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 Tus escritos: Los padres de la herejía hipócrita(IV) (Cap.8 de 'Nuevas herejías').- Iván

090. Espiritualidad y ascética
Iván :

Los padres de la herejía hipócrita (IV)

Nueva entrega de NUEVAS HEREJÍAS

IVÁN, 11 de febrero de 2005

3.3 Tercer texto.

 

685 - El vendaval de la persecución es bueno. —¿Qué se pierde?... No se pierde lo que está perdido. —Cuando no se arranca el árbol de cuajo —y el árbol de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo— solamente se caen las ramas secas... y esas, bien caídas están.

 

La interpretación inmediata de este punto es la de que se está refiriendo a la persecución de la Iglesia...



Ello se debe a las dos palabras contenidas en él: “persecución” e “Iglesia”; a lo que se añade el entorno social en el que fue escrito: una época en la que España sufría persecución religiosa (la primera edición de Camino es en 1939, el mismo año en que finaliza la guerra civil española). Pero el autor habla de persecución en la primera frase y muy separado de ella, en un comentario, se refiere al “árbol de la Iglesia”; nunca dice de forma explícita que la perseguida sea la Iglesia (no escribe: “El vendaval de la persecución a la Iglesia es bueno”).

 

¿Cómo podemos discernir si se está refiriendo a la Iglesia o no?

 

Y en el supuesto de que no se refiera a la Iglesia, ¿de qué otro tipo de persecución se trata?

 

Para responder a la primera pregunta, si está hablando de la Iglesia o no, desarrollemos lo que suponía en aquel entonces esa persecución, para así poder después añadirlo a este texto y ver sus consecuencias.

 

La persecución religiosa que sufría España, cuando se fraguó Camino, iba acompañada de sacrilegios, blasfemias, impedir la instrucción católica a los niños, asesinatos por el sólo hecho de ser cristiano, destrucción de objetos sagrados, incendio de iglesias y conventos, imposibilitar a los fieles el culto, etc.

 

Ahora introducimos en el escrito esos aspectos de la persecución a la Iglesia, en las partes en donde su autor coloca puntos suspensivos:

 

El vendaval de la persecución [a la Iglesia] es bueno. —¿Qué se pierde? [No se pierde nada cuando las gentes blasfeman o se cometen sacrilegios o se impide la instrucción católica a los niños o se es asesinado por el sólo hecho de ser cristiano o se destruyen objetos sagrados o se incendian iglesias y conventos o se imposibilita a los fieles el culto].... No se pierde lo que está perdido. —Cuando no se arranca el árbol de cuajo —y el árbol de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo— solamente se caen las ramas secas: [las iglesias y los conventos que arden, los sacrilegios, los asesinatos, el impedir el culto y la instrucción religiosa, los objetos sagrados que son pisoteados, las blasfemias]... y esas, bien caídas están.

 

Ningún católico se atrevería a afirmar que “es bueno” todo eso. El punto se transforma en un texto tan surrealista, tan anticristiano e impropio de un escritor espiritual, que llegamos a la conclusión de que cuando en él se habla de persecución es imposible que su autor tuviera en mente a la Iglesia.

 

Pero, si no se refiere a la Iglesia, ¿quién es entonces el azotado por el vendaval de la persecución?

 

Tan sólo puede referirse a una persecución de tipo individual, la que sufre una persona aislada, o la de un colectivo que forma parte de la Iglesia, que en este caso se correspondería con los miembros del Opus Dei, puesto que Escrivá realizó Camino pensando en ellos y porque la Obra sufrió mucha incomprensión desde su nacimiento (“persecuciones”, según se cuenta dentro de la Institución), lo que llevó a que muchos de sus integrantes la abandonaran

 

El hecho de que hable de un “árbol” y de que “solamente se caen las ramas secas”, nos indica que el autor se está refiriendo a un colectivo de personas del cual aquellas que no están firmes son las que arranca el vendaval (las secas, las que carecen de vida interior). Para comprobar el sentido que toma el texto vamos a añadirle un par de frases en las que se hace ver que esa persecución se refiere a la Obra:

 

El vendaval de la persecución [al Opus Dei] es bueno. —¿Qué se pierde? [Quienes lo abandonan es porque carecen de vida interior, del amor necesario al Opus Dei para seguir firmes dentro de él]... No se pierde lo que está perdido. —Cuando no se arranca el árbol [del Opus Dei] de cuajo —y el árbol de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo— solamente se caen las ramas secas... y esas, bien caídas están.

 

Vemos que el texto es congruente en todo, excepto en ese comentario al “árbol de la Iglesia”; por ello vamos a suprimirlo:

 

El vendaval de la persecución [al Opus Dei] es bueno. —¿Qué se pierde? [Quienes lo abandonan es porque carecen de vida interior, del amor necesario al Opus Dei para seguir firmes dentro de él]... No se pierde lo que está perdido. —Cuando no se arranca el árbol [del Opus Dei] de cuajo solamente se caen las ramas secas... y esas, bien caídas están.

 

Ahora si que encaja todo, hay congruencia entre las frases, el conjunto tiene sentido. Pero no podemos olvidarnos de la frase que hemos suprimido (“y el árbol de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo”), ya que es precisamente ahí en donde radica la herejía de este punto de Camino, porque con esas palabras el autor identifica el árbol de la Obra con el de la Iglesia y con ello cae en la herejía de afirmar que el Opus Dei y la Iglesia son lo mismo.

 

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Publicado el Friday, 11 February 2005



 
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