PEDERASTIA

El Papa ordenó investigar el caso después de cartearse con la familia de la víctima

Los forenses acreditan los abusos de un preceptor en un colegio del Opus Dei de Vizcaya

Pedro Simón 25/02/2016

Cuando el chico contó que a los 12 años su profesor le llevaba al despacho y bajaba las persianas, cuando explicó que le tocaba los muslos y le pedía que se masturbara, cuando relató que le hacía desnudarse y le manoseaba por todo el cuerpo, cuando recordó que le forzaba a sentarse en sus rodillas y todo lo demás, decimos, el chico no estaba con una fabulación de adolescente. El chico estaba contando la verdad de un hombre...

Eso es lo que sostienen las dos psicólogas y las dos médicos forenses que han explorado al alumno de 19 años.

El informe definitivo encargado por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Getxo (Vizcaya) sostiene ahora que el chaval no miente. Que no lo hizo cuando declaró cosas como ésta: «Era cerrar la puerta del despacho y bajar las persianas. Si yo quería salir de allí no podía hacerlo (...). Me enseñaba fotos de chicas en bikini o desnudas. Y me decía: '¡Fíjate en esta chica, mira qué buena está!' (...). Me tocaba los muslos, la espalda, la tripa, y alguna vez, para enseñarme las notas en el ordenador, me exigía ponerme encima de sus rodillas y yo notaba algo duro debajo de mí (...). Hubo una cosa que no me he atrevido jamás a decir, ya que no es plato de buen gusto comentar esto...».

Ocurrió en el curso 2008/2009 en el Colegio Gaztelueta que el Opus Dei tiene en Vizcaya. El caso saltó a los medios de comunicación en 2012. En 2013 la familia decidió poner los hechos en conocimiento de la Fiscalía del País Vasco y se dirigió al Papa Francisco. Bergoglio contestó entonces por carta a la familia abriendo una investigación del asunto y la Congregación para la Doctrina de la Fe lo archivó. Finalmente, la querella criminal por agresiones sexuales ha seguido su curso y este mismo mes se ha concluido el informe pericial: el «trastorno» del joven [estrés postraumático] encaja «con la vivencia de hechos como los relatados», se indica. La víctima «presenta una huella psíquica compatible con la que originan hechos como los denunciados». «Las peritos mostramos dudas de que haya revelado en la [prueba] pericial todo aquello que le ocurrió».

Todo aquello que le ocurrió tiene enclaustrado al estudiante en casa y sin ánimos para acudir a sus clases de Bachillerato. En otra provincia distinta. Aun hoy. Siete años después de lo sucedido con su preceptor, la persona encargada de guiar el proceso formativo del chico a través de una formación humana en valores, en la terminología del Opus Dei.

El testimonio del alumno está recogido en la querella presentada y detalla momentos como los siguientes.

«Al principio estaba a gusto en clase, pero a partir de cierto momento todo se empezó a torcer. Empezaba comportarse de manera más extraña de lo habitual. Me ofrecía Kit-kat's, que yo normalmente rechazaba, pero cuando los aceptaba me los daba rozándome la mano. Me preguntaba mucho sobre mi vida social y mis salidas por Bilbao con mis amigos. Siempre quería saber más sobre mí y mi vida personal (...). De mi familia llegó a decir que no les hiciese caso en nada, que todos mis problemas o consejos que quisiera pedir, acudiese a él (...). A partir de ese momento empezó a preguntarme por mi vida sexual».

«Me dijo de sentarme en la silla, me puso una estufa delante y, como tenía mucho calor, me dijo de quitarme la camisa. Me la quité y acto seguido me empezó a tocar por todo el cuerpo rodeando la silla donde estaba (pecho, cuello, brazos, muslos, piernas...)».

El informe pericial de las dos psicólogas y las dos médicos forenses se basa en varias entrevistas y reconocimientos clínicos del joven entre diciembre de 2015 y enero de 2016. Su objetivo es el de calibrar «la credibilidad del testimonio» del denunciante. Y la conclusión es que todo aquello que han leído ocurrió.

A juicio de los especialistas, no hay «inducción o preparación» previa en la declaración del chico, que no es una «persona sugestionable o influenciable» para dar un testimonio precocinado. Los forenses ven una «relación de poder-sumisión» entre el preceptor y el alumno, dan veracidad a todos los abusos descritos, hablan de un «relato consistente» y apuntan que «los episodios recurrentes [de estrés postraumático a raíz de las agresiones] le han supuesto [a la víctima] un retraso escolar importante y la imposibilidad de llevar una vida normal por la tendencia al aislamiento que sufre».

«El chico lo ha pasado muy mal durante la exploración, por el hecho de tener que volver a contarlo todo», señala el padre de la víctima. «Mi hijo sigue sin poder ir a clase. Es una barrera que no ha superado todavía. Cuando está bien intenta estudiar, pero casi nunca está bien».

Este periódico se puso en contacto con la dirección del centro escolar, que declinó hacer declaraciones sobre la novedad judicial.

Publicado en El Mundo