Opuslibros - Sortear sus piernas para poder pasar.- Carmen Charo

CarmenCharo :

Para empezar, diré que soy mala, muy, pero que muy mala. Esto, antes de que me lo diga nadie, para que sepa que ya lo sé. Y soy mala porque juzgo sin tener que hacerlo, pero tantas veces he visto cosas parecidas y he acertado, que una vez más pienso mal. Dios sabe que soy poca cosa y tendrá paciencia conmigo. De todas formas, os relato los hechos y que cada uno piense lo que quiera.

Anteayer, día 16, festividad de la Virgen del Carmen, acompañé a mi madre a la misa de doce en la iglesia de los carmelitas de Vitoria. La iglesia estaba repleta, por lo que dos monjes se colocaron en la mitad del templo, en el cruce de los dos pasillos que dan acceso a los bancos, para dar la comunión. Al dirigir la mirada hacia ellos, veo que un matrimonio de supernumerarios, de los venerables y veteranos, muy "opusdei", estaban de rodillas, muy recogidos, con los ojos cerrados, dando verdadero ejemplo de cómo debe ser la acción de gracias después de la Comunión... mientras todo el mundo tenía que sortear sus piernas para poder pasar y acceder al lugar de los monjes. A mí, de forma instantánea me salíó pensar que estaban... como siempre inmersos en su mundo, sin caer en la cuenta de nada, ellos dando ejemplo de piedad, devoción... ¡a lo suyo!

Tras ver a unas cuantas señoras (la media de los asistentes a la misa era de 70 años más o menos) ir a trompicones, me acerqué y le dije al señor, que por favor se levantaran y se sentaran cómodamente en su banco, porque la gente se iba a partir la crisma gracias a ellos. El me miró molesto, (es médico traumatólogo) pero siguieron su acción de gracias, sentados.

Yo pensé muchas cosas, entre ellas, que podía haber sido un despiste y yo era muy dura pensando que no ven más allá de su ombligo, que pasan de las necesidades de los demás porque los demás no existen.... Uno no tiene por qué estar siempre al tanto de todo. Pero también me acordé de otros detalles de esta supernumeraria en relación conmigo.

El primero, y no pequeño, hace referencia a lo que dice Ana Azanza varias veces en su libro, y yo no había oído comentar nunca a nadie, de que hay supernumerarias, que suelen ser además encargadas de grupo o celadoras, como es el caso, que se dedican a complicar la vida de los hijos de los demás, y a dejar tranquilos a los suyos. "Consejos vendo y para mi, no tengo" dice el refrán. Estos supernumerarios tienen 10 hijos y ninguno numerario, ni agregado, ¡y, para qué vamos a hablar de numerarias auxiliares!. Es más, creo, aunque esto no lo sé a ciencia cierta, que tampoco hay supernumerarios. Esta super, junto con otras dos (otra de ellas en la misma situación de la que cuento) organizó el primer club de bachilleres por el que yo fui. Yo, que era una ingenua y tímida no tuve las mismas posibilidades de vivir la libertad que tuvieron sus hijas. En mis primeros años, al dejar la obra, la veía por la calle y la saludaba, e incluso hablé con ella alguna vez.

El segundo detalle que voy a contar también dice de su forma de ver a los demás, de querer y ayudar. A través de una amiga mía, que entonces trabajaba con ella, se enteró de que yo estaba vendiendo productos de belleza para sobrevivir, tras dejar la obra. Mi amiga me dijo que fuera a la oficina porque estaba interesada ella y una amiga suya en lo que yo vendía. Allí me fui yo con toda mi gracia (yo no soy Satur, que es capaz de vender un calcetín sudado). Realmente para el mundo comercial no sirvo, pero pensé que tampoco me haría falta ser muy convincente con ellas. Bueno, pues después de dedicarles media mañana, me fui a casa con todo. No me compraron ni una triste y barata crema de manos. Aquello para mi fue mucho más que un tortazo, fue la muestra patente de cómo se quiere en la obra. Desde ese día ni le miro a la cara, aunque me hubiese gustado tener la oportunidad de decirle cuatro cosas el otro día en Misa. ¿Veis cómo soy mala?

La Virgen algo me quiso decir con este sucedido. Debo pensar que cada quien es capaz de lo que es capaz. Ellos salieron de la iglesia tan contentos, sin darse cuenta para nada que hay otras personas, y que esas personas tienen necesidades. Si ellos no son capaces de más, ¿quién soy yo para exigírselo ni para juzgarles por ello?

Lo que da qué pensar es cómo se puede ser tan poco delicado interiormente después de tantos años de trato con Dios y de "entrega generosa".

En el opus algo falla.
Un abrazo muy fuerte para todos.

Carmen Charo

Nota: del oreja: Carmen Charo, me dice la 'oreja' (ex numeraria) que está hoy en su primer dia de prácticas en la web, aquí a mi lado, que te diga lo siguiente: "no eres mala Carmen Charo, porque podrías haberles cortado las piernas con un serrucho para que no entorpecieran el paso y no lo hiciste, así que ya sabes lo que tienes que hacer la próxima vez". Esta amiga ha estado 24 años viendo proyectadas las tertulias con el fundador y necesita un poco de acción. Es una broma lo del serrucho (eso creo) y te envía su agradecimiento por tu testimonio

Publicado el Sunday, 18 July 2004