Sin CARIDAD todo se pervierte II

¿La CARIDAD existe en el Opus Dei? Sí y no. Como institución yo pienso que no es para nada caritativa, pero casi todas las personas que pertenecen a la Obra sí lo son (aunque con el paso del tiempo, la caridad de cada uno, como todas las virtudes se vuelve un poco institucional). Entonces, ¿si los fieles de la Prelatura viven la caridad o por lo menos tratan de hacerlo, por qué la Obra no?...

Sencillamente porque no está en el “carisma fundacional” y no es una norma. La idea original de Escrivá era Ser contemplativos en medio del mundo. Sólo hay que tener un mínimo de sentido común para darse cuenta de que eso es literalmente imposible. O eres contemplativo o vives en medio del mundo. Las dos cosas al mismo tiempo NO se pueden. Ahí el meollo del asunto, la primera falta de caridad y la más grande: obligar a sus fieles a vivir en la total contradicción tratando de vivir una vocación inventada por una mente humana y no por el Creador. Porque de Dios, jamás hubiera salido una cosa como lo es el Opus Dei que machaca a sus miembros en todos los aspectos hasta dejarlos prácticamente hechos un guiñapo en lo físico, en lo profesional, en lo moral y en lo espiritual.

La práctica de siempre en la Iglesia ha sido que los contemplativos se apartan del mundo y por algo ha de ser. No sabemos qué cosas pasarían por la cabeza del fundador cuando se le ocurrió que se podía “estar en Misa y repicando”. Quizá le pareció de lo más revolucionario el concepto. No he dudado nunca que él recibiera una llamada de Dios, y que esa instrucción fuera volver a la sencillez de los primeros cristianos, pero pienso que Escrivá interpretó esa llamada muy a su modo, porque por muy poco que se sepa de historia, no tienen absolutamente nada que ver las primeras comunidades cristianas con el Opus Dei. Y a lo largo de su vida, perdió toda la congruencia y se volvió una especie de dictador de la fe, actuando muchas veces de manera soberbia e inhumana, y como no había nadie que lo bajara de las nubes y lo pusiera en su sitio, consiguió crear una institución absolutamente prepotente, mentirosa, egoísta y megalómana en la que por todo esto, la caridad no tiene cabida.

El Opus Dei falta a la caridad y con ello contradice la doctrina de Cristo cada vez que engaña a un adolescente contándole la mentira de la vocación al Opus Dei haciéndole creer que procede de Dios y que Él creó esa vocación desde el principio de los tiempos para que el individuo se santifique y santifique todo cuanto le rodea en medio del mundo y amparado por una institución que lo cuidará y lo amará más que su propia madre.

Lo hace al exigir la sumisión total de la conciencia de cada uno de sus miembros reduciéndola a verdadero nivel de esclavitud y convenciéndolos de que obedecen libremente (otra incongruencia, porque eres libre para obedecer, pero NO para no hacerlo).

Falta a la caridad al ignorar sistemáticamente el sufrimiento físico y moral de sus miembros, obligándolos a ofrecer ese sufrimiento por los intereses particulares de la prelatura y quitándole totalmente importancia a quien sufre, minimizando los malestares físicos y morales de sus miembros, achacándolos a su falta de sinceridad y su poca visión sobrenatural.

 Cada vez que se mete al lecho de sus miembros casados imponiéndoles prácticas y deberes que sólo conciernen a los esposos. Opinando y regulando todo de la vida familiar de ellos (los supernumerarios) falta a la caridad. También al ocultar a la Iglesia sus prácticas verdaderas y mintiéndole sobre aspectos que el Magisterio jamás permitiría, y exigiendo esfuerzos desproporcionados de sus miembros para satisfacer las necesidades económicas de la Prelatura.

El Opus Dei falta a la caridad cuando les da la completamente la espalda a los fieles que dejan de pertenecer a la institución quitándoles ¡TODO! Lo que en material y moral se refiere y abandonándolos a su suerte sin compasión.

Lo hace cada vez que pretende acallar la conciencia de sus miembros con el designio de que todo cuanto viene de los directores viene directamente de Dios (que además es una herejía mayúscula), ignorando cualquier punto de vista, opinión o propuesta, e incluso segregando a quien lo haga y haciéndole la vida imposible hasta obtener su salida ‘voluntaria’ ya que no conviene tener a nadie que piense por sí mismo.

Tampoco es caritativa cuando exprime a sus integrantes hasta límites inhumanos para obligarlos a salir cuando ya no sirven a los intereses institucionales. También falta a la caridad cuando desprecia y critica otras formas de espiritualidad tomándolas como algo imperfecto (para la Prelatura, sólo la espiritualidad escrivariana es la perfecta).

El Opus Dei falta a la caridad todas las veces que desprecia a los seres humanos homosexuales, divorciados, poco agraciados, pobres, madres solteras, etc.

Falta a la caridad cada vez que reescribe su historia para hacer de ella un cuento fantástico en donde todo es perfecto y elimina literalmente a todos y todo lo que considera que la puede afear. Cada vez que levanta con total descaro un falso testimonio para salirse con la suya y eliminar cuanto considera innecesario o molesto. Cuando interpreta a su muy peculiar estilo los mandamientos de la ley mosaica según ‘conviene’. El Opus Dei falta a la caridad por no pedir una disculpa a tantas personas a quienes ha dejado con el alma hecha un guiñapo. Falta a la caridad al ahogar a base de normas y prohibiciones la fe sencilla con la que sus miembros se entregaron a esa ‘vocación’ humanamente inventada, a tal grado de que muchos, al salir se apartan completamente de esa fe. Podríamos seguir mencionando las faltas de caridad de la Obra por páginas y páginas.

Creo que la peor de ellas es seguir aferrado a su soberbia pensando que la institución es una Obra de Dios y que sólo ella es la encargada de enseñar al mundo el Camino para llegar a Él porque todas las demás instituciones de la Iglesia, e incluso, la Iglesia misma están ya corrompidos. De ese tamaño es la soberbia que la Prelatura heredó de su fundador y es avivada por sus directores.

En lo personal, creo que el Opus Dei no se va a reformar nunca por voluntad propia y al final terminará dando algún escándalo enorme obligando a la jerarquía de la Iglesia a tomar cartas en el asunto y hacer ella misma las reformas necesarias. Si la Prelatura hubiera permitido a las almas buenas y brillantes cabezas que pertenecieron por montones a la Obra, dar su punto de vista para corregir las incongruencias que se incrementaban día a día, probablemente no estarían las cosas como están, y la prelatura sería indudablemente una “opus Dei” no el consorcio trasnacional de la salvación que es ahora, y que bien podría llamarse Emporio Opus Iosephmaria y Sociedad Santacruz S.A. de R.L.

Besos cariñosos a todos. Salypimienta.

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