Hola Elias

He leido tu artículo del 28 de febrero sobre las formas que tiene el opus de reprimir la libre comunicacion entre sus miembros. Obviamente y despues de 15 años dentro, debo decir que es absolutamente cierto todo lo que escribes. A mi me gustaria añadir algún detalle más.

A veces se ven casos, que en un centro cuando alguien lo deja, se van a continuación y en poco tiempo uno, o dos más. En mi caso personal fue asi: de forma secuencial tres en total. Lo que habia en común entre los tres era que sin querer (pero obviamente queriendo, pues es lo más natural de la convivencia humana) fuimos poco a poco intimando y empezamos a expresar unos a otros nuestras inquietudes. El 'leit motif' era en este caso los flagrantes casos de hipocresía que veíamos a nuestro alrededor (ya sabréis muchos de qué se trata: numerarios de primera clase y los de segunda y... tercera). No penséis que quedábamos en un café como si fuéramos a tramar un complot, eran conversaciones breves, sinceras, de pasillo o de paseo, pero suficientes para sentir el calor del "otro" (... ¿sentirte querido, quizas?) para reflexionar y no sentirte raro. (Dios mio, la de estupideces por las que hemos pasado).

Esta claro por qué no se permiten esta clase de confianzas dentro de la organización, ¿¿¿.....verdad??? Ya sabemos lo que puede pasar. Es increible hasta qué punto se puede llegar a descarnar a una persona. Lo que es la base de un trato de familia (la sinceridad y la confianza espontánea) se anula institucionalmente. Todo tiene que pasar por el filtro del comisario político-institucional de turno. Luego vienen las depresiones, las pastillas. ¿Habeis visto llorar a numerarios que se sienten solos? Yo sí. Y nunca fui director ni tuve cargos de direccion.

Qué lamentable, que la Iglesia Católica, (supuestamente vela por sus hijos) no "investigue" la licitud de esta práctica en una institución a la que ha dado el visto bueno.

Labuhardilla