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 Tus escritos: Mi historia completa (2).- Mercy

077. Numerarias auxiliares
Mercy :


MI HISTORIA COMPLETA (2)

Segunda entrega
MERCY, 24 de septiembre de 2004



Primer año.

Todo era nuevo para mi. Aunque recibí de mis padres las bases de la fe, ellos nunca me obligaron a practicarla. Yo era libre.

Pero en ese primer año comencé a estudiar el catecismo y por fin pude hacer mi primera comunión; nadie supo que la estaba haciendo, solo el sacerdote y yo. Fue algo muy intimo y grandioso.

El trabajo era pesadísimo para chicas de nuestra edad pero todas queriamos ser la mejor. Participaba en todas las tertulias especiales que se organizaban: teatro, baile, juegos, todo. Era una esponja al 100%...

Cada alumna tenia asignada una preceptora (numeraria) y una "amiga" (numeraria auxiliar). Con la primera se tocaban temas academicos, con la segunda todo lo demás: plan de vida, asuntos personales, vida diaria etc.

En mi caso no sé si conciderarlo virtud o defecto pero sucede que me encariño rapidísimo con las personas, pero no solo entrego el corazón sino toda mi confianza y eso hice con estas dos personas.

Comenzó el segundo año ¡¡ya soy grande!! ahora tengo que dar ejemplo a las de nuevo ingreso y no solo eso ya podía enseñar el catecismo a los niños de los pueblitos cercanos y ya podía pasar a servir el comedor de LA RESIDENCIA!!... Ya podía y debía pedir la admisión...

Para entonces ya lo habían hecho otras tres compañeras de grupo y comenzaron a perseguirme por todos lados, al final y con 16 años lo hice; escribí mi famosa carta. Todo era felicidad.

Con lo que no conté fué con mis hermanos mayores que decidieron que se me había safado un tornillo y era necesario tomar medidas. Y un domingo de visita me avisaron que mis papás habian llegado a verme, ¡yupiii!!; bajé las escaleras corriendo y saludé a mis papás dentro del coche como siempre, pero, de pronto se encendió el motor y mi papá comenzó a avanzar por el camino que conducía fuera del territorio de la casa de retiros, ¿Que haces papá? pregunté yo. -Vamos a la casa hija, respondió muy tranquilo y seguro, ¡¡¡QUEEEE!!! ¡Pero eso es imposible! ¡No debo, me van a expulsar si se enteran! ¡¿Que te pasa!?. Y de repente como en pelicula de vaqueros, por ambos lados del camino de terracería y de entre los matorrales saltaron dos hombres que se metieron en el coche... Eran mis hermanos.

Ya se podrán imaginar mi cara de asombro y de consternación. Habló el valentón de mi hermano: estás mal y te vamos a ayudar, tu no te vas a quedar aquí ni muerta. Acto seguido comencé a despotricar y a argumentar todo lo que se me venía a la mente en ese momento pero el coche no se detenía. Pero... Sucedió lo que yo creía era mi milagro; entre la nube de polvo y como mi Angel de la guarda apareció la camioneta de la escuela, llena de alumnas que regresaban de paseo.

Yo comencé a agitar las manos para que me vieran, ¡que lindas!! ¡me devolvieron el saludo y siguieron de largo!.

Y tuve que rrecurrir al último e infalible de los chantajes, me puse a llorar como loca; lo más tierno y lastímero que pude y de repente se hizo el milagro, mi papá detuvo el coche, me miró y dijo: así no te quiero en la casa. Acto seguido dió media vuelta y regresamos al internado.

Yo pude respirar aliviada y entonces fueron mis hermanos los que comenzaron a despotricar y a tratar de convencer a mi papá de que no me hiciera caso, pero mi papá ya no los escuchaba; volvió a hablar mi hermano: Pase lo que pase contigo, no quiero volver a saber nada, absolutamente nada de ti. Y se bajó del coche. Lo cumplió, pasaron seis largos años para que volviera a dirigirme la palabra.

Y ustedes que pensaron, que ya había ganado yo?, pues no, esa batalla había sido con los dos mayores; me faltaban los otros tres...

La segunda batalla se estaba preparando...


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Publicado el Friday, 24 September 2004



 
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