En su carta de 26 de noviembre, Epi continúa dando argumentos sobre la incompatibilidad entre la Iglesia y la izquierda. Varias veces se ha dicho que ésta no es una web para hablar de política, pero el Opus es precisamente una de las muestras más preclaras de ese modelo de Iglesia actualmente en pie de guerra, que, efectivamente, es incompatible con una conciencia de izquierdas. Así que no es salirse tanto del tema.

¿De qué Iglesia estamos hablando? De la de la mayoría de los obispos. De la del Opus, los Kikos o los Legionarios de Cristo. De la que, de todos los mandamientos del Decálogo, sólo se preocupa por el Sexto. De la que le niega la comunión a los divorciados, pero no a los asesinos en el poder (como Pinochet, o como aquel que tuvimos por aquí y que, según Epi, por ser católico siempre respetó los derechos humanos…)

¿Por qué cosas se moviliza esa Iglesia? ¿por el “derecho a la educación”? Sólo si se refiere a las subvenciones de “sus” centros, o a la obligatoriedad de la enseñanza religiosa. En cuanto a los otros derechos, no la he visto convocar manifestaciones por el derecho efectivo al trabajo. A condiciones de trabajo dignas. A la vivienda. ¿Por el derecho a la vida? Sólo si eso se refiere al aborto. No si se refiere a la guerra o a la pena de muerte, en los estados donde existe.

La iglesia, como institución, nunca se ha movilizado por los derechos humanos. Después de todo, cuando apareció la democracia, hace un par de siglos, los Papas de turno publicaron encíclicas diciendo que eso iba contra la ley de Dios, y defendiendo la Monarquía Absoluta de derecho divino…

Hay sectores de la Iglesia que sí lo hacen, hay fieles de a pie, y sacerdotes, y obispos, que sí creen que es más anticristiana la miseria y la tortura que el divorcio o el matrimonio de homosexuales. Suelen ser reconvenidos por el Vaticano. Monseñor Romero, o Ignacio Ellacuría no han sido canonizados. El Marqués de Peralta sí.

(No puedo menos que recordar como, durante mi estancia en La Cosa, me llamaron la atención por darle demasiada importancia a la doctrina social de la Iglesia…)

Pero ni siquiera las leyes de los pecados del Sexto (el aborto, el divorcio…), vigentes desde hace mucho, han provocado una irritación como la de ahora. Esa Iglesia se moviliza, sobre todo, cuando le tocan sus privilegios, aunque sea mínimamente.

Tiene la desfachatez de decir que está siendo perseguida, en un país donde, no sólo hay una casilla en el IRPF para destinarle parte de los impuestos, sino que el Estado le paga una cantidad extra porque con eso no le alcanza (a pesar de que, según Epi, el 80% de los españoles es católico, menos del 40% se toma la molestia de poner la crucecita).

En un país donde la Religión Católica existe como asignatura de oferta obligatoria en todos los centros, públicos y privados; cosa que el actual Gobierno no pretende eliminar. Lo que pretende es que los alumnos tengan la opción de cursarla o no. Lo que es increíble es que la Iglesia pretenda que se obligue a los alumnos que no la eligen, a estudiar eso que la LOCE llamaba “enseñanza religiosa no confesional” (y que incluía temas como “la oración” en el temario de 2º de ESO). O que monten un cirio sobre la eutanasia porque en una película sale un señor que defendía su derecho a decidir sobre su propia muerte. ¿Qué pretenden, que se prohíban las películas que no dicen lo que ellos quieren? (se ve que todavía no se han acostumbrado).

Si eso es sufrir persecución, ¿cómo le llama a la situación de los países democráticos normales, donde no la Iglesia no está financiada por el Estado, y la Religión se enseña en las parroquias? ¿en qué país (actual) tienen más privilegios que aquí? y ¿qué tiene todo eso que ver con el Evangelio?

Así que, sí, esa Iglesia para la que no hay más pecados que los que tienen que ver con la sexualidad, y que se siente perseguida si no tiene TODOS los privilegios de cuando Franco, sí que es incompatible con votar a la izquierda. Totalmente de acuerdo.

M.J. (emejota)