Ex_apendice :
“Elcanario”, que nos cuenta su odisea personal, marcada por el ritmo tramposo que le interpretaba el “opus” –con minúscula intencionada-, canta muy bien pero que muy requetebién. Es un canario de primera, todo un Caruso, como llamaba mi abuela al suyo.
Observo, una vez más, al leer su escrito del viernes, la misma cantaleta de siempre: Muchos -demasiados- agregados, agregadas y numerarias auxiliares han experimentado en su propia carne la discriminación pura y dura que soportan cuando son “elegidos por Dios ab aeterno et usque in eternum” para ser meros adláteres o siervos de una selecta casta que curiosamente también ha sido elegida por Dios. ¡Qué contradicción!
¡Qué refinados e “imparciales”, además de sospechosos, son los criterios de selección que se gasta este Buen Dios, cuando se pone a elegir al personal de su servicio utilizando a aquel “instrumento ciego y sordo”…! Y sobre todo ¡Con que agudo sentido y discernimiento carismático actuaba “nuestro Padre”, cuando, con gran atrevimiento, establecía aquellas “certeras” distinciones entre unas y otras clases de socios: Numerarios electores, numerarios inscritos - ¿Por qué no circumscritos, jajaja?- simplemente numerarios, agregados, agregadas, numerarias, numerarias auxiliares. ¡Qué arte tan consumado como falso, al perfilar los carismas!
A veces contemplo, con pena, como asumimos esa distinción de socios tan arbitraria, incluso entre algunos de nosotros, que ya hemos escapado de esa organización tan escrivariana y tan poco divina. Digo esto porque me resulta inadmisible, tanto desde el punto de vista moral como del racional, que el Buen Dios pueda haber inspirado a nadie, semejantes y estúpidas clasificaciones para designar a “hermanos que comen de un mismo puchero”.
No es raro que el absurdo se camufle con argumentos sobrenaturales para adquirir carta de naturaleza.
Ex-apéndice
Publicado el Monday, 13 July 2015
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