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 Tus escritos: Villa Tevere (6).- Novaliolapena

010. Testimonios
no_valio_la_pena :

Dicen que la mejor defensa es un buen ataque. Y me atrevería a decir que esta ha sido la táctica utilizada en los últimos años para cubrir las numerosas bajas de numerarios y numerarias en la prelatura: la expansión.

Si uno se fija en romana (boletín oficial de la prelatura) o en crónica (y supongo, en noticias, ambas publicaciones internas solo para fieles de la obra), se llenará de esperanza y se maravillará ante el crecimiento de la obra. Allí hablarán de tertulias multitudinarias, de vocaciones, de historias de conversiones, de ordenaciones, de nuevos centros, de nuevas circunscripciones (comisiones y delegaciones)... de éxito. Si uno mira los números totales de miembros de la obra, verá que siguen creciendo (supernumerarias básicamente), que cada vez hay más. Pero como en casi todo, allí, eso es solo una parte de la verdad.

Me explico...



No estoy diciendo que esa información sea falsa, sino que se nos oculta buena parte de la verdad. Igual que con los temas de pobreza en Villa Tevere (VT) que ya comenté con el "contádnoslo todo".

Aunque uno después de haber leído las "publicaciones oficiales", pueda sacar la conclusión de que la obra sigue creciendo, la realidad es muy distinta. Porque, para mí, los principales criterios para saber si hay crecimiento o no son:

1. Números de centros de estudio de numerarios y numerarias y número de alumnos en dichos centros de estudio.
2. Número de sacerdotes que se han ordenado y número de personas preparándose para el sacerdocio.
3. Diferencia de bajas (salidas más defunciones) y altas (admisiones) de numerarios y numerarias.

¿Por qué esos criterios para mí son los más importantes?

Porque si no hay numerarios, por muchas casas y colegios que tengan, tarde o temprano, los acabarán cerrando. Con razón el padre insistía tanto en las vocaciones de numerarios, llegando a aburrir a la gente con los famosos 500. Los 500 para arriba y los 500 para abajo, en dibujos, en fotos... Parecía que no había nada más. Recuerdo que un día en un pasillo de VT le dije al padre que mi hermana supernumeraria estaba esperando un niño. Me dijo: "dile que desde ahora estás rezando para que sea numerario". Podría haberme dicho: "dile que sea muy feliz" o "dile que me alegro mucho por ella" o "rezo por ella", o "que rece por mí"... pero no, dijo lo que dijo. Porque el padre, en aquel entonces, ya sabía que las bajas de numerarios iban a más y las admisiones a menos. Y sin numerarios se acaba el invento.

Los centros de estudios son, seguramente, el mejor termómetro del de/crecimiento de la obra, porque sin ellos no hay renovación, por muchos supernumerarios que intenten implicar hoy en día en los clubs.

Hace 20-30 años había 10 centros de estudios en España y estaban llenos o bastante llenos. En mi caso, en mi promoción, salimos unos 20 de mi delegación. En 2017 en España, que yo sepa, aunque agradecería datos actualizados si alguien los tiene, quedan solo 3 o 4 centros de estudios más bien pequeños, con pocos alumnos en cada uno. Y estamos hablando de España que es, con mucha diferencia, la región más grande del mundo y, sinceramente, la que está salvando a la obra (lo veréis cuando hable de la expansión pero lo leísteis también cuando dije que los oficiales de VT son casi todos españoles).

Con el tema de los sacerdotes pasa algo parecido. Si revisáis las ordenaciones de numerarios veréis que hace 15 años, se llegaba o incluso se superaban los 40 numerarios sacerdotes recién ordenados. Ahora apuran para llegar a los 30. Y a costa de mucho chavalín de menos de 30 años o recién cumplidos, que se marcha a Roma apenas terminada la carrera (Cavabianca merece otra nueva serie de artículos).

Por no hablar de las numerarias auxiliares. En España, en los 80 y 90, casi todos los centros tenían administración ordinaria, es decir, se encargaban de todo solo numerarias auxiliares. Ahora, lo raro es encontrar centros que lo tengan. Si Junio pudiera aportar datos, sería de gran ayuda.

Y lo mismo con los agregados. Cada vez menos, más mayores y más solos. Es triste pero es la verdad. Ellos no son necesarios para el desarrollo de la obra, por eso han quedado siempre en un segundo plano. Y dentro de no mucho tiempo, prácticamente desaparecerán.

Volviendo al tema de los centros, os preguntaréis, cómo se hace para que sigan apareciendo nuevos centros en crónica o romana pero no haya datos de centros que cierran. Bueno, pues la realidad es que en muchos casos, formalmente, no se cierran. Me explico.

Para abrir un centro nuevo se necesita la venia del obispo, también llamado el colega de Leo (forma interna de hablar del obispo; por ejemplo, para no decir que fueron a ver al obispo y no les entiende o no les atendió -quedaría muy mal en un papel-, pues dicen el colega de Leo no entiende mucho y así nadie sabe quién es). Una vez se tiene la venia, se abre el centro, etc. Años más tarde no hay numerarios y hay que cerrarlo. Pero no conviene que se sepa que no hay gente, que no hay numerarios, etc. Y no conviene perder la venia porque si el nuevo obispo no quiere darla, entonces se quedan sin venia. ¿Solución? Mantener el nombre del centro en la sede de otro centro. Ejemplo: imaginemos que el colegio mayor de numerarios (centro de estudios) Aguaclara (por poner un nombre típico) se queda sin numerarios jóvenes. Y de las 40 plazas que tienen, solo hay 6 estudiantes. Económicamente es una sangría. Solución: planta 1 numerarios de Aguaclara, planta 2 numerarios mayores de otro centro llamado Castellana y planta 3 numerarios mayores de otro centro llamado Diagonal. De esta manera a los numerarios jóvenes no les da el bajón cuando ven la casa vacía y se evita la sangría económica. ¿Y qué se hace con los centros Castellana y Diagonal? Pues no se cierran, porque aunque en realidad sí están cerrados porque sus sedes no existen, mantienen el nombre en otro lugar, de manera que si un día, en un futuro tan lejano que seguramente no existirá, se llena el centro de estudios, no hay que pedir dispensa para abrir ese centro de nuevo. Es jugar con las palabras centro y sede de un centro.

De ahí que cara a la galería siempre se estén abriendo nuevos centros. Pero de puertas adentro, la realidad es muy distinta. Y se sabe. Por eso, en mi opinión, saber cuántos centros de estudios existen y con cuántos alumnos es el mejor modo de saber cómo van las cosas.

Y lo mismo con las ordenaciones. Porque si no se ordenan más es porque no hay más numerarios que puedan irse a Roma a formarse con miras a ordenarse. Otro día hablaré de este tema con más calma. Da para mucho.

Total, que ante este panorama, nada mejor que hablar de los 500, de la expansión y de que nos están llamando de tantos lugares y que vamos a llegar hasta el último rincón del mundo. Nada como tener a la gente, soñando en un futuro totalmente idealizado.

Volvamos a la expansión. En VT la expansión se palpaba con las manos, si uno estaba un poco atento. VT es un lugar privilegiado porque te permite ver mucha gente que está de paso, transeúntes los llaman. Son numerarios que pasan por Roma por motivos diferentes. A veces profesionales o académicos, pero en los últimos tiempos, cada vez era más frecuente coincidir con personas que se trasladaban a otros países por motivos apostólicos. O regresaban.

La razón principal de esos traslados con miras a quedarse no era empezar en centros nuevos, sino básicamente tapar agujeros. Muchas regiones pequeñas han estado muchos años sin vocaciones y los numerarios se han hecho mayores o se han marchado. Así que había que mandar gente joven que buscara posibles vocaciones de numerarios del lugar, porque si no habría que empezar a cerrar centros. Y para eso había que mandar a gente que pudiera ser director en esa región y también jovencitos universitarios. Esos dos eran los perfiles de numerarios que se trasladaban a otras regiones.

En el caso de los numerarios para ser directores, el perfil típico eran españoles jóvenes, de unos 30 años, con experiencia de gobierno, que hubieran sido directores y que hablaran o pudieran aprender el idioma con la idea de que a los pocos años pudieran ser directores en la nueva región y buscar vocaciones de numerarios, etc. Sangre arterial.

El problema era que, en muchos casos, no funcionaba. Uno los veía pasar por Roma de camino a tal región, felices con sus diccionarios, con muchas ganas, etc. Y a los 3 o 4 o 5 años los veía de vuelta a su región. Y venga, ahora a decirles que no ha sido un fracaso, que tal y cual. Muchos, muchos casos. Y cuando uno los conoce directamente, se llena de pena. Es como cuando ve a los jovenzuelos que se van a la guerra pensando que van a cambiar el mundo y les ve volver abatidos, tristes, con las heridas de guerra. Vuelven muy tocados, agotados y en muchos casos, con crisis de vocación. Lógico.

¿Por qué muchos no encajan? Tengo mi propia opinión que puede no coincidir con la realidad. Para mí, hay básicamente dos tipos de numerarios que se trasladan a otros países: (1) los que se hacen al país y priorizan inculturizarse, y (2) los que dan más importancia a la obra, aunque suponga no hacerse al lugar. Los primeros son los que con buen espíritu aprenden bien el idioma, hacen amigos, conocen gente, participan en mil cosas etc., y en muchos casos tarde o temprano se les pide que vuelvan a sus regiones porque a los ojos de los directores de la obra de la nueva región "van por libre"; y los otros son los que priorizan a la obra en muchos casos y por eso no se adaptan al lugar, echan de menos su región, hablan mal o no hablan la lengua, no tienen casi amigos, etc. Algunos de estos últimos, o casi todos, son personas muy sacrificadas, que aguantan a base de cilicio y ofrecerlo por el padre, hasta que un día petan y acaban enfermos, deprimidos, etc.

Recuerdo a un sacerdote que trabajó antes de ordenarse en VT y que fue destinado a un país de África. Y después de varios años allí, cuando ya estaba feliz y adaptado, le pidieron que se fuera a Asia y estudiara chino. Y claro, la gente es buena pero tampoco hay que pasarse. Y cuando uno no ha visto un caso, ni dos, ni tres, sino muchos casos de numerarios que han vuelto mal, se llena de pena y se pregunta hasta qué punto vale la pena seguir así solo por hacer crecer los números y conseguir vocaciones cuando te estás dejando la vida de muchos numerarios por el camino.

Aquí viene a mi mente una frase tan terrible como difícil de olvidar, que escuché en un pasillo de uffici de VT a un sacerdote con muchos años en Roma y que se me quedó grabada para siempre: "la gente de la obra, es tan buena, tan maja, que cuando se les pide que se dediquen a algo que no les gusta, les acaba gustando". No dijo, lo acaban haciendo, sino les acaba gustando. ¿Se puede ser más cínico?

Lo peor de todo es que, como los numerarios treintañeros ya no eran suficientes, desde hace unos años, lo que se ha hecho es buscar numerarios universitarios que puedan trasladarse a otras regiones pequeñas para estudiar la carrera. Digo numerarios, pero en realidad no lo son propiamente, porque muchos no tienen ni 18 años cuando se trasladan. Se les manda allí a esa edad porque es la mejor manera de que aprendan el idioma y puedan conocer a gente de su edad con la idea de conseguir vocaciones de numerarios.

¿Y esto cómo funciona? Pues imagino que en Roma hacen una lista de necesidades, de países pequeños en los que no tienen vocaciones desde hace tiempo y luego se pide a España y a las pocas regiones que pueden aportar algo, principalmente México porque el resto suficientes problemas tienen, que manden sugerencias de numerarios jóvenes para estudiar la carrera en tal región, por ejemplo Suecia para que se entienda. El perfil será un chico de 17 o 18 años con buen expediente académico, con padres supernumerarios 100% y a ser posible con dinero, porque es caro. Un año antes de la universidad, en verano, con 16 o 17 años como mucho (atentos al dato) se les manda a hacer el curso anual a esa región para ver si les gusta. Y si todo va bien, al año siguiente van a estudiar la carrera allí. Eso significa que tienen que perder uno o dos años estudiando el idioma y, en muchos casos, acabar estudiando algo que no les interesa, ya sea porque es difícil entrar en lo que podrían haber estudiado en España sin problema o bien porque apostólicamente no interesa (el centro está lejos de esa universidad, etc.). Pero si es por la labor, pues se hace y palante.

Las regiones (España especialmente) mandarán nombres e informes de candidatos y en Roma se decidirá quiénes se trasladan.

Y volviendo a los jovencitos que se marchan, mi pregunta es: ¿con qué derecho se pide a alguien que no tiene 18 años que se marche a otro país a estudiar la carrera? Porque todo eso se prepara cuando tienen 16 o como mucho 17 años. ¿Es justo pedirles un sacrificio tan grande siendo menores de edad? Ya sé que a sus padres les da igual e incluso les alegra sentirse contribuyentes directos de la expansión, pero ¿qué pasa con los chicos?

Y claro, la realidad dista mucho de lo que les venden. Y muchos no aprenden el idioma bien y por tanto no sacan las notas que habrían conseguido en su región. O tienen que renunciar a su vocación profesional (aunque se suponía que la obra nunca saca a nadie de su sitio) por motivos apostólicos. O terminan los estudios pero luego la obra les manda a otra ciudad o a otro país en la misma región donde hacen más falta y tienen que volver a empezar de cero. O les piden que se dediquen a cosas internas. Y claro, cuando uno sabe lo que hay y les ve marchar y regresar y oye hablar de expansión a los directores con una sonrisa maquiavélica en los labios... se acaba preguntando: ¿vale la pena todo este montaje? ¿Cuál es el precio de la supuesta expansión? ¿Hasta cuándo hay que seguir alimentando este monstruo?

Sinceramente, si la obra fuera una multinacional como McDonald´s y su fin último fuera ganar más dinero podría entenderlo. Pero si el fin de la obra es sobrenatural, y Dios quiere que las personas se hagan santas haciendo la obra, ¿por qué los números son importantes? ¿Dios me va a querer más si traigo más vocaciones a la obra? ¿Las traigo yo o las pone Él? ¿En qué quedamos? Porque si lo importante es hacerse santo en la obra, ¿por qué siempre se habla de los 500? Si yo me estoy haciendo santo, ¿a mí qué me importa que sean 2 o 500? O mejor dicho: ¿a Dios qué le importa? Si las vocaciones las da Dios... ¿qué más da cuantas son? Si yo trabajo con rectitud de intención por amor a Dios ¿me estoy haciendo santo o solo soy santo de verdad cuando traigo vocaciones?

Porque si de verdad uno cree que la vocación la da Dios cuando actúa con rectitud de intención, hablar de números debería ser una pérdida de tiempo. Y una falta de fe. ¿En qué quedamos? ¿Los números son importantes o hacerse santo es importante? ¿Por qué se cuentan las personas que asisten a una meditación o a un retiro? ¿Por qué los sacerdotes pasan mensualmente a la delegación datos numéricos de personas que han confesado en cada centro y cuántos son numerarios o chicos jóvenes, etc.? ¿Eso le aporta algo a Dios? ¿Por qué las regiones tienen que mandar a Roma cada año esa cuadrícula larga de estadísticas con tantísimos datos?

No sé a vosotros, pero a mí, al ver tantos números y la importancia que se les da, me resulta un poco difícil pensar que el fin de la obra sea (solo) sobrenatural. Será cuestión de fe supongo.

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Publicado el Wednesday, 26 April 2017



 
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