Que la "caridad de Cristo" nos urgiera no era para mí sino objeto de preocupación más que de consolación. ¿Por qué en las cartas mensuales no se decía otra cosa que “más oración, más mortificación, más, más, más…”? ¿No es el amor un don al que nos abrimos y solo reflejamos cuando estamos abiertos a recibirlo tras un discernimiento claro de los movimientos del corazón? ¿Por qué más de todo si lo que hace falta es discernir primero y abrirse al don del agradecimiento?

Ahora intento vivir el agradecimiento como algo ontológico, como algo que no puedo expresar siempre con palabras o con gestos, porque el sufrimiento puede impedirlo, pero que aun así puedo expresar diciéndole sí a mi ser, sí a quien Dios me ha hecho con todo lo que conlleva, sí a lo que esté por llegar, al sufrimiento redimido, al don de la alegría, al otro… ¿No es el “más” un momento ético-ascético que debería tener un momento receptivo de uno mismo primero? Por eso tuve problemas cuando leyendo a otros autores leía que Dios es “siempre más”, lo interpretaba al estilo del Opus, más exigencia, más sacrificio…

Después he ido entendiendo el siempre más como lo que es, que Dios es siempre más de lo que te imaginas, más misterio, más amor, más de todo y que por eso no se puede nunca agotar. Ahora ni siquiera me planteo lo que significa "la entrega" que tanto se predicaba, no tengo ni idea de a qué se refiere (pues entiendo que la entrega era solamente a la institución y no a Dios, al menos en mi caso). No veo que Dios "me pida más", como se predicaba, sino que simplemente haga mi vida a su servicio, con lo que este servicio pueda conllevar, que puede aumentar en su exigencia. Pero no es una "entrega" a nada, más que al servicio a Dios y a los demás en la medida que pueda.

No es la entrega a la institución y sus disposiciones, y sus prácticas ascéticas. Eso no tiene nada que ver con la entrega a Dios. Para que haya una "entrega" a Dios primero tiene que haber una llamada y en mi caso, como en el de muchos no la había en aquel momento. Siento de verdad que tantas personas piensen que tienen una vocación que en realidad no tienen y que lo descubran muy tarde en su vida.

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