Ante las confidencias de Maricarmen Tapia, en su libro... no puedo menos que indignarme con el Chema -su "apostolado de la mala lengua"-; alguna vez consideré que era ingenioso y hasta creativo por utilizar con cierta gracia las palabras soeces, altisonancias y chingaderas (pa' darme a entender sin lugar a dudas). Ahora que aquí -México- se ha desvirtuado tanto nuestro idioma castizo y cualquier chavita adolescente suelta sus palabrotas sin rubor alguno y delante de personas dignas de consideración, caigo en la cuenta que el Chema reflejaba con su actitud algo malsano, muy diferente de varios opusdeístas bienintencionados que sí tenián gracia y calidad pa' soltar groserías con buen tino y consideración de sus oyentes, sin ninguna malicia de grado perversa.

Pero, lo más indignante del Chema es que haya perpetrado sus insultos con ira y humillando a Maricarmen... Además -agravante superlativo- delante de sus incondicionales, inclusive una respetuosa -pero pasiva y cómplice, al menos por omisión- mujer de la Sección femenina. (Al Chema, con sus propias e inadecuadas palabras alguien le "cantará las cuarenta" en el más allá -que no en el Cielo- y tendrá que desagraviar a la mujer digna que ha sido Maricarmen Tapia.)

Reitero y agrego: el Chema perpetró un crimen de lesa hermandad (no paternal, obviamente) de una manera altamente cobarde.

Ignacio Ricardo