Querida María Cristina:

La verdad es que agota volver sobre temas ya trillados.  Por otra parte, trasladar la discusión a las personas, además de desagradable, aburre al personal y distrae de lo verdaderamente importante.  Pero me veo en la obligación de defenderme públicamente ante las acusaciones – muchas, a mi juicio injustas – que haces en tu última filípica (10-IV).  A los que estén hartos, que pasen adelante, os comprendo...

-        Me apena que se tergiverse lo que he dicho, sin citas que lo apoyen: el lector objetivo que acuda a la fuente original se dará cuenta de que muchas de tus interpretaciones, María Cristina, no dan en el clavo.

-        Ejemplo: nunca pretendí ofender a Jerónimo, simplemente expresar mi pena porque no se sienta a gusto con algunas cosas de la Iglesia.  Para que quede claro el texto original, el 31-I-05 dije:

“No tengo palabras para describir la pena que me da que un sacerdote católico (28-I), que evidentemente ama a Jesucristo y le ha servido durante décadas, se sienta tan decepcionado con este Papa y con la situación de nuestra Iglesia. Debe de ser muy difícil ejercer el ministerio con ese peso en el alma.”

-        Véase mi explicación, sincera y sentida, dada el 11-II-05.  Si Jerónimo todavía se siente herido, que por favor me lo diga y le pediré perdón cien mil veces.

-        Otro ejemplo: nunca pretendí ofender a los ortodoxos, simplemente constatar que se separaron de la Iglesia Católica romana.  Mi cita: “Creo que ése [la lealtad al Papa] es uno de los distintivos que nos hace católicos, y no protestantes u ortodoxos.”  Utilicé la acepción común de católicos aplicada a los cristianos fieles a Roma.  Ahí no hay ningún desprecio, nada peyorativo; explicación ya dada el 30-III-05.

-        Que inicialmente no revelé mi lugar de residencia: aunque lo mismo hacen muchos participantes en opuslibros por las razones que tengan y nadie se lo echa en cara, yo obré así al principio porque enseguida me daría a conocer (soy el único José Carlos ex-numerario estadounidense, y de hecho ya me han reconocido varias personas) y no quería afectar a ciertas relaciones.  Con el tiempo ese temor ha amainado.

-        Que no dije abiertamente que era cooperador: el que podía serlo es obvio para todos los ex-miembros, pues todos sabemos que se nos ofrece cuando nos vamos.  Para alguien como yo, que claramente salió de la Obra “en buen plan”, era algo evidente, y por otra parte no añade ni quita nada al peso de mis argumentos.  Explicación ya dada el 16-I-04.

-        Que no conté por qué me fui hasta que me amenazaron con la expulsión de la web: eso es absolutamente falso, te lo puede confirmar Agustina.  No sé si has leído todo lo que me ha caído desde septiembre del 2003, pero si lo haces verás por qué tenía miedo de abrir mi intimidad: algunos la han manoseado de forma muy hiriente.  Pero cuando por fin lo conté lo hice libre y espontáneamente, en agradecimiento a los orejas por dejarme volver después y no antes de un conato de expulsión; puedes comprobar la cronología de septiembre y octubre del 2004 tú misma.

-        Que no dejé claro que soy yo el que todavía llevo el anillo de la fidelidad: ya te expliqué el 15-XII-04 el recurso literario de hablar en tercera persona, por no querer atraer la atención hacia mí.

-        El artículo de Vigil: no me opongo a que cada uno diga lo que quiera, yo mismo me he beneficiado de la libertad de expresión: aborrezco la censura.  Lo que no me pareció prudente fue que la web tomara una posición oficial sobre un modelo de Iglesia heterodoxo.  Agustina y Flavia aclararon que colgar algo en los recortes de prensa no implica que la web lo suscriba en su totalidad (aunque también es verdad que no cuelgan en esa sección todo lo que se les manda).  Una vez más, explicaciones ya dadas el 11-II-05.

-        Que mi experiencia es negada por la existencia de ODAN: todas las experiencias son válidas, desde mi punto de vista.  De todas formas, me gustaría ver a algún ex-numerario estaodunidense, de los cuarenta y pico que conozco, escribir ahí: a lo mejor es porque su experiencia se acerca más a la mía que a la de Sharon Clasen o Tammy DiNicola.

-        Nunca he negado que no ocurran ciertas cosas o que no sea verdad lo que se cuenta aquí, al contrario de lo que tú das a entender: busca una cita en que lo haga, y verás cómo no la puedes encontrar.  Solamente pido que se preste la misma credibilidad a mis vivencias.

-        Te aseguro, de todo corazón, que no me mofo intencionalmente de nadie.  Lo que varios llamáis melifluo y edulcorado es el esfuerzo, que mucho cuesta, de mostrar cariño, y no saltar para decir un par de cosas bien dichas, por querer tratar a todo el mundo con respeto y delicadeza.  Rehúso a escribir con estridencias, ironías o mala leche, no es lo mío.

-        Que soy soberbio: no me dices nada nuevo, tienes toda la razón.  Me lo decían todas las semanas cuando estaba dentro, y ahora que estoy fuera me viene bien que me lo recuerden de vez en cuando: gracias.

Mira María Cristina, muestras en tus palabras, tu actitud hacia mí, tus interpretaciones a mi parecer temerarias, tus condenas continuas a mi persona, tus juicios sobre mi relación matrimonial y tus especulaciones sobre lo que pretendo fundadas en una realidad que poco conoces, que tú no deseas ni quererme ni comprenderme.  Involuntariamente – supongo – me faltas al respeto con frecuencia, y francamente ya estoy cansado de desviar la discusión a lo personal en vez de enfocarme en los temas que interesan a la gente. 

No dejo de preguntarme si te cebas en mí porque me identificas con alguien que te hizo mucho daño.  Si te sirvo de terapia, encantado, pero como creo que esto no conduce a ninguna parte prefiero no volver a responderte a diatribas personales: simplemente no vale la pena.  Con mucho gusto conversaré civilizadamente contigo sobre algún tema concreto, como lo hago con muchas otras personas que no piensan como yo, pero más ataques ad hominem encontrarán mi silencio.

Mucho cariño,

José Carlos