No hay espíritu que se resista a según qué invocaciones. Ese espíritu que merodea por el Areópago ha sido invocado por Ana y Joseph, por lo tanto no le queda más remedio que presentarse: Ecce ego, quiavocasti me.

Muchas gracias por recordarme. Hace casi un año que no escribo nada en opuslibros, pero nunca dejo de leer todo lo que se escribe. Sigo muy admirado de las valiosas aportaciones que aparecen constantemente. Todas, unas más intelectuales, otras más emotivas, todas me llegan dentro y hacen que os reconozca como alguien muy cercano, como de la familia.

Me temo que si no escribo más es porque no sé qué puedo añadir a lo que ya he contado y no ser redundante de lo mucho bueno que han escrito todos los demás. Sin embargo, estoy fascinado por el talento que se despliega tres veces a la semana. Las últimas contribuciones al tema de la “visión” del dos de octubre me parecen estupendas.

Adelante y un gran abrazo desde el Areópago.

Dionisio