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 Tus escritos: ¡Pero eso no es pecado, mujer!.- Serendipia

070. Costumbres y Praxis
Serendipia :

Saludos a todos.

Al leer a levantisco (“Otra aportación sobre la violación del sigilo sacramental”) recordé ciertos episodios que viví con curas numerarios. Un episodio fue al confesarme en mi primer retiro anual como agregada, apenas tenía dos meses de haber pitado. Me había comprado unos jeans y un par de blusas  para ese retiro. Entre las muchas cosas que el cura me preguntó en la confesión salió lo de esa ropa que había comprado, y me dijo que me daba la absolución solamente si le decía a la directora lo que había hecho. Me hizo sentir como una ladrona, eso sí con “cariño”. La directora, numeraria, con los ojos desorbitados, me regañó y me dijo que JAMÁS volviera a hacer compras sin consultarle, y además debía hacer mis compras acompañada de alguna de mis hermanas (de la opus).

Me parece importante señalar el “centaveo” dado a la absolución, ante algo tan simple, y también las preguntas que el cura te hace para terminar mandándote con la directora, yo que pensaba: “ay qué cura tan guay, se interesa mucho por mi alma”. No fue la única vez de una absolución condicionada, cual penitencia, el deber contar también a la directora lo expresado al cura. Vaya maneras de utilizar el Sacramento del Perdón, el don de la Gracia, por el control de las personas.

Siempre fue muy común que me dijeran que “no tenía presupuesto” para comprarme ropa, zapatos, para mantenimiento o muebles de mi departamento, e incluso asuntos de salud de mis papás en que podía aportar más pero me decían que lo pagaran mis hermanos (de sangre). Pero si entregaba todo mi sueldo, era bastante, como no ayudar más a mis padres, vivir el 4º mandamiento, y yo tenía mejores ingresos que mis hermanos.

Con lo de la ropa, descubrí pocos meses antes de despitar, que una numeraria vendía ropa, así que le compré ropa sin “consultarlo” con la directora, solo les comenté que la había comprado a esa persona y me dieron el dinero sin cuestionar nada. La “tiendita” o “Boutique” que tienen las delegaciones de la opus, de ropa usada para vendernos, sinceramente estaba muy feíta, parecía para fiestas de la realeza, bastante anticuada.

También recordé al sacerdote del que era mi centro, que en las meditaciones hacía bromas de la ropa que usaban varias agregadas, claro que lo hacía “delicadamente”: cuando la aludida no estaba presente, pero era obvio a quien se refería.Ventilaba cosas que le parecían “simpáticas” de las demás justo en las meditaciones (¡qué bueno que nos guiaba para “hablar con Dios”!). Un tío bastante bestia que tuve que soportarlo 5 años en el centro, todavía sigue en el mismo lugar y con la misma gente.

Pues el mismo día que entregué mi carta de salida fui a ¡¡¡comprarme ropa!!! Aaaaaah, y fui tan feliz con algo tan trivial. Creo que es la seguridad, la tranquilidad que te da la libertad hasta en esas pequeñeces. Y la tranquilidad de tener un sacerdote jesuita como confesor que no hace tanta pregunta por cosas tan vanas, ni me manda a contar a nadie lo que le digo como trueque para obtener la absolución, que hay cosas que hasta se ríe y me dice “pero eso no es pecado mujer”.

Ahora que estoy fuera me asombro de cómo pude aceptar vivir tanta cosa, de anularme (y parecer “feliz”), y de perder de vista aquéllos horizontes con me ilusionaron mis padres, familia, amigos y profesores (ninguno de ellos de la prelatura). Dios nos ha hecho de tal forma que rehacernos es una maravilla. Ahora retorno a aquellos horizontes con ese sentido de amplitud que perdí en una institución ladrona que abusó de muchos de nosotros en nombre de Dios.

Que disfruten un feliz fin de semana.

Serendipia




Publicado el Friday, 02 September 2016



 
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