Repasando la lista de suicidios documentados relacionados con el Opus Dei y aun sabiendo que son muchísimos más los ocurridos sin datos públicos, me temo que, visto lo visto y conocido, lamentablemente habrá que añadir con el tiempo a otros muchos.

A este último tratado aquí, en recuerdo y a la documentación hallada del caso del padre Danilo, todavía me impresiona la lectura de la carta de despedida de Víctor (07/09/2012).

Y uno puede acabar con su vida de manera antinatural de varias formas, incluso más allá de las traumáticas y radicales en el tiempo. Me refiero a mucha de la gente vinculada al Opus que, estando a gusto o no, se martirizan diariamente física y sobretodo psicológicamente, provocando de alguna forma una grave alteración artificial en sus vidas.

Para decirlo de otra forma, la presión que implica vivir sometido a ese normativismo, a ese espíritu contradictorio y contaminado, acabará indudablemente en una reducción de su esperanza de vida. Es un lento suicidio que encaja perfectamente con la doctrina escrivariana del “limón exprimido” y del “holocausto del yo”.

Suicidarse pues por una mera institución es más que una simple desgracia y mucho más si esa institución está aprobada por la Iglesia Católica. Algo tendrá que hacer ésta para suturar la herida que representa para la cristiandad y la credibilidad de la misma, para acabar con esa sangría, injusticia y dolor innecesario.

Me uno a la iniciativa de que Opuslibros pueda tener un lugar específico en memoria a estos hombres y mujeres, muy jóvenes algunos todavía, que decidieron acabar con su sufrimiento vital por culpa y causa de la Prelatura. Y no estaría de más incluir algunos consejos de expertos para prevenir estas situaciones. Sería de gran ayuda a quienes pudieran necesitarlo en algún momento, para ayudar a evitar esta posibilidad (recordemos que hay actualmente personas con esa idea en la cabeza) ofreciendo así algo de soporte y en la medida de lo posible ahorrarnos más tragedias.

Manzano

PD: me llega la información de que en un reciente congreso del movimiento de los Focolares (Obra de María) celebrado en Suiza, hubo el suicidio de una de sus focolarinas (miembro laica y célibe). La inmediata reacción fue enviar una carta comunicando los hechos a TODOS sus centros del mundo para ser leída a TODOS los miembros e invitarles a la reflexión y se preguntaran si quizás se hubiera podido evitar habiendo cumplido con los preceptos evangélicos de ayuda al hermano. ¡Vaya diferencia!