Buen día a todos.

Me parece acertado el comentario de Lirce, y es que una máxima de la opus es el “burro de noria” (vueltas y vueltas a lo mismo, aunque no lo entendamos… pero sin horizonte alguno), sin derecho a tener derechos, y si te sales de la barca te condenarás, que tanto nos repitieron en charlas fraternas, meditaciones, círculos, convivencias, retiros, porque eso lo dijo un santo canonizado por la Iglesia, y le creímos. Todo esto sin parar, semana a semana, año tras año. Aunque fui agregada y no viví en un centro, los días de vacaciones que tenía se iban en retiros anuales y convivencias, solo veía a mi familia una vez al año unos cuantos días, los días de Navidad, pues vivía en otra ciudad, desde los 18 años, donde no tenía familia. Me pescaron en un UNIV.

Ese ir luchando por alcanzar virtudes, y en “grado heroico”, nunca conformes hasta quedar “exprimido como un limón”. Lo expresa tan bien EBE en su artículo “llamados al éxito”. Y lo curioso es que las virtudes no tienen a Dios como fin. Las virtudes no santifican (¡ahora me entero!). Dios no quiere esos holocaustos.

Me encontré un texto, quería compartirlo por aquí, es del beato González Arintero, que predicaba (como tantos más) desde 1890 a 1928, sobre la “llamada universal a la santidad” dirigido a los laicos, al que Escriba seguramente leyó, y tal vez le conoció. (Por cierto, nunca pude referirme al fundador como “nuestro Padre”, porque la lectura del libro “Carta del diablo a su sobrino”, de C.S. Lewis, da ese título - “nuestro Padre”- al “señor de las tinieblas”, al “señor de las profundidades”, creo que se me ancló negativamente ese título en la memoria).

Arintero dice esto(que por mística entiende “vida sobrenatural”, “vida interior”, “vida cristiana”):

“Erróneamente, en tiempos modernos, separaron la mística de la ascética, haciendo creer que la ascética basta a los cristianos y la otra está reservada para almas extraordinarias; que para la “santidad ordinaria” basta el simple ejercicio de las virtudes sin contar para nada con los dones del Espíritu Santo, como si los hubiéramos recibido para tenerlos ociosos. (…) El modo humano es lo propio de la ascética, con los Dones nos hacemos hábiles para seguir la divina moción e inspiración y ser almas verdaderamente espirituales”. (Libro “La verdadera mística tradicional”).

Así pues, no es el modo humano sino el modo divino el que nos hace santos, los frutos del Espíritu Santo (virtudes expresadas por San Pablo, son lo que llamamos “consuelos del Espíritu Santo”), y las Bienaventuranzas como el fruto más alto. Y Tomás de Aquino dice: “Las Bienaventuranzas se llaman solo a las obras perfectas. Por eso, en razón de su perfección, se atribuyen más bien a los Dones que a las virtudes”.

Para quienes leen en Opuslibros y que están cuestionando su “vocación” a la opus: no equivoques tu vida, el precio a pagar es muy alto, estás a tiempo. Solo tienes un director: el Espíritu de Dios, y no el que Escriba indica en su máxima “Camino”, punto #941:“Obedecer..., camino seguro. —Obedecer ciegamente al superior..., camino de santidad. —Obedecer en tu apostolado..., el único camino: porque, en una obra de Dios, el espíritu ha de ser obedecer o marcharse”. Y Cristo nos dijo: “El Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad…”, nos dejó como guía al Espíritu Santo.

Mejor intenta formar una familia maravillosa como lo hizo San José y la Virgen María (muchas aquí, al igual que yo, ya no tenemos esa hermosa oportunidad de dar vida, de tener hijos), ten amigos y familia de los de verdad, de los que no te cobran hasta el último peso de tus ingresos por formar parte de su “familia”, pues el día que decides salir del “club” te dejan con una mano adelante y otra atrás, te vas sin nada, en medio de una gran tristeza, y se olvidan de ti (así entienden la Caridad y la Misericordia). Me he enterado de una persona (atendida por psiquiatra) que le han dicho que piense en retirarse de la prelatura, y en su trabajo, una obra corporativa, están viendo hacerla renunciar (no correrla laboralmente), esto hizo que despitaran, indignadas, tres supernumerarias que tenían más de 30 años en la prelatura. Así las cosas.

Aquí encontrarás miles de testimonios de personas que fueron verdaderos hijos, con una entrega grande y sincera, que muchos salieron enfermos, desgastados, algunos ya con sus padres fallecidos, sin un hogar donde vivir, siendo unos desconocidos para sus demás familiares, sin un currículo profesional, sin haber cotizado, y esto es una tremenda bajeza, vil, mezquina, que les jugó una institución con un camino de éxito mundano canonizado.

¿Alguien aquí sabe si son verdad estas palabras del Cardenal Bergoglio, durante el cónclave antes de ser Papa Francisco: “Jesús está encerrado en la Iglesia y toca la puerta porque quiere salir”?

Fueraborda: He terminado de leer esta parte de tu vida, recibe un abrazo con cariño y admiración,

Serendipia