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 Correos: Obediencia ¿ciega?.- Ramón

010. Testimonios
ramon :

Hola amigos,

Con frecuencia salen en las comunicaciones de muchos ex referencias a los efectos que sobre su vida tuvo la obediencia ciega a las órdenes venidas de arriba, como si fueran mandatos divinos.

El concepto de obediencia viene de largo en la iglesia y como tantos conceptos grandiosos, se ha usado, por decirlo de alguna manera, de forma lamentable para mantener el orden y una falsa apariencia de unidad que al final de poco ha servido. Ha dado igual usarlo para mandar a gente de un lado para otro, en contra de su voluntad e incluso de sus aptitudes, para hacer callar a pensadores, a fieles, a todo el mundo. Hasta para cometer crímenes en la época más oscura de la Iglesia.

Evidentemente, nada de esto es evangélico, sino todo lo contrario. Jesús invitaba a la gente a seguirle, la enviaba con poder. No le machacaba sus expectativas, no le imponía destinos absurdos, no les impedía pensar por sí mismos.

La obediencia es un concepto peligroso aunque en cierta forma sea necesario. Las cartas de San Pablo están llenas de quejas a los cristianos porque en cuanto se daba la vuelta se ponían a hacer lo que les daba la gana, y no precisamente pecar, sino todo lo contrario. O a ensanchar las diferencias sociales, como pasaba en Corinto. Por tanto, si bien es cierto que debe haber Comunión y Unidad en Cristo, no quiere decir que eso sea tirarte por un puente si te lo dice tu director (como tantas veces decimos los padres a los hijos)

El concepto de voto de obediencia como obediencia a un superior (y que me corrijan los más doctos) toma forma con la regla benedictina. Es decir, a finales del siglo VI. Esto tenía sentido, dado que entonces se trataba de formar una comunidad evangélica en la que los monjes se sometieran al abad para la elevación de su alma. Esto tiene su miga, porque en aquella época muchos monjes provenían de la nobleza, y entre ellos había grandes diferencias sociales. Pudiera ser que el Abad fuera un hombre del pueblo, pero el fraile era hijo de un conde y no le iba a obedecer si le enviaba a limpiar los establos o a cavar la huerta. No en vano la regla contempla incluso castigos físicos para los frailes díscolos.

Posteriormente, este voto tan sencillo y racional fue pervirtiéndose y convirtiéndose en una herramienta al servicio de la autoridad eclesiástica, transformándose en voto de "obediencia ciega" e incluso de "obediencia anticipada". ¿La excusa? Nada menos que la obediencia de Jesús al Padre, o la de María y José, olvidando que en todos estos casos se trataba de obediencia razonada y entrega personal, no seguir ciegamente las ocurrencias, fundadas o no, de un superior y las necesidades más o menos apostólicas de una organización. Y ya la repanocha viene con los jesuitas y su obediencia militar y en especial al Papa.

La obediencia fue tomando carta de naturaleza y prestigio en la iglesia, y se usaba como herramienta para demostrar el compromiso personal, aunque diera lugar a estupideces mayúsculas.

- Por ejemplo: una tía mía era monja en una orden cuyo carisma era la atención de enfermos. Cuando acabó el noviciado, pensó que la enviarían a cuidar enfermos a misiones o así. Nada de eso: la dejaron de maestra de teología y gramática de otras novicias. Mi tía, todo hay que decirlo, era espabilada, pero sabía poco más que leer, escribir y las cuatro reglas. Durante años su vocación y capacidad sanadora se perdieron, con la excusa de santificarla llevándola la contraria.

- Otro ejemplo: en los tiempos de renovación carismática post concilio, se puso de moda que los laicos estudiaran teología. El gurú en cuestión convenció a varios jóvenes para que no estudiaran lo que sería su vocación natural (derecho, medicina, ciencias...) sino teología. Estas personas ahora, se tienen que limitar a ser profesores de religión en colegios públicos. Cada vez tienen menos clases y su trabajo está amenazado. Encima, los obispos actuales no quieren gente con estudios serios que les puedan llevar la contraria. Han perdido los negocios familiares por no poderlos atender profesionalmente. Algunos han tenido que hacer otra carrera para ver si así tienen otro trabajo mejor. Pero con más de cincuenta años... Y encima, como personas sensatas que son, acabaron rompiendo con el susodicho gurú que, eso sí, siguió de cura al servicio de una diócesis cualquiera.

En fin, esto son minucias con respecto a cosas mucho más graves como la prohibición de escribir a Gracián o incluso crímenes, como ya he mencionado. Por no mencionar aberraciones como la "obediencia debida" en el ámbito civil para ocultar crímenes de lesa humanidad tras las dictaduras militares.

Por tanto: la obediencia evangélica es la respuesta generosa a un ofrecimiento razonado, en la que lo primero es la persona a la que se le ofrece un encargo (como mandó Jesús a sus discípulos "Os he dado poder...."). Si esa obediencia da lugar a sufrimiento de las personas, a la pérdida de sus talentos y aptitudes, no es de Dios. ¿Se puede pedir a una persona que vaya a misionar? Claro que sí, siempre que haya un ofrecimiento abierto a todos, y un discernimiento sobre esa misión como hacían los Apóstoles.

Lo contrario son comidas de coco y lavado de cerebro que acaban como acaban, como hemos visto por muchos casos, incluyendo el de Fueraborda.

Mucho cuidado con la obediencia.

Que Dios os guarde

Ramón




Publicado el Friday, 12 August 2016



 
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