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 Tus escritos: Le politesse (Cap.5 de 'Toma y daca').- Flanpan

100. Aspectos sociológicos
Flanpan :


LE POLITESSE

Cap.5 de 'Toma y daca'
Enviado por Flanpan el 26-julio-2004


¡Qué refinamiento! ¡Qué elegancia! ¡Qué modélicos modales! ¡Qué modelicos (sin tilde esta vez) lucían algunos mayores! ¡Qué suavidad en la formas! ¡Qué eduscación más fisna y pulidina! ¡Qué cojonudamente (exigencias del guión justifican el palabro) se hablaba y trataba en la Casa! ¡Cuanta finipoiez junta y condensada en tan poco espacio!

Hay que ver los esfuerzos formativos que hacía la Casa para que una panda de energúmenos de 15 años aprendiéramos a utilizar correctamente los cubiertos del pescado, a asearnos diariamente, a limpiarnos el morrete antes de degustar una copa de vino o a besar las manos de las señoras (ancianas, claro) con leve inclinación...

y sin beso de verdad. Que charlas más divertidinas, con una mesa de muestra donde figuraban todos los cubiertos, platos y vasos que puedan haber habido, y un voluntario de turno (todos corábamos el nombre del más garrulillo, claro) sentado espatarrao, intentando acertar el uso de cada uno de los cacharros tras la charla explicativa.

Recuerdo una charla muy divertida de un numerata chachi-guay, recién llegado del College Romanum, con un traje mil rayas (pantalón y americana) que incluso en aquellos finales de los 80 resultaba más hortera que Omaita. El tal figurín, al que no faltaba ni un cuidado bigote, nos explicaba las máximas que rigen las ciencias del vestir, y nos informaba que -con el tiempo, poco a poco- deberíamos ir completando un guardarropa que debería incluir: 14 mudillas (calzoncillos, vamos), 14 calcetines, 14 camisas y/o polos, trajes de invierno, trajes de verano,... Alucinante. (Lo del 14 tenía su explicación: la administración tardaba una semana en devolver la ropa de una semana echada a lavar y durante esa semana te ponías las otras 7 prendas). Para un chaval de 15 años, que en aquellos años de menos poderío económico, tenía la mitad o menos de lo que decía el bigotín, aquello nos sonaba a marqués de monistrol.

Y con tanta charlilla, y tanto ejemplo de los "mayores", y acompañamiento de compras a completar el ajuar numeraril, pues resulta que te plantabas en los 18-20 años, en tu Centro de Estudios, y aquello parecía la pasarela Cibeles pero al revés. Todos los chavalines (¡y entonces me creía muy mayor!) a la oración de la mañana, con sus chaquetillas, corbatas y pantalones con rayina planchadina. Nos creíamos la creme de la creme de monparnase. ¡Éramos la aristocracia de la inteligencia! Vaya rancio abolengo, más rancio y poco natural.

A los dos o tres años del centro de estudios, te daban tu destino, en el que normalmente la politesse se relaljalgaba un poquitín, pero en el que seguías manteniendo tu "clase" superior y tu chaquetilla sobre los hombros en los días de verano que apretaba la calor. Pero ahí ya te permitías ir a la oración matutina sin corbatina, por ejemplo.

Con los años, te ibas curando un poco de tanta politesse y veías entonces que los más jovencitos vestían más de "mayor" que tú mismo, que ya habías alcanzado un cierto nivel de "espíritu propio" en el vestir, no demasiado bien visto, pero más permitido que otras cosas.

El resumen de la politesse de la Casa, es que disfrutabas de un entorno de rancio abolengo con aroma a atkinsons (por cierto, dicen que el Santo Fundador usaba atkinsons, aunque el Vademécum de los curas dice "a veces puede ser conveniente -por el clima, o por el tipo de trabajo- usar una colonia moderada; pero nunca un producto exagerado; por eso, en los países donde no hace calor, como principio general para un sacerdote prudente, más que oler bien, lo mejor es no oler a nada": se explica, creo yo, que el Fundador usara colonia por el fuerte calor romano). Vivías en un entorno de señoritingos donde para comer todos se cubrían el brazo hasta la muñeca. No debías soportar la contemplación de tus compadres en zapatillas de estar en casa: todos circulaban en "sebagos" por la casa, y solo se usaban las "zapatillas" para ir de tu cama a tu baño. No tenías que sufrir los pelos despeinados de nadie en el desayuno: todos acudían duchados, afeitados, peinados y rezados. No debías soportar los malos modales de nadie en la mesa: todos estaban muy bien aleccionados en el modo de comer el pescado sin pincharlo, y por ello no sentías zozobra alguna. No veías las canillas peludas de nadie en la tertulia, pues todos usaban calcetines, incluso en verano.

La conclusión es que esa politesse ayudaba a que personas de distintas edades y lugares del mundo, cada uno hijo de su padre y madre, pudieran convivir bajo un mismo techo "por vínculos sobrenaturales" sin tener que sufrir más que lo preciso por las cadaunadas de cada uno.

¡Pobretín de mi fuera de la Casa! ¡A merced de las modas libidinosas! (Por cierto, y hablando de modas hago un intersticio: los que no leéis el Telva últimamente ¡no os podéis hacer una idea de cómo está! Algunas fotos de cremitas parecen del Interviú. No sé yo lo del apostolado de la moda... parece que ha bajado el listón). ¡Pobre de mí teniendo que soportar las canillas peludas de mi suegro, nada más despertar ante los gritos que se dan mis cuñados! ¡Qué decir de los atuendos que he de soportar en las iglesias, donde la gente acude sin corbatas! (Aquí he de hacer otro inciso: no estoy en absoluto de acuerdo con la forma de vestir de muchos feligreses, que acuden a la Misa igual que a la playa,... pero que no se les ocurre ir a trabajar del mismo modo cutre que van a Misa). ¡Qué sopetón me da ver a mi cuñá untando el pan en manteca colorá!

Ahora, en mi casa, las normas las pongo yo. Vamos, que las propone mi chata y yo las apruebo yo. Como ha de ser. Visto como quiero. Procuro que mis hijos sean educados, sin chorradas ni puntillitas. Procuro inculcarles respeto: respeto a sí mismos y a los demás. Y no me altero por las cañillas de mi suegro. Me quedo como estoy. Una vez más triunfa la libertad. Se puede ser educado y elefante sin caer en lo pedante.

Y ante la duda: abrir un botón más de la camisa (ellas o ellos), que estos días hace mucho calor para ir de mangaentera.

(continuará)


Publicado el Monday, 26 July 2004



 
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