, “podéis”, etc. ¿a qué personas te refieres? ¿Qué personas tienen para ti una “visión malintencionada de las cosas”? ¿Te refieres a los responsables de esta página web, o a todas las personas que hemos enviado algún escrito que te pudiera haber parecido crítico con la Obra?

Te lo pregunto porque no lo sé, y creo que no lo dejas claro en tu mensaje. Y creo que para hacer una acusación como la que tu haces, al menos debías haber precisado mejor a quién o a quienes va dirigida. Si no,  puedes caer en un juicio injusto, en una generalización que no se sostiene por sí misma y que la gente no va a tomar en serio.

Un cura numerario me explicó una vez que Dios no salva “en masa” a las personas. Tampoco las condena en masa, por el hecho de pertenecer a una asociación o grupo. Dios juzga a cada persona; no creo que Dios tenga más tiempo para juzgar pausadamente y con justicia  a unas personas, y a otras las juzgue apresuradamente o de cualquier manera. No.

Sería bueno meditar acerca de qué cosas nos tomamos la libertad de hacer cuando ni siquiera Dios se lo permite a Sí mismo.

Para terminar, Carmen, te digo que éste es mi tercer escrito a esta web. No soy ningún responsable de esta página. Me encontré la página como tú, haciendo una búsqueda en internet.

En mi primer escrito, simplemente conté las circunstancias en las que pité a los 14 años.

Mi segundo escrito fue para decir a Rocio y a Chefo, lo mismo que te he dicho a ti.

Ciertamente podía muy bien haber copiado y pegado ese mensaje para dirigirme a ti, y me hubiera ahorrado tener que teclear este mensaje. Pero no, si a mí no me gustaría que me enviaran una respuesta automatizada, creo que debía tomarme la molestia de escribir para ti esta respuesta. 

un saludo 

Miguel L.