Me imagino a una persona que sin conocer nada del Opus Dei se adentre en la lectura de algunos comentarios vertidos en Opuslibros sobre la denuncia de abusos sexuales por un joven supernumerario del Opus Dei, particularmente la de Carmen Charo el día 21 de noviembre. La impresión que se extrae es simple, aunque luego trate de rectificarse (aunque en el fondo ratificándose el 26 de noviembre) : este asunto sale a la luz por deseo expreso del Opus, es lo que lo dimensiona y con el mismo trata de hacerse un uso espurio del tema de los abusos sexuales sufridos por este hombre...

Si a toda esa argumentación de fondo se añaden menciones sobre el equilibrio emocional y afectivo del denunciante, de los siete años que tarda en denunciar, incluso se abre una sospecha sobre la veracidad de lo sucedido. Incluso puede que el Opus tuviera conocimiento anterior de los hechos y exista una lucha clerical. De todo ello el lector ajeno al Opus sacará la inevitable conclusión de que todo es un montaje sospechoso, que existe un tufo extraño alrededor.

Es verdaderamente lamentable que en una página que si por algo se distingue es por dar una visión diferente a la oficial del Opus, pero una visión lógica, razonada, argumentada, apoyada en la experiencia vital y sin recurrir nunca a las descalificaciones personales, una visión casi aséptica, desapasionada (aunque supure dolor por las heridas inferidas), que disecciona al Opus Dei, a veces desde una altura intelectual notable, todo lo cual la prestigia, se deslicen lo que no son más que simples especulaciones sin base real, sin otro apoyo que la mera inquina personal, por muy justificada que esta esté. Cuando además no se ha avanzado ni un ápice en la investigación. No se puede incurrir en lo mismo que se critica: la maledicencia. Aquellas insinuaciones con las que se ha injuriado a tantas personas molestas por la razón que fuera en el Opus. No, el fin no justifica los medios.

Supongamos por un momento que este joven, como tantas veces ocurre con los menores abusados, haya tardado en hacer recuerdo de las experiencias traumáticas sufridas (incluso después de ingresar en el Opus), o en tomar verdaderamente conciencia de los abusos, se insiste, como es habitual en los abusos sexuales en menores. Supongamos también por un momento que haya hecho confidencia de los mismos a sus directores o en confesión y no le aconsejan denunciarlos y escribir al Papa. ¿Qué se hubiera escrito del Opus si transcurrido un tiempo se conocen (ya hay otros denunciantes)?. ¿No hubiera sido acusado también el Opus de encubridor?. ¿No es más lógico pensar, aún en la hipótesis menos generosa para el Opus, que aconsejando al chico la denuncia trata de cubrirse ante posibles acusaciones de encubrimiento?. Incluso pensando que sus motivaciones no fueran nada altruistas, el interés del Opus está en aconsejar al joven la denuncia. ¿Qué tiene que ver todo eso con los abusos (de otro tipo ) que perpetra el Opus sobre sus sufridos fieles y la falta de atención a los mismos de la Iglesia?. ¿Hay que callar unos por el silencio de los otros?.

También sobre los abusos sexuales se extendió durante decenios el silencio, el encubrimiento de la Iglesia. Primaba la imagen de la misma. Resulta que se ha hecho finalmente la luz, se han multiplicado las denuncias, las condenas judiciales y de organismos internacionales, las indemnizaciones multimillonarias, la presión mediática mundial ha sido terrible y la Iglesia Católica se ha visto forzada a asumir la realidad si quería conservar alguna credibilidad, y algún fiel. Los abusos de que venimos hablando han sido titular de portada en los periódicos del país. Son delitos gravemente penados. E incluso, si pensando bien ¿todavía persiste en algún miembro de la Prelatura algún resto de dignidad y de rectitud y ha aconsejado al supernumerario la denuncia?. ¿Es esto posible?. Yo creo que sí. No soy tan sectario. Entre otras cosas, porque conozco bastantes y la mayoría son gente digna.

JaraySedal