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 Correos: HISTORIAS DE TERROR Y DE DOLOR (X).- Salypimienta

010. Testimonios
salypimienta :

HISTORIAS DE TERROR Y DE DOLOR (X)

 

Desde que Josefina Hurtado publicó “En cuatro días morirás”, había buscado que Cristina  me enviara la historia que vivió ella muy de cerca que involucraba a una supernumeraria y al Opus Dei. Finalmente tuvo el tiempo para escribirla y aquí está:

 

Cristina

Todos sabíamos que la tía M. iba a dejarle su fortuna al Opus Dei. Ella nos lo había dicho continuamente durante años. Nos parecía lo normal. Ella no había tenido hijos y el opus era su vida. No creo que a ninguno de los parientes se le haya ocurrido ni si quiera discutir sobre el tema. Ella siempre fue muy clara y muy abierta con ese tema e incluso nos avisó cuando fue al notario a hacer el testamento en el que dejaba todo cuanto le pertenecía al Opus Dei…



Ya era muy mayor cuando le diagnosticaron una insuficiencia cardiaca muy grave, y al no poderla operar debido a su avanzada edad, los médicos no le dieron mucha esperanza de vida. A lo sumo 6 u 8 meses. Ella estaba resignada y hasta contenta, porque decía que toda su vida se había preparado para ello.

Los sobrinos (ella era hermana de mi abuela paterna) la visitábamos siempre, no por quedar bien con ella, sino por verdadero cariño porque siempre fue una mujer encantadora. Al poco tiempo del diagnóstico ya no podía levantarse de la cama. Muy pocos días después, su casa fue literalmente invadida por un ejército de mujeres que registraron la casa de arriba a abajohaciendo inventarios de todo cuanto había. La tía, al estar en la cama no se enteraba de mucho, hasta que se lo contamos y se enojó bastante. Mandó llamar a una de esas mujeres y le dijo que no quería a nadie ajeno a su familia en su casa, y que le parecía de muy mal gusto que estuviesen haciendo inventarios de sus cosas cuando aún no había muerto. La mujer esa no supo qué decir, pero le notamos la expresión de rabia en la cara. Todas se fueron y dejaron más o menos tranquila a la tía. Uno de esos días, nos llamó a las sobrinas para repartirnos sus joyas, ya que pensaba que las joyas de familia debían quedar en la familia. Es importante este dato y el hecho de que a los sobrinos les repartió algunas obras de arte que habían pertenecido a la familia por generaciones.

Como dos semanas antes de su muerte, todos los días se presentaba una numeraria a estar un rato con ella. Nos pedía que las dejáramos solas porque harían ‘la charla’. La tía accedía a eso. También era muy raro que continuamente iba un sacerdote y se quedaba un rato con ella. En esas dos semanas la tía empeoró de manera notable. Ya casi ni le entendíamos lo que decía porque lo poco que hablaba lo hacía de manera errática, como si estuviera drogada.

Desde que comenzó a estar muy enferma, se contrató a una enfermera para que la atendiera. Esta mujer es muy conocida de nuestra familia, y ella nos comentó que cada vez que la visitaba la mujer esa (la numeraria)  o el sacerdote ella quedaba exhausta. Nos contó, que el día de su fallecimiento, se habían presentado el sacerdote y la numeraria y que habían salido del cuarto a los pocos minutos, a diferencia de las otras veces que estaban durante más rato con ella. Que cuando ella entró al cuarto encontró a la tía dormida y a las pocas horas, a la hora de subirle la comida se percató de que ya no respiraba y que había muerto.

En el momento en que el cuerpo de la tía salió de su casa para los funerales, el opus envió a un grupo de numerarias para tomar posesión de la herencia. Ese mismo día despidieron al personal de servicio pagándoles una mínima gratificación y haciéndoles firmar de conformidad con la liquidación que les habían dado. Ellos lo hicieron sin saber casi qué firmaban, entre la pena de la muerte de la tía y el ser personas sin preparación, nunca entendieron nada de los papeles que firmaron. Afortunadamente se pudieron acomodar con algunos de nosotros, para quienes siempre han sido parte de nuestra familia.

La numeraria que llevaba la voz cantante se atrevió a presentarse en el funeral reclamando que faltaban las joyas de la tía y varias obras de arte. A lo que se le contestó que eso se vería el día que se abriera e testamento. También se le advirtió que no podrían tomar posesión de nada hasta que eso sucediera porque de lo contrario se les podía acusar de allanamiento de morada. Eso sí, ningún sacerdote del Opus Dei se presentó en el funeral ni para decir una Misa de cuerpo presente, ni rezar el Responso ni nada. Cosa que nos indignó a todos. Con todo lo que les dio, ya podían haberle hecho ese último homenaje.

Las cosas no llegaron más lejos. La tía hizo su testamento con el notario de toda la vida de la familia aunque en el opus le insistían que lo hiciera con un notario de ellos. En el testamento especificó que el Opus Dei (o sus obras de caridad) heredarían el dinero de las cuentas bancarias y la casa y cuanto hubiera en ella al momento de su muerte. Las acciones de las empresas de las que ella era dueña, pasarían a manos de mi padre y sus hermanos. El automóvil se lo heredaba a su chofer y a las doncellas les dejaba algunas cosas.

Me preguntas por la fecha en la que falleció la tía. Fue el 26 de junio por la tarde.

 

Si de verdad que estas historias son como para hacer una serie de Netflix… Una vez más, la realidad supera a la ficción con creces.

Besos cariñosos

Salypimienta (salypimientalaencomendada@hotmail.com)


 

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Publicado el Monday, 23 April 2018



 
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