El rey de España Felipe VI convocó recientemente a la nobleza española en el palacio del Pardo. Acudieron un buen número de personas que ostentan un título nobiliario (condes, duques, marqueses, vizcondes, etc.) con motivo de la celebración del bicentenario de la Diputación de la Grandeza.

El Rey pidió a la aristocracia que predique con “su ejemplo y conducta”, que de ellos esperaba “lealtad, entrega, compromiso y desprendimiento”...

Pasaron todos a saludar en fila a sus majestades y me entretuve mirando la retransmisión para ver si por ella circulaba alguien con sotana. No acerté ver a ninguno con ese uniforme ni nada parecido.

¿Qué hubiera pasado si en parecidas circunstancias y en los tiempos correspondientes nuestro marqués preferido, el último infiltrado de Peralta, hubiera vivido para verlo? En un ejercicio de imaginación creo que no hubiera podido estar a la altura. Eso de hacer cola para saludar a alguien, ni que sean Reyes, no estaría de acorde a su rango y a la posición que ocupaba. O eso es lo que él creía, claro.

O quizás sí que hubiera asistido para no ser menos, pero antes del besamanos y para evitar ese trance, se hubiera largado con alguna excusa, por ejemplo, que alguien le hubiera faltado llamándole “padre Escrivá”. ¿Qué opinarán sus aristocráticos hijos?

Manzano