Recuerdo una anécdota que estaría en la línea de las contadas por Dionisio (3/1) y Aquilina (9/1) estos últimos días. Luego se verá el porqué del título.

Fui a un curso anual en el extranjero como "responsable" de un grupo de numerarios jóvenes universitarios. Se pretendía que alguno pudiera continuar la carrera en aquel país, motivo por el cual me reuní en un par de ocasiones con los directores de la comisión. Durante el curso anual la administración se escandalizó porque uno de esos chicos pasó para lavar una camiseta de deporte con el anagrama de la marca deportiva Kappa (la silueta de un hombre y una mujer sentados apoyándose por la espalda). Llegó el aviso al consejo local, que aparentemente también se escandalizó, y me buscaron a mí -que sí había visto la camiseta en cuestión-, pero ante el cariz que tomaban los acontecimientos preferí hacerme el despistado y decir que no me había dado cuenta. La camiseta obviamente fue requisada.

Vista mi reacción, y puesto que yo no veía maldad alguna en el tema, sospecho que en estos casos se producen reacciones en cadena de "pánico colectivo". Quizá todos pensábamos que era una bobada (excepto la administradora de la casa ??) pero en esos temas más valía pasarse por estrecho y evitarse problemas, y nadie estaba dispuesto a decirlo claramente.

La obsesión en el tema sexual es tremenda, y me refiero sobretodo a que se ven ocasiones de pecado en situaciones como ésta, la del niño Jesús "impúdico", las figuritas del mueble o algunas escenas de las películas censuradas. Situaciones que sólo pueden inquietar a alguien enfermo o muy deformado por esa formación eminentemente represiva del opus Dei, que prefiere un "no mires" a un "mira limpiamente".

Un abrazo a todos,

Galileo