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 Tus escritos: Pillaste, Josecar (Cap.25 de 'A quien pueda...').- Satur

900. Sin clasificar
Satur :


Pillaste, Josecar

Cap.25 de 'A quien pueda interesar'
Enviado por Satur el 21-9-2004

Pillaste, Josecar. Me tenías inquieto porque había facetas en tu pelsonalidad que no conseguía entender. Y en tu última correspondencia -gracias a una alusión que haces a un escrito mío -me dije "caíste, Maciste": Josecar no tiene imaginación. Y eso explica muchas cosas.

"Termino -escribes- con una pregunta totalmente trivial, que me ha estado intrigando y me recordó Satur cuando en uno de sus correos recientes utilizó - sin venir a cuento, como siempre - un verso de José Luis Perales: ¿es verdad que la canción de Perales que dice, "a veces me pregunto si en verdad valdrá la pena, dejar la vida entera en un papel, no sé, no sé" se refiere a la petición de admisión?".

Contesto primero tu duda Peraliana. José Luis, Pepelu para los amiguetes, ha dicho siempre que no es, ni ha pertenecido, ni ná de ná, con la obra del Máximo Total Simplicísimus. En una entrevista en el Mundo digital a la pregunta de si era verdad que era del opus contestó "¡¡¡ quééééééééééééé´!!!, ¿¿¿comooooooorrrrrrrr???". Con eso está dicho todo. Y, hombre, si te pones a interpretar letras de canciones tampoco creo que Concha Velasco, nuestra Concha, sea de la prelatura porque cuando canta eso de "¡¡¡no te quieres enteraaaaar, yé, yé, que te quiero de verdad, yé, yé, yé...!!!" se refiera a la resistencia a querer pitar de una posible aspirante y se le anime con la canción a una entrega total por amor al Amor que le quiere de verdad. Ya no quiero pensar como interpretar la de "Es una laaaataaa el trabajar, todos los días te tenés que levantaaaarrr...", compuesta, pobablemente, por un jesuita -¿el Padre Vergés quizás? -para minar el mensaje central del espíritu de la obra: la santificación del trabajo y de los deberes ordinarios del cristiano ande esté y a la hora que esté, como Martini.

Aclarado el tema que tanto te intrigaba, vamos a lo nuestro. O sea, que en mis correos utilizo cosas "sin venir a cuento". Puede ser. Pero también puede ser que tú no poseas imaginación y veas, entiendas e interpretes las cosas tal y como las escuchas, las lees, o las ves. Eso hace que te quedes sinceramente perplejo y desconcertado. Me he encontrado, y me encuentro, muchos como tú en mi vida, y no es fácil convivir. En el fondo es un choque de visiones entre mundos donde se vive sin sentido del humor, o con sentido del humor, o... rayando la locura (puede ser mi caso).

Tendría yo diez añitos y un día mi padre, un hombre bueno, serio, reservado, contemplativo y muy ordenado en sus asuntos, escuchó que alguien gritaba como un poseso en su despacho. Era yo. Era yo, pero enloquecido por una serie de dibujos animados, Chazán, que al terminar de verla me impulsaba a encerrarme donde fuera y repetir lo que había visto. Aquel día le tocó el despacho de mi padre. Cuando mi padre abrió la puerta se encontró a su hijo gritando mientras daba un gigantesco bote de su sillón a un armario, sudando las babas de la trompeta de Louis Astromg, y con unas vitolas de puros que hacían de anillos en mis dedos. Anillos que rompía mientras gritaba emocionado al comprobar la fuerza de mis miembros al cerrarse - ¡¡¡AJJJJJJ... UACHHHHHH!!!!-, y que tiraba al suelo (todo el suelo era una alfombra de vitolas rotas y esparcidas por doquier). Era su colección exclusiva, magnífica, primorosamente ordenada en cajitas por fechas, antigüedades y calidades. Era su secreto, celosamente guardado, de años dedicados a una colección que era su orgullo... Y, ahora, allí mismo, delante de sus narices, su hijo Saturnín, con ojos de loco, afónico de tanto griterío para asustar a miles de enemigos que hasta unos segundos antes querían invadir la Tierra -nuestro planeta, Josecar - todas las vitolas eran mierdecillas de ovejas.

Nunca olvidaré esa cara. El que enloqueció entonces fue mi padre. Me enganchó del cuello y como si fuera un guiñapo de trapo me arrastró hasta la bañera, vestido (vestido yo... y mi padre, claro), me introdujo en ella, abrió el grifo de agua fría y comenzó a gritar "¡¡¡A VER SI MADURAAAAASSS, COJONES, A VER SI MADURAAAAASSS!!!" , mientras mis hermanas y madre se asomaban temerosas al pasillo pensando que Abraham sacrificaba, por fin, a Isaac.

¿Ves?. Yo tenía imaginación y mi padre no.

En todos los centros de la obra me encontré con gente sin imaginación. El colmo fue uno, sacerdote, sesenta años, que me dijo un día a solas, después de la confesión "oye, mira, a mí lo que me pasa es que no tengo imaginación y, pues que no te entiendo. No sé cuando hablas en broma o cuando en serio, y me tienes desconcertado, porque yo todo me lo tomo en serio... ¿qué podrías decirme antes cuando es en broma o es en serio?". Como te lo cuento, Josecar. Hay que ser muy buena persona para andar así por el mundo. Éste mismo me contó que, recién ordenado, viendo que no entendía el tema de las relaciones entre novios y la cosa sexual, la delegación le envió a que tuviera una charla con un sacerdote con experiencia y probada virtud, y me comentó "¡¡¡me dijo cada cochinadaaaaa!!!". Ya te digo, blanco y negro.

Recuerdo que en un centro donde habitaban seis o siete de esta raza comenzaba el círculo breve. Ya sabes, se inicia con la formula de "Ven , oh santo Espíritu...", y en esto que entro en ese momento y, mientras me arrodillo, extiendo los brazos como un avión en vuelo rasante y digo "¡¡¡ ÑÑÑIIIIIIAAAAAAMMMMMM!!!". Ya ves, una gracieta de las que no vienen a cuento: quería darle plasticidad al asunto del Espíritu Santo sobrevolando sobre la sala de estar. No hizo ninguna gracia. Y la cara del director me recordó, y mucho, a la de mi padre con las vitolas. Suerte que allí no había bañeras. El paquete se oyó en el Cortile de San Dámaso.

Cuando uno no tiene imaginación todo se lo toma muy en serio. Si reza las tres avemarías de la noche y en la última no sabe si lleva dos o tres, vuelve a empezar, por si acaso, o si las ha rezado a la carrera, repite vocalizando logopeda total, que es lo mismo que el niño que va por la calle jugando a no pisar las junturas de las baldosas y si pisa una vuelve a empezar. Les gusta mucho el mecanicismo religioso, saber a qué atenerse, conocer muy bien los criterios, las normas, las frases hechas. Si en un círculo breve te sorprenden que has cruzado las pielnas dan un salto como Santa Claus en una playa nudista, si son ellos los que por descuido han cruzado la pielna dan un respingo como si se hubieran torcido un testículo, por ejemplo. En realidad, como si eso fuese una falta, quizás un pecado. Se es así.

No me defiendo, yo también soy de otra manera, pero reivindico el buen humor, que es hijo de la imaginación. La religión, y sobretodo la cristiana, es un universo de imaginación, de metáforas colosales, de símbolos que significan mucho más de lo que ves. Es más eso que el mecanicismo pietista. El relato del nacimiento de Cristo es una maravilla de alegría, de sencillez... es difícil encontrar páginas más alegres. La imaginación de Jesús era fantástica, basta echar un vistazo a las parábolas de la Misericordia y ver la alegría que se respira en ellas. Alguien dijo que son las palabras del UNO (un hijo, una oveja, un dracma...) Su manera de perdonar, de darle importancia a lo que tenía importancia, y quitarle a lo que no tenía, es sorprendente por su sensibilidad, inteligencia, conocimiento del corazón humano y buen humor. A Jesús dudo mucho que le importara que se cruzaran las pielnas, que se rezaran más o menos largas listas de oraciones o que los brazos estuvieran más o menos en cruz.

Escrivá decía que perder el buen humor es cosa muy grave. Pues, mira, tenía razón. Yo creo que es letal. También decía "que estén tristes lo que no son hijos de Dios". Para él, sobretodo, eran hijos de Dios los del opus dei. Le gustaba mucho repetir eso de "hijos de Dios en el Opus Dei". Sin embargo, en la obra se acaba confundiendo alegría y buen humor con buena educación, no es lo mismo, con politesse. Y poca gente alegre, alegre de verdad, se ve con los años.

A mi también me parece que escribes cosas que no vienen a cuento, pero son muchas correspondencias y se ve que eres así. De vez en cuando te metes en unos jardines... En la contestación que escribiste a Tomás López, el de la Guerra de las Axilas, tienes una primera parte medida, sosegada, pausada, serena, pero hay una segunda parte que es de patinaje sobre hielo con tutú y doble tirabuzón. Un troncazo de secuolla cuaternaria.

Escribes "Y si realmente te importa su alma y su felicidad ("de cien, las cien", ¿recuerdas?), lo primero que hemos de ofrecer es caridad y comprensión. Si tienen una visión descarnada de la Obra y de sus miembros, por favor no se la refuerces. Sé que no es fácil, yo fallo muchas veces, pero empecemos por no arrojar insultos como "mentirosos" y "bellacos" (no estoy seguro, pero creo que se escribe con b). Perdona que te lo diga, no me imagino a ese "alter Christus" que tú y yo queremos ser escribiendo esas cosas". ¡¡¡Vaya troncazo!!!. Y, además, ese "¿recuerdas?" está de más. En plan catequista coleguita con poverello mocosín. Sobra.

Y eso de que de cien almas, las cien... cuidadín, que allí hay mucha leña que cortar. Y lo del alter Christus, lo mismo.

Yo no quiero ser un alter Christus.


Publicado el Tuesday, 21 September 2004



 
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