Parece que se convencieron de que a Francisco no lo engañaban con su disfraz de "pobres para los pobres", y ahora lo quieren seducir nombrando jefe a un argentino, que se autodeclara "amigo" de Francisco para engañar a los de fuera y a los desinformados de dentro.

Andan diciendo que la amistad se remonta a los tiempos de Aparecida, y mencionan como prueba que Fazio fue el Relator en aquella circunstancia. Pero no dicen nada de cómo Bergoglio, Victor Martínez y otros compañeros frustraron los denodados intentos de Fazio y los suyos de hacerse cargo de la redacción final del documento. La redacción la hicieron Bergoglio y Martínez, y Fazio tuvo que resignarse a leer lo que ni él ni los suyos hubieran escrito. ¡Ya lo veo a Fazio, dentro de poco, declarándose "cuervo" (es decir, hincha de San Lorenzo de Almagro), y aprendiendo a bailar tango y milonga! ¡Y todo para gloria de Dios! Es clarito el juego... Dan risa...

Pampa Salvaje

Publicado en 21RS

En Aparecida, gana Bergoglio (Jesuitas) y pierde Cipriani (Opus Dei)

La Iglesia latinoamericana gira al centro. En la V reunión del episcopado latinoamericano, celebrada recientemente en Aparecida (Brasil) se impuso el diálogo, el consenso y la comunión. De la cumbre episcopal sale reforzado el cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio, elegido para redactar el documento final, y pierden poder los sectores conservadores, capitaneados por el cardenal Cipriani, arzobispo de Lima que pertenece al Opus Dei, y los prelados del Sodalicio, una institución eclesial más a la derecha de la Obra...

El encuentro de Aparecida rompió muchos esquemas. “Algunos pensaban que sería la última Conferencia, tras la experiencia conflictiva de Santo Domingo, un fantasma que pesaba en la mayoría”, explica Pérez-Cotapos. Y sin embargo, “se respiró un clima de fe, esperanza y caridad, evangelizador más allá de las conclusiones y los documentos”.

La visita del Papa también contribuyó al éxito del V CELAM. “Por su presencia fraterna, sencilla, acogedora y discreta. Por su modo de hablar honesto, respetuoso y serio, ayudando a entender procesos y no dando órdenes”, explica el padre Eduardo. Aunque Víctor Manuel le pone el pero de que “no supo trasladar su discurso denso y sugerente a la opinión pública a través de los medios, que lo transmitieron de una forma mutilada”.

El clima fue también, según Pérez-Cotapos “fraterno, sencillo, de comunión profunda y de apertura. Con algunos momento puntuales de tensión. Especialmente, cuando los muy conservadores se sintieron atropellados por la mayoría y algunos, como el cardenal Cipriani de Lima, abandonaron la asamblea”.

Y es que, como cuenta Víctor Manuel, “en el fragor de las discusiones sobre la opción por los pobres, el cardenal Cipriani decía: ‘¡Dale con los pobres, dale con los pobres! ¿Vamos a salir de aquí para hacer comedores por todas partes?”. Pérez-Cotapos asegura que “las figuras menos favorecidas fueron aquellos poquísimos de orientación muy conservadora, que fueron a dar una guerra santa, sin percatarse del clima de comunión eclesial imperante. Ellos mismos se sintieron derrotados”.

En cualquier caso y salvadas estas excepciones, Víctor Manuel destaca “la apertura con la que se debatió y la generalización de la sensibilidad social de los obispos”. Y concluye: “El contacto con la realidad puede más que la política eclesiástica conservadora que se quiso imponer entre nosotros en la era del cardenal Sodano”.

Para el padre Eduardo, “hubo pocas figuras estelares y mucho equipo de trabajo, codo a codo, entre iguales”. Pero destaca las figura del cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. “Ejerció un rol muy apreciado y de mucha calidad en la presidencia de la Comisión de Redacción del documento final”.

Por su parte, Víctor Manuel, destaca al cardenal Re (“al que le debemos la celebración de esta Conferencia, a pesar de la oposición de buena parte de la Curia”) y, por supuesto, a Bergoglio. “Un obispo argentino me comentaba: ‘Cómo hace Bergoglio para salir siempre el primero en todas las votaciones?’ Creo que es por su estilo sereno, por su fidelidad a la iglesia sin dejar de ser creativo y por su tendencia a dar cancha a los demás”.

Ninguno de los dos teólogos le dan demasiada importancia a la “cuestión indígena” suscitada por el Papa. Para Pérez-Cotapos, el momento culminante fue aquel “en el que la Asamblea tomó conciencia de que las coincidencias eran enormes, que vitalmente estaban en un mismo caminar y con capacidad para tomar decisiones pastorales asumidas por todos”.

Par Víctor Manuel, el clímax de Aparecida fue “el momento de la votación del documento final. Quedaban 130 obispos con derecho a voto, de los cuales 127 votaron a favor, 2 en contra y 1 en blanco”.

Ambos expertos consideran que el documento final es un “documento de consenso, amplio, positivo, alentador, que incorpora temas nuevos y desarrolla con cuidado y delicadeza las cuestiones más conflictivas. La palabra que más se repite en él es vida, seguida de discípulos, misioneros y pobres”.

Para el padre Pérez-Cotapos lo que va a quedar de Aparecida es “una Iglesia más fortalecida en su comunión”, “una invitación hermosísima a centrar la mirada y el corazón en Jesús” y la necesidad indispensable de una Iglesia “más abierta a la realidad, más acogedora y misionera”.

“Siento que estos días renació la Iglesia latinoamericana y se puso nuevamente de pie. Volvió la Iglesia latinoamericana”, concluye, esperanzado, el teólogo Víctor Manuel Fernández.

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