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 Correos: Mi salida de la Obra.- ET

020. Irse de la Obra
ET :

Traducción: Mediterráneo

 

Me estaba preparando para ir a otro país a estudiar [Había recibido la dispensa para vivir fuera del centro, cerca del campus de la universidad, así que era más fácil, solo tenía que marcharme.] Todo estaba yendo bien. La directora me dijo que tenía que ir a la delegación, a recibir la bendición de viaje. La rutina habitual y “buen rollo” de costumbre.

 

Ese día recibí la bendición de viaje del sacerdote secretario de la delegación, con el consabido “haz mucho apostolado y consigue muchas vocaciones”. Ya me iba cuando la directora dijo que Mamá C. [En muchos países de África, “Mamá…” es la fórmula de respeto empleada por las numerarias auxiliares hacia las numerarias. En España, hasta hace no muchos años, la fórmula de respeto era “señorita…” seguida del tratamiento de usted.], así conocíamos a la directora de sm, quería verme, algo que mantuvieron convenientemente oculto hasta ese momento. Fui a una salita de estar, me senté en un extremo y ella en el otro. Nos separaba una mesilla con un teléfono. Y empezó diciendo “todavía perteneces a esta región, debes informarme de cualquier cosa que hagas. Debes informarme de cualquier viaje que hagas. Todavía perteneces a esta región”. (Yo había pedido cambiar de región). También volvió a acusarme de que estaba hablando con personas que no pertenecían a la Obra…



Salí de allí y tomé el transporte público pensando “quieren controlarme”. Nunca podría ser libre. Sentí una sombra oscura posarse encima de mí. Sabéis esa sensación, cuando quieres ponerte delante de un autobús y acabar con todo, así fue ese momento. Me limité a llamar a una amiga mía.

 

Incluso después de llegar al nuevo país, todavía podía sentir a Mamá C., como si estuviera a mi lado, dando vueltas a mi alrededor queriendo controlarme. Hubo más gotas que llenaron el vaso, pero esta fue la gota que lo desbordó.

 

Empecé a rechazar todo lo que procedía del centro, las normas, todo. La nueva directora decía que tenía que participar más en la vida de familia, yo solo quería pasar desapercibida, despertar y corretear como si fuera la más joven. Lo que odiaba por encima de todas las cosas era sonreír, ayudar a las mayores no por amor, ni siquiera por caridad, sino porque de donde yo vengo se pide y se exige como si tuvieran ese derecho. Detestaba levantarme y encender o apagar las velas, de manera que todo el mundo viera que no me limitaba a estar ahí sentada sin más, y también para evitar las correcciones fraternas. Estaba harta de vivir una fraternidad falsa.

 

Bien, algunas personas han tenido salidas dramáticas. Yo escribí una carta de una línea, con los números de teléfono donde podían contactarme, la dejé en la cama de la directora y me fui.

 

Después de unos tres meses (aproximadamente cuando sucedió el accidente de las numerarias auxiliares en México), la directora me escribió un correo diciéndomelo. Puede parecer sadismo por mi parte, pero no me importó. Lo que me pasó por la cabeza fue que, por lo menos, se habían marchado a un lugar mejor. Y respondí con una pregunta: “¿Ha contestado el Padre?”. Dijo que no.

 

La siguiente vez que me llamó fue para pedirme que nos viéramos, a lo que contesté con la misma pregunta: “¿Ha contestado el Padre?”, y empezó a decir que era un proceso largo y doloroso (doloroso, ¿para quién? JAJA). “Da igual”, dije, “llámame cuando tengas la respuesta”.

 

Por fin, después de cuatro meses, obtuve la dispensa. Sin embargo, antes intentaron decirme que habían aprobado mi cambio de región. Y yo pensando “¿Esperáis a que haga el movimiento definitivo y decida irme para escucharme? ¡Podéis ir al infierno!” (¡perdón!). Me pidieron que me quedara como cooperadora… Bueno, podría cooperar diciéndole a la gente la verdad de la obra JAJA!!

 

ET

 

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Publicado el Friday, 06 April 2018



 
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