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 Correos: Guíese por su corazón. Para C. Martínez.- Jorge

040. Después de marcharse
Jorge :

Galileo (10-9): Muchas gracias por tus respuestas. Me impresionan siempre las reflexiones de ex-directores porque me ayudan a comprender algunas cosas que padecí. Creo que no me queda mas que seguir rezando porque se deje de abusar de la conciencia de mucha gente en la charla (no toda, y quizá no con mala fe sino siguiendo indicaciones).

Estimado C. Martínez (papá de un numerario que deja la Obra al terminar el centro de estudios. 10-9):

Antes que nada mi reconocimiento por estar buscando lo mejor para su hijo, su felicidad, por encima de cualquier otro interés o compromiso "institucional". Usted es un padre muy padre (se lo digo en "mexicano"), y un supernumerario que sí capta de qué va el santificar su paternidad. Gracias por su interés en preguntar a otros que hemos dejado de ser numerarios. Sin duda le será útil conocer varios de nuestros testimonios porque, finalmente, nosotros hemos padecido en carne viva la salida. Cada uno por distintos motivos, y a su manera, pero con sentimientos similares (y conocerlos podría ayudarle a comprender y ayudar mejor a su hijo).

Aunque usted como supernumerario que quiere a la Obra esté involucrado y comprometido con ella -ignoro el tiempo-, posiblemente desconoce muchas cosas que se viven "dentro, dentro". El modo de vida de los supernumerarios es bastante diferente al de los numerarios. Aunque se predique el mismo fin espiritual, y se asista a los medios de formación, sí que son diferentes la intensidad y las exigencias, las responsabilidades, la mentalidad que se genera, los hábitos que se adquieren, aunque la doctrina general de la Obra oriente en la misma dirección última.

Ignoro el nivel de confianza y comunicación entre usted y su hijo, pero si el ha sido "fiel" –como se entiende dentro-, guardando la "UNIDAD", probablemente no le haya contado a usted los "motivos" profundos para tomar su decisión dado que eso está "restringido", ya que únicamente deberá comentarlo con su director espiritual.

Eso, insisto, si su hijo ha seguido las "indicaciones" sobre con quién comentar sus asuntos de "vida interior".

Partiré de ese supuesto para darle mi opinión: usted es un buen padre, que conoce y quiere a la Obra por ser supernumerario (y por tanto sabía y respetó el silencio de su propio hijo respecto su vida interior porque así está ordenado por la misma institución). Pero ahora su hijo decide salir de la misma... ¿qué hacer?

1. Seguir queriéndolo -como ha demostrado con su pregunta- como lo quiere: buscar los medios para ayudarle a que él encuentre su felicidad.

2. Acompañarlo con comprensión y paciencia especial al menos durante su primer año fuera.

Su hijo sin duda está ahora mismo -y estará por un rato- en una etapa de mucha vulnerabilidad.

Ha sido fuerte y valiente para (sean los motivos que sean) tomar la decisión de separarse de una institución que ya le había "prometido" la salvación y el 100 x 1 en todo en la vida. Dejar eso implica -guste o no- una pérdida (aunado a todo lo que su hijo quería ahí dentro, comenzando por amigos y gente que seguramente admiraba. Perdiendo también muchas cosas buenas que efectivamente existen en la Obra).

Además de tener que superar dichas "pérdidas", tendrá también que reordenar sus pensamientos y su forma de actuar: se enfrentará al MUNDO REAL después de vivir en una especie de burbuja de protección (contra “mundo demonio y carne” –y tantos males muchas veces imaginarios, pero que sirven de “medio de control” para no perder “fieles”.- (Con ello no niego que efectivamente existen otros “males” acá afuera, pero esa es la vida, y es otro tema)).

Y es que, especialmente durante el centro de estudios, ocurre un extraño fenómeno (al menos eso experimenté yo): a uno lo "estiran" en edad (aquello de la "juventud con gravedad de 80 años" -o algo así-). Te hacen un "adulto chiquito" con "responsabilidades" que muchas veces rebasan la madurez mental (que atrofian con muchos criterios y una visión parcial y "dogmática" del mundo), y la madurez afectiva (que no se terminó por desarrollar naturalmente porque uno muchas veces ni tuvo novia, ni trato con mujeres, ni trato normal con "el otro sexo" desde su pubertad -sobre todo para quienes vinieron de clubs-).

Su hijo, por tanto, puede de golpe entrar en cierto "shock": Tendrá que ampliar su grupo de amigos (que seguramente se ha reducido a su "núcleo apostólico de san Rafael" y a la gente de "casa"); comenzará a tratar "niñas" -mujeres- después de varios años de no dirigirles ni la vista; se enfrentará a la TV, literatura, cine, espectáculos, etc. sin que le "indiquen la clasificación", le "den el antídoto", o tenga que "consultar" si puede o no puede ver, leer, oler, tocar, salir, entrar, subir, bajar, dormir, etc.; en el terreno de la "pobreza" lo mismo. Suele pasar que uno llega por primera vez a una tienda departamental con dinero en la cartera y, después de varias vueltas, sale como estúpido con las manos vacías ¿por qué? porque no sabe "elegir" por sí mismo, ni si eso está caro, o si es un "gasto superfluo por lujo, capricho, vanidad, comodidad, etcétera" (según me acaba de recordar mi hermana ex numeraria).

Tendrá que redefinir también su "vida espiritual" y así todos los aspectos de su vida.

El punto es: ha optado por desligarse de un modo de vida perfectamente normado, por tanto debe encontrar -por sí mismo- una nueva forma de existir... pero ¿hacia dónde? ¿bajo qué parámetros? (mientras poco a poco se dará cuenta que lleva en si mismo la impronta del Opus Dei, y que sin duda elegirá muchas veces bajo sus "criterios" mientras que por dentro se los cuestiona, etc.), ¿y si se equivoca? (ya no hay "director" que le diga cuál es la voluntad de Dios para él ); etc. Y todo ello le generará dudas y angustias mientras lo va superando con el tiempo.

Como consecuencia de lo anterior tendrá momentos de angustia, otros algo de depresión, otros de duda... mientras que por otro lado comenzará a gozar de la alegría de saberse libre, y a gozar con cada nuevo descubrimiento del mundo real. ¿Sabe Sr. Martínez...? Hay algo maravilloso que un exmiembro experimenta también: esa alegría de saber que uno goza extraordinariamente con cosas que para otros son normales. Por ejemplo, ir al cine, salir de noche, comprarse algo porque se le pega la gana -y sin consultar-, hasta descubrir qué se siente enamorarse, besar a una mujer, amarla...

Pero regreso al asunto: usted y su esposa deben ser muy comprensivos con su hijo. Si éste llega a presentar variaciones en su estado de ánimo, rebeldías, etc. que sepan que es normal. Será parte de su evolución.

Mi sugerencia es: no le impongan nada. Escúchenlo mucho, compréndanlo. Resuelvan sus dudas sin intentar "adoctrinar". Espero no llegue a caer en el "pendulazo" que algunos exnumerarios dan en cuanto salen. Algunos quedan tan lastimados después de una "deformación legalista" que terminan "desfogándose" como signo de rebeldía, de odio, de rechazo a cualquier imperativo (aunque sea el de su conciencia).

Otro asunto que quizá padezca su hijo es el tener que "descubrirse a sí mismo". Muchas veces ocurre que uno sale y, de pronto, una vez que se enfrenta con que es capaz de elegir su propio destino lo primero que se pregunta es: ¿Dios, qué hago con tanta libertad? y ¿pero quién soy yo?

En ese sentido el papel de la familia es primordial. Afortunadamente en su caso cuenta con usted (y me imagino su madre y algunos hermanos). Únicamente en la familia (en la verdadera) uno puede ser uno mismo. Su hijo los necesitará mucho (quizá no interviniendo directamente, pero sí arropándolo con su cariño, aceptándolo como esté mientras supera la etapa inicial de salida).

Ignoro en qué términos quedó con la Obra... pero ojalá y quienes estén cerca de este caso -le hablo a los numerarios que vivieron con él, a sus directores-, aprendan de lo que se dice en esta web: NO LE DEN MUERTE CIVIL, no lo abandonen tras la salida. Eso es lo que podría perjudicarlo hondamente (e incluso hacerlo dudar de su fe y de muchas cosas mas). Señor Martínez, usted como miembro supernumerario quizá pueda hacerles ver eso en la Obra.

Quizá su hijo requiera "aire" y no quiera saber nada de ellos. Si es así, que lo diga explícitamente y que en la Obra le digan también explícitamente, directamente a él, que no lo buscarán por ello, hasta que él se los pida. Pero que se COMUNIQUEN las decisiones. La falta de diálogo (primera manifestación de la "muerte civil", acompañada de evasiones, de silencio -el nunca volver a llamar al miembro-, los desprecios, el desaparecer su imagen, su recuerdo, su nombre de su centro, etc.) es de lo más dañino que uno hereda con la salida (incluso a pesar de querer a la Obra).

Si su hijo requiere que por un tiempo no le hablen de nada que tenga que ver con la Obra, por favor procuren hacerlo. Es por "higiene mental" que uno requiere romper con ciertos "hábitos" adquiridos (que de no cortarse terminan por fraccionar la personalidad porque uno no se acaba de integrar al mundo de manera normal). Espero su casa no sea una "extensión de un centro de la Obra" (que en mi personalísima opinión podría ser mas bien un cuartel, con mucha virtud, piedad farisáica y sonrisas postizas, pero poco amor), sino un HOGAR para su hijo.

Total, que son tantas cosas que concluyo -y mejor sintetizo- mi sentir respecto al consejo que pide: Señor Martínez, guíese por su corazón. Usted, antes que ser del Opus, es padre. A esa bendición añada lo bueno que ha aprendido en la Obra, descarte todo aquello que se oponga a la caridad, y procure ser como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo.

Le deseo lo mejor a usted, su hijo y su familia.

Un abrazo fraterno.

Jorge


Publicado el Sunday, 12 September 2004



 
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