Se llama Ángel. Era provinciano cien por cien, pero de esos que encima son cicateros y falsos. No sé cómo empezó a trabajar en un colegio de Fomento en Cataluña. De ahí vino a Madrid a trabajar en otro. Poco a poco, centímetro a contímetro, se fue instalando en el colegio y ocupando pequeños puestos de responsabilidad. Allí conoció a su mujer, una chica maestra en Infantil, a quien sometió a acoso y derribo hasta casarse con ella, hacerle luego la vida imposible y terminar ella abándonándole. Pero esa es otra historia.

Poco a poco, así iba abriendo brecha. Hasta que vio que haciéndose supernumerario podría escalar en el escalafón. Y vaya si lo hizo, y vaya si le salió bien. Su consejo local fue advertido por alguien que trabajaba con él, pero como era pintón, buenos modales cuando quería, falsamente preparado..., acabó de CAD, Coordinador de Actividades Docentes, es decir, Jefe de Estudios. Anda que no se le subía a la cabeza.

Hacía documentos y trabajos sobre docencia aprovechándose del trabajo de otros y quedaba como dios en las Oficinas Centrales de Jorge Juan. Algunos que le dijeron que con él no colaboraban, los señaló. Y dio el salto a Jorge Juan, un super cargo con sueldazo. Y cuando volvía por el colegio fardaba de tarjeta de crédito, del pisazo que se había comprado, de coche. Y su mujer más y más maltratada. Subió y subió, hasta le hicieron segundo de a bordo de una institución pro familia, se hizo mediático, trataba con políticos del PP hoy defenestrados o en la cárcel. Y de supernumerario, un verdadero trepa que vio en eso de hacerse de la Prelatura la ocasión de escalar y escalar.

Pero no engañó a los que le conocían. Un tipo separado, maltratador, mal padre, en esa asociación por y para la familia. Un tipo sin vida interior, supernumeario. Hay muchos de esos, si hubiera sido el Colegio Estudio se habría hecho de la Fundación Giner de los Ríos, de un colegio judío, rabino, o de uno musulmán, imán. O del PSOE, o de Podemos. Un trepa, un caradura, un sinvergüenza. Hay muchos así en las labores personales y en las obras corporativas. Por eso no pita ni su padre de padres. O sí, o de profesores. París bien vale una misa, el cargo bien vale una carta a un tipo que llaman Padre.

Madurez