Opuslibros - Decepcionado de la ¿cobardía? de los orejas.- Brian

Brian :

Como se supone que debía ser y no podía ser de otra forma, la web va a decirle a Jose Carlos que siga escribiendo. Lo sé de buena tinta. Resulta que orejas son injustos y la web no tiene sentido sin José Carlos (en adelante JC). Ahora tengo dudas de por qué y para qué se hizo la web, si para hablar de las cosas buenas del opus o para entender por qué nos fuimos y dónde estuvo el fallo; si para alabar la institución o para estudiar y analizar qué hicieron con nosotros y por qué.

El mérito de JC es que sabe guardar las formas y no insulta; es mucho más educado que los orejas que le contestan. A los orejas, las fuerza se les va por la boca. Las buenas maneras son fundamentales o mejor dicho, son básicas. Nicole no las guardó y mereció la expulsión sin que nadie rechistara. ¿Cuál fue su fallo?: sus maneras; demasiado visceral, agresiva y sin andarse por las ramas, directa: nos insultó lo mejor que supo pero no guardó las formas. O sea, que la web, porque no hay normas establecidas, -sólo la libertad de expresión y el no insultar- se ve condenada a aceptar todo lo que esté escrito siempre que parezca que no se insulta o se insulta educadamente. Y dicho esto, el fondo de lo que acusaba Nicole a los que escribíamos nuestros testimonios, es el mismo fondo de los escritos de JC.

JC no se cree las experiencias personales cuando son negativas respecto al opus; JC ha vivido lo opuesto a lo que narran los testimonios. JC sólo vé el lado bueno del opus y nosotros hemos vivido un opus que no existe. JC considera que las webs del opus son más fiables y las recomienda a quien pregunta para quien quiera informarse bien. JC no encuentra en opuslibros el clima adecuado para contar por qué se fue, pero sí lo encuentra para decir que le extraña que haya experiencias tan duras. Pero claro, JC es cooperador del opusdei que espera que algún día le permitan ser supernumerario y con ello, imagino que reza -es su obligación- para que el Santo haga el milagro de cerrar la web.

Nicole se ganó su expulsión porque no tuvo tacto; si hubiera utilizado otra estrategia, aún seguiría escribiendo: seguiría sin creernos, pensaría que contamos verdades a medias y que fuimos nosotros los desagradecidos a una institución que se desvive por sus hijos. Pero... le perdieron las formas, ¡ah, las formas!. Como no se hizo la mártir, ni la que no nos comprendía a la vez que no compartía nuestro punto de vista, ni mandaba saludos para la familia, ni nos daba las charlas que ya recibimos dentro para que no se nos olvidara el buen espíritu... duró poco en la web.

La diferencia entre Nicole y JC son las formas, así que a tragar con el fondo que al parecer, es lo menos importante.

Y los orejas se bajarán los pantalones -¡ojo!, cuidemos las formas, así que me autocensuro a continuación-. Diré mejor que los orejas volverán a ceder a los chantajes emocionales y le dirán a JC que aquí no ha pasado nada. La web, sin él, por lo que parece, no tendría sentido y perdería todo su interés. No importa el testimonio de Amapola, no interesan los recientes escritos de E.B.E. Aquilina, de M.J. o Flavia, porque por lo que entramos a la web realmente, es para ver si ha escrito JC y para ver cómo en una nueva ocasión nos dice que mentimos, pero con tacto, con educación y sin que se note.

Saludos de un decepcionado de la ¿cobardía? de los orejas,
Brian

P.D. Espero que no se me diga que "sea muy feliz en otra web" porque no he faltado a las normas (perdón, quise decir las formas).

Y antes de que JC nos dé otra charla sobre el opus, me permito transcribir otra también del opus, donde se explica muy bien la constancia de JC y lo bien que se sabe el espíritu de la obra:

"PREDICA la palabra, insiste con ocasión, y sin ella, reprende, ruega, exhorta con toda paciencia y doctrina" (de Nuestro Padre. Carta II-III-1940 p. 48). Al vivir el apostolado de la doctrina, tendremos que insistir muchas veces en las mismas ideas. No basta que nos escuchen, que sepamos acomodarnos a la capacidad de cada persona: el don de lenguas exige también que no nos cansemos de repetir con frecuencia las mismas cosas. Todos sabemos, por experiencia propia y ajena, que en ocasiones no las entendemos inmediatamente y, también, que la memoria es flaca.

Es preciso insistir sin miedo: tengo la experiencia de que hay que repetir las cosas. Hay cosas muy claras, muy claras, que la gente no entiende porque algunas veces nosotros tenemos malas explicaderas; pero en otras ocasiones, son ellos los que tienen malas entendederas, y se da el caso de que coincidan las dos cosas: malas explicaderas y malas entendederas. Estamos diciendo siempre lo mismo, insistiendo en ideas que son clarísimas, pero cuando no las entienden, tenemos que repetirlas de cincuenta maneras, para que al fin, poco a poco, se vayan enterando. De cien personas, al principio cogen las cosas primero sólo tres; después, diez; al cabo de un tiempo, treinta. Hay algunos que no las entenderán nunca: sacan, de nuestra conversación o de sus lecturas, en vieja frase castellana, lo que el negro del sermón, porque no entendía la lengua: los pies fríos y la cabeza caliente". (De nuestro Padre, Carta, 30-IV-1946, n. 71].

Es menester insistir, sin temor a repetir, sin cansarnos, con serenidad y vibración a la vez, "porque dar doctrina es una de las pasiones dominantes de los hijos de Dios en el Opus Dei" (De Nuestro Padre n.14). Debemos hacer el apostolado de la doctrina, aprovechando todas las ocasiones que se nos presenten: una palabra dicha a tiempo, ¡cuánto bien hace!

Una virtud especialmente necesaria para esta siembra de doctrina es la paciencia. No debemos perder nunca el ánimo, ni por nuestras flaquezas ni por las posibles tardanzas de los demás en comprendernos.

AL PONER por obra el apostolado de la doctrina, tendremos que repetir muchas veces los mismos conceptos. Precisamente por eso, hay que poner un interés particular en decirlo de forma amena, para que no canse.

Hay que repetir lo mismo, pero de modos diversos. Es la forma lo que debe ser siempre nuevo, distinto; no la doctrina, que permanece idéntica, inalterable, si toca la fe o las costumbres. Por tanto, necesitamos decir las cosas continuamente, en cien lenguas, y de modo agradable, para que nuestra palabra, nuestra conversación sea siempre con agrado sazonada con sal, de suerte que acertéis a responder a cada uno como conviene.

Debemos revestir la doctrina de una forma atrayente. Si no se sabe presentar la doctrina condimentada con la gracia y la sal del bien decir (...) nada se consigue. Hemos de lograr que, en nuestros labios, una misma idea repetida con constancia suene a algo nuevo cada vez que la digamos. Hay que renovarse: saber decir lo mismo cada día con gracia nueva. Es el don de lenguas, parte del don de lenguas. Y para eso es preciso estudiar y preparar las cosas, sin improvisaciones, enriqueciéndose continuamente, sin esperar ilustraciones extraordinarias, poniendo esfuerzo y dedicando tiempo. La petición del don de lenguas debe ir acompañada siempre de un estudio profundo de la doctrina y del empeño por conocer nuevos modos de decir y de enfocar los mismos aspectos. Nos ayudará también la lectura frecuente de los escritos de nuestro Padre, pues nuestro Fundador poseyó en un grado muy alto ese don de transmitir la doctrina, de tal modo que siempre parecía algo nuevo y más atractivo. (Meditaciones. Tomo III. Meditación nº288.)

Publicado el Wednesday, 29 September 2004