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 Correos: Màs acerca del perdon.- Aquilina

040. Después de marcharse
Aquilina :

En su ùltima intervenciòn dice José Carlos: “Pero también sugiero, por propia experiencia, que no todo es negro; y que presentar el mundo Opus Dei de forma exclusivamente negativa ni se atiene a la compleja realidad, ni ayuda a la renovación personal: porque es casi imposible perdonar al mal encarnado, y totalmente inútil perdonar a una caricatura virtual que con su sombrío absolutismo sustituye a la humana verdad del claroscuro.

 

Creo que sea necesario volver a profundizar, aunque se haya tratado recientemente, el argumento con que se enfrenta José Carlos, pués leyendo su argumentaciòn puede asumirse como implicito que la visiòn del opus que sale de esta web sea totalmente negativa y que todos, o la mayorìa, de los que participamos en la web, por esto mismo, nos negamos a perdonar, y no creo que esto sea cierto.

 

Hay varias cosas que me parece oportuno comentar...



Antes de todo, esta insistencia en que el cuadro que ofrece la web acerca del opus sea todo negro.

 

Este planteamiento nace, segùn mi parecer, del hecho de asumir un dogma intelectual de la obra: el que comentar de cualquier forma que no sea de explicita alabanza aspectos de la obra, sea por sì mismo una critica y por lo tanto un ataque a la obra misma. Y esto, por supuesto, no es cierto, como aparece evidente a toda persona que o no recibiò en su vida la formaciòn mental de la obra, o consiguò salir de esta perspectiva. Lo cotidiano de cada dìa de todos nosotros, la vida politica de los pueblos, las organizaciones empresariales, las reuniones de condominos, estàn empapadas de estas dinamicas dialecticas que son, habitualmente, enormemente constructivas y fecundas, y que en gente que no sufre de paranoia habitualmente no generan la impresiòn de que se les està atacando personalmente ni corporativamente. Por lo tanto es necesario salir de esta forma mental y no dejarnos llevar por esta trampa, puesto que todos nosotros que pasamos por el opus dei nos encontramos extremadamente debiles frente a esta argumentaciòn, y a menudo, aùn cuando reclamamos el derecho de criticar y condamnar aspectos del espiritu y de la praxi de la obra, tenemos la sensaciòn de estar, por esto mismo, « atacandola », por haber sido condicionados a pensar que lo correcto es “lavar los trapos sucios en casa” o “tapar ciertas miserias, como lo hicieron con su padre los hijos de Noé”. Para averiguar que este apasionamento obcecante no es cierto, sòlo hace falta leer las intervenciones de estos ùltimos dìas, para no citar –por ser imposible por su cantidad- la mayorìa de los testimonios anteriores.

 

En segundo lugar es de subrayar que, aunque por cierto haya unos cuantos pedidos de requerimiento explicito de perdòn por parte de quién nos han hecho daño (algunos pidiendolo a la instituciòn, otros a las personas y a los directores concretos) a mì me parece que en su mayorìa, aunque por cierto no todos, se trate màs de un recurso literario, de una hipotesis teorica para ilustrar su propria posiciòn mental, màs que de una pretesa entendida en su sentido literal.

 

Y por el tono de muchas intervenciones, creo que la mayorìa de la gente se encuentre, interiormente, en una disposiciòn màs semejante a la que yo asumo como mìa: yo no siento necesidad de que nadie me venga a pedir perdòn, puesto que me encuentro aceptablemente en paz con mi pasado; puesto que he asumido mi parte de responsabilidad en el proceso que me llevò a entrar, a quedarme y al final al salir del opus, como he intentado ilustrar al contaros mi experiencia personal; puesto que no creo poder juzgar de las intenciones màs o menos torcidas o rectas de las personas concretas que actuaron en mi biografìa; y sobre todo puesto que antes que esperar que otros me piden perdòn a mì tendrìa que haber logrado pedir perdòn yo a todos los que afecté con mi personal actuaciòn apostolica, proselitista y fraterna en mis años en la obra. Para entender bien esta afirmaciòn mìa sin alargarme demasiado, a quien interesa puede irse a leer otras intervenciones pasadas en las que maticé estos argumentos, especialmente la del 16 de diciembre 2003 sobre pedir perdòn y la del 10 de octubre 2003 sobre las criticas al opus. Multiplicar las citas autoreferentes puede resultar pedante, pero ni cada uno de nosotros puede cada vez recomenzar a tratar asuntos ya tratados, ni se puede pretender que todos los que participan desde menos tiempo en la web conozcan todas la discusiones anteriores.

 

Con lo dicho anteriormente, no quiero negar ni el derecho de quien sufriò màs acerbamente por su paso en la obra a pedir este requerimiento de perdòn, ni el deber de la obra, en cuanto instituciòn y de los directores singulares, a rectificar y pedir perdòn por sus actuaciones equivocadas.

 

Ni quiero dejar entender implicitamente que sea màs acertada o màs virtuosa una actitud o la otra: esperar que nos pidan perdòn o desentenderse de la cuestiòn. A proposito de esto, para mì fué especialmente iluminante leer en el escrito de Jacinto Choza sobre este mismo argumento (16.2), su observaciòn acerca de que “siempre las virtudes y los vicios suelen estar mezclados en los hombres. La falta de rencor puede estar mezclada con falta de sensibilidad, con pereza, con falta de amor a la justicia, etc.”.

 

Lo que sì quiero subrayar es que muchos que escribimos en esta pagina haciendo criticas al sistema de la obra, no necesariamente nos apoyamos en situaciones personales de tal sufrimiento que puedan quitar lucidez y objetividad a lo que evidenciamos. Afirmar esto serìa  reductivo y no es cierto.

 

Y en fin, una ùltima consideraciòn: no creo que sea cierto que para curarse, para reconstruirse, el camino pase por no dar lugar, dentro de nuestro corazòn, a la rabia, al deseo de ver reconocidas nuestras razones, a la necesidad, hasta, de echar en la cara de quien nos causò daño su responsabilidad. Yo creo que en el crecimiento interior no existen atajos, hay que pasar cada etapa. Al perdòn, si se llega, se llega porque se ha superado la rabia, la herida de la ofensa y del sufrimiento, la sensaciòn del daño sufrido, no porque se ha removido y negado sin elaborarlo. Esta actitud de negar y no elaborar, creo yo, hasta puede agravar y ahondar la depresiòn y la posibilidad de cerrar con el pasado. Por esta razòn no creo que nadie pueda pedir a otros que perdonen: hay que respetar tiempos de evoluciòn, capacidades, disponibilidad personal. Mientras que las heridas no se han curado, es inutil y hasta dañino, segùn mi experiencia, hacer como si nada, sobre todo si somos empujados por la espectativa o la exigencias de otros que no somos nosotros mismos.

 

Un abrazo cariñoso para todos los Orejas de los dos lados de la pantalla

 

Aquilina




Publicado el Friday, 25 February 2005



 
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