Querido JaraySedal,

yo no he querido en mi anterior escrito rectificar nada, más bien me ratifiqué en todo lo dicho. Veremos qué conclusiones va dejándonos el paso del tiempo en este asunto. Pero dos cosas tengo más que claras, y son las que hacen que esto huela mal.

Una, que en el Opus Dei no se hace nada ni se decide nada de semejante trascendencia (y de trascendencia nula también) por iniciativa propia, de forma espontanea y libre. En el Opus Dei no existe la libertad de acción en ninguna materia y para nadie. Si en alguna ocasión te parece ver libertad de acción te engaña la vista. Más bien convendrá dejar a esa persona que haga lo que hace por algún siniestro motivo. Se controla y se teledirige todo y a todos.

Dos, el Opus Dei jamás ayuda a nadie de forma desinteresada. El Opus Dei usa a las personas para su propio beneficio, sin importarle lo más mínimo la propia persona y sus necesidades. El fin del Opus Dei es la buena fama de la propia institución, caiga quien caiga, pese a quien pese, y haga falta lo que haga falta. Y esto lo considero más probado que la fuerza de la gravedad en nuestro planeta. Por eso me ratifico en que este asunto huele raro, y el tiempo me dará o quitará la razón. Bastian expone más razones que le llevan a la misma conclusión, y Class se suma a las sospechas.

Una de las virtudes que tiene el Opus Dei es que jamás va de frente. Lo de la verdad le da pavor. Solo se manejan bien en las tinieblas, y cuanto más calladitos estamos mejor para él y sus asuntos, así que ésta que escribe no se va a callar. Me solidarizo absolutamente con esta víctima y solo le deseo bien. Ya me gustará saber cómo se va portando la prelatura con él según se vayan dando los acontecimientos. Y no dudéis de que os haré partícipes de lo que me llegue.

Carmen Charo