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 Correos: ¿Vocación para abusar o abusar de la vocación?.- Angel

050. Proselitismo, vocación
Angel :

¿Vocación para abusar o abusar de la vocación?


Muchos de los conflictos que se plantean en esta página parten de la concepción totalitaria de la “vocación” que tiene el Opus Dei. En la carta de Álvaro del Portillo, con motivo de la beatificación de Escrivá, se dice “Primero nos ha elegido y después nos ha creado para cumplir esa llamada. La elección precede a nuestra existencia; es más determina la razón de nuestra existencia” (pag.19). Es decir, Dios nos creó, me atrevería a decir que exclusivamente, para que fuéramos del Opus Dei.

Esto significa que la única razón para existir que tiene quien es captado por la Obra es su pertenencia a la organización, porque fuera de ella existencialmente no sería nada. Es decir, una vez que “dios” a través del Opus Dei te señala, ya no tienes –dentro de esta lógica- otra alternativa, ni tiene ningún otro sentido tu vida, que seguir adelante. Como afirma del Portillo: “Nos ha llamado desde la eternidad para ser Opus Dei y hacer el Opus Dei”.

Ante el hecho de que “Dios nos ha creado, y nos ha formado y nos ha tallado como convenía a la vocación que antes, desde la eternidad, nos había concedido” (pag.23), ésta “no se pierde jamás”. Del Portillo, por si alguien duda, cita una afirmación de Escrivá: “Tienes vocación y la tendrás siempre”. Esto implica que hasta el momento de nuestra muerte, supuestamente estaremos traicionando –“traición” es el término que usa del Portillo- la voluntad de Dios.

Para quien ha sido formado y condicionado para ver la vocación de esta forma, la renuncia tiene que suponer un desgarro muy profundo, ya que lo enfrenta a la posibilidad de estar rechazando el plan de Dios y, con ello, la salvación eterna. Es una manera terrible e inhumana de coacción espiritual, a la que se suma algunas veces la física.

La libertad desaparece y los directores tienen el “deber” de retenerlos, porque quien quiere apartarse del camino –como consecuencia de estas premisas- se está jugando el alma y apostando por el infierno. Ellos también son coaccionados para cerrar las puertas del redil. Con la conciencia tranquila, porque ni Dios ni el Opus Dei, que de hecho terminan identificados en esta visión, pueden errar en el tema de la “vocación”.

Por eso, del Portillo sostenía de manera tajante que “siempre es el egoísmo, la soberbia, es el yo desorbitado el que impide la fidelidad” (pag.68). Y agregaba “tras la resistencia a seguir al Señor al ritmo de nuestra entrega, no hay más que eso: concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida” (pag.69).

Si algo falla no puede ser sino culpa del “llamado” que no supo responder. No cabe la posibilidad del error por parte de la Obra de Dios –el énfasis de Del Portillo es absoluto: “siempre…” y “no hay más que eso…”- ; ya que ella no sólo es dueña de la verdad divina, sino también de origen divino. Por tanto, sólo cabe someterse. Esta concepción totalitaria es precisamente la que no permite que los “aspirantes” sean realmente tales, ya que desde el primer día son orientados a verse a si mismos como elegidos desde la eternidad.

En buen romance, quien abandona no sólo lo amenazan con su salvación eterna; sino que además pretenden cargarlo con un complejo de culpa. ¿Alguien se puede extrañar que los problemas de “vocación” se transformen, muchas veces, en problemas sicológicos?.

Sin embargo, es necesario puntualizar que esta forma muy peculiar, poco caritativa y manipuladora, que tiene de ver la vocación el Opus Dei, no necesariamente es la de otras instituciones de la Iglesia. Veamos el caso, de una organización similar en algunos aspectos a la Obra de Dios: el Sodalitium Christianae Vitae, fundado en 1971, por el laico Luis Figari su actual superior, y aprobada en 1997 por Juan Pablo II. Es la primera Sociedad de Vida Apostólica laical masculina con Aprobación Pontificia en la historia.

El Sodalicio se fundó en el Perú y se extiende por América Latina. Es una asociación de laicos y sacerdotes diocesanos –que hacen vida fraterna en común- en la que las autoridades son los seglares, los mismos que ejercen este servicio incluso sobre sus hermanos sacerdotes. Estos, además, no dependen canónicamente de los obispos diocesanos sino de sus autoridades laicas. Es la primera asociación en que los laicos mandan sobre los curas. El modelo que hubiera debido tener el Opus Dei, cuya concepción se clericalizó con la creación de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

En el Sodalicio en el tema de la vocación hay un proceso que se llama de “discernimiento”, que no es sino una reflexión de cara hacia Dios para estar seguros que ese es tu camino. Su fundador, el laico Luis Figari, ha compuesto una oración –todo un canto a la libertad y a la prudencia- a la que denomina Santa María de la Buena Elección, que es todo un ejemplo de cómo debe encararse una posible vocación; y que de haberse actuado así en el Opus Dei cuanto dolor y errores se hubieran evitado…

Al elegir vocación
por Luis Fernando Figari

A tu amparo me acojo
Santa María
de la Buena Elección,
maravillado por la claridad
con que supiste discernir
y acoger
las palabras
del Mensajero divino.

Bien sabes qué difícil
es elegir correctamente
el camino en la vida,
descubrir para qué he nacido,
pues al hacerlo pongo
en riesgo mi felicidad
en el tiempo
y para la eternidad.

Sé que debo buscar con prudencia
y con todo cuidado
las señales
que apuntan
en la dirección correcta,
que no es asunto de gustos
o de disgustos,
sino del mejor camino
para mí.

Precisamente de eso se trata,
de mi vida.

Lo que es excelente para otro,
muy bien puede no ser bueno para mí.

Quiero elegir
sin errar
pues estoy convencido
de que es fundamental
para mi plena realización.
Pero el ruido del mundo,
la falta de hábito,
las ideas preconcebidas
y hasta los decires
de quienes con buena intención
se quedan sólo en apariencias
sin comprender realmente
lo que vivo,
hacen tan difícil
elegir correctamente
y tan peligroso inclinarme
a un tipo de vida
para el cual no he nacido
y en el cual me encontraría
fuera de lugar.

Sé que tengo que obrar
con prudencia,
escuchando opiniones,
pero sin dejar
que ellas me determinen,
buscando siempre
el designio divino,
sin dejarme impresionar tanto
por los aparentes
beneficios temporales
que hoy quizá me deslumbran,
por lo que veo
como un futuro idealizado,
sino viendo con mayor realismo
lo que me depara el mañana
según mi profunda naturaleza
y condiciones.

¡Oh Santa María
de la Buena Elección!,
cuida mis pasos,
guíame por la senda correcta y
obtenme la ayuda divina para que
pueda libremente hacer
una buena elección.

Por mi parte te ofrezco ser
lo más sereno posible,
evitar toda momentánea fascinación,
reflexionar con toda seriedad,
conocer y evaluar
los distintos estados
y sus condiciones,
buscar las señales
del camino que debo recorrer,
consultar con total libertad
a personas prudentes,
rezar con perseverancia
pidiendo iluminación
y, en fin,
poner cuanto esté de mi parte
para cooperar con la gracia
en hacer una buena elección.

Así sea.

Ángel




Publicado el Sunday, 19 December 2004



 
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