En las casas de retiros del Opus Dei, se suelen vivir una serie de costumbres que rozan lo ridículo.

Una de ellas es que, para entrar al comedor, los hombres, sean o no de la Obra, tienen que tener los brazos cubiertos con una camisa larga, un pullover o una chaqueta. Esto se debe hacer sea invierno o verano. Por ello, al preparar la maleta, no se ha de olvidar una prenda para cubrir los brazos cada vez que se entra al lugar de los almuerzos y las cenas. Eso no pasa cuando se utiliza una casa en la que la única que lo administra es una mujer de la Obra, sea agregada o supernumeraria. Esta medida se vive especialmente en aquellas casas oficialmente del Opus Dei, en las que la persona que sirve las comidas es numeraria auxiliar y, por lo tanto, va vestida con un traje al estilo de las casas de las familias adineradas o nobles...

Y si es fiesta interna, como pueda ser un aniversario de la fundación de la Obra o el día de San José, aún visten mejor. Esos días las mujeres seguidoras del fundador de la prelatura aún se esmeran más. Pienso que esto lo hemos vivido todos los que hemos pertenecido al Opus Dei. Escribo esto para que sepan más los que no han estado nunca dentro.

Cuando preguntas por qué hay que entrar en el comedor con los brazos tapados, el director te dice que "es un detalle con nuestras hermanas". Puede que los numerarios piensen que por ir con los brazos cubiertos, las numerarias auxiliares tendrán menos tentaciones.

Más de un numerario lo ha dado a entender. Insisto. Es un caso ridículo, como los que nos ha presentado Ana Azanza en su último escrito en Opuslibros. En ella me he inspirado para narrar lo que viví en la parte masculina del Opus Dei.

Los numerarios siempre procuran ser como los hermanos varones de las mujeres del Opus Dei. Así suelen insistir en no dejar pelos en los desagües de las duchas, una vez utilizadas éstas. Me parece bien. Eso debería ocurrir en todas las casas. Tengo noticias de que las mujeres del Opus Dei, en las casas de retiros y convivencias usan bañadores con falda cundo van a la piscina. Casi como a principios del siglo XX. ¿Alguien puede explicar esto? En los hombres de la Obra lo que suele regir es usar bañador tipo bermudas, o sea pantalón hasta la rodilla o debajo de ella. Sin embargo, en esto yo siempre he sido un poco particular. He usado bañadores de competición fuera de las casas de la Obra en sitios como la piscina de la Escuela de Deportes Santiago Apóstol, de Madrid, donde hay separación de sexos. Esto hacía que la separación fuera bien visto dentro de la prelatura.

Yo iba en compañía del director de mi centro y nunca me dijo nada por llevar un bañador así con poca ropa. Mi situación cambiaba cuando llegaba a una convivencia de verano y me ponía el bañador de competición. Una vez, al salir del agua, uno me abordó inmediatamente para hacerme una corrección fraterna. Quien me hizo la advertencia me aconsejó que me comprara un bañador menos inmoral, según él. Ha pasado el tiempo y no se me olvida. Me compré otro con un poco más de ropa, pero tampoco valía. Al final me dejaron por imposible. Cuánto prejuicio.

Cuando yo era de San Rafael, Martincho, el director del centro, me decía que el sexto mandamiento de la Ley de Dios era el sexto y había otros antes más importantes. En la práctica, el Opus Dei contradice eso. Unas veces dicen una cosa y hacen otra. Aquí en el sur de Gran Canaria, todo el año es habitual ver a los hombres con pantalón corto. Yo voy así por la calle. Esta costumbre se va extendiendo a Madrid en verano. Pues bien, una de las últimas veces que vi a alguien del Opus Dei estuve a punto de aparecer con pantalón corto. Se lo dije. Me respondió que no le gustaba verme con bermudas y por ello me agradecía haber aparecido con un pantalón vaquero. ¿Las piernas medio descubiertas también son ocasión de pecado?

ELCANARIO