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 Correos: Omitir la pertenencia al Opus Dei.-Josef Knecht

100. Aspectos sociológicos
Josef Knecht :

El director de La Vanguardia de Barcelona, Màrius Carol, publicó el martes 11 de noviembre de 2014 un editorial (página 2) dedicado al político Juan Cotino, miembro agregado del Opus. El editorial se titula Un imputado de aire cardenalicio y dice así:

JUAN Cotino tiene aire de cardenal renacentista, así que puede que por ello le encargaran organizar la visita del papa Benedicto XVI a Valencia, de eso hace más de ocho años. Su participación la deduce el juez Pablo Ruz, figura emergente de la Audiencia Nacional, al que se le acumulan los casos de corrupción encima de una mesa que ocupó el juez Baltasar Garzón hasta el 2010. Cotino dimitió hace un mes de presidente de las Corts Valencianes para dedicarse -según dijo- a sus tierras de cultivo tras cuarenta años en la vida política. Sin embargo, a nadie se le escapó que quería retirarse del primer plano, después de que su nombre figurara en la pieza separada del caso Gürtel, que investiga los costes de aquel viaje. Y en particular la presunta comisión de tres millones de euros en los contratos que Canal 9 libró para la instalación de equipos de imagen y sonido a fin de retransmitir el evento. En el sumario figuran igualmente como imputados el director de Radiotelevisió Valenciana, Pedro García, pero también los inefables Francisco Correa y Álvaro Pérez, el Bigotes, entre otros...



Cotino, que fue director general de la Policía durante la época de José María Aznar, representó la ley y el orden en España durante seis años, pero no se le debió de pegar del todo el rigor por los preceptos. Ello se infiere del hecho de que uno de sus principales colaboradores le haya denunciado ante el magistrado como responsable de la operación por la que se le adjudicó la infraestructura del acto a una empresa del Bigotes, a pesar de que nada tenía que ver la visita papal con su cargo de consejero de Agricultura por aquellos días, más allá de que se le considere representante del sector cristiano del PP valenciano. Actualmente se dedica a cultivar palosantos, que es una fruta casi religiosa.

Me parece muy sensato el análisis de Màrius Càrol, aliñado con sabroso sentido del humor. Hay que advertir que de momento don Juan Cotino sólo ha sido imputado por el juez y todavía no juzgado, de modo que cuenta a su favor con la presunción de inocencia. Ahora bien, echo en falta en el editorial de La Vanguardia una mención explícita de la pertenencia de Cotino al Opus Dei como miembro agregado (es decir, célibe). Se tendría que haber dicho claramente; no basta con resaltar su condición de “representante del sector cristiano” de un partido político; se debería haber explicitado que el señor Cotino es un escrivariano, es decir, miembro de la Obra de Escrivá.

Observo que algunos periodistas españoles, como el señor Carol, se atienen a los criterios de las oficinas de prensa de la prelatura personal, según los cuales hay que omitir el nombre “Opus Dei” en noticias de contenido negativo como es esta. Reconozco, pues, que la labor de esas oficinas de prensa está dando su fruto favorable a los intereses de la prelatura personal. La Vanguardia no quiere molestar al Opus y se adapta a alguna de sus indicaciones para evitarse de antemano posibles represalias o, al menos, disgustos.

Opino, sin embargo, que Màrius Carol debería haber explicitado la pertenencia del señor Cotino a la Obra de Escrivá por dos razones: una de tipo civil y otra de tipo eclesiástico.

La razón de tipo civil es que en España vivimos en una democracia, y esta exige transparencia total, también a la hora de informar. Que un periódico como La Vanguardia ceda a los criterios o a las presiones del Opus desdice de la calidad democrática de nuestro país, en el que aún perduran en determinados sectores sociales planteamientos propios de un régimen caciquil y totalitario como fue el largo período franquista.

La razón de tipo eclesiástico es de naturaleza distinta. Según la versión oficial de la Obra de Escrivá, la espiritualidad del Opus enseña a sus miembros a santificarse en medio del mundo mediante el ejercicio de su trabajo profesional. Por ello, debería sorprender la noticia de que un miembro célibe de esta institución, en vez de haber aprendido a santificarse durante los largos años de su pertenencia al Opus, haya incurrido en unos comportamientos inmorales absolutamente contrapuestos a la santificación del trabajo. Comprendo que este aspecto de la noticia no interese a todos los lectores de un periódico, pero sí interesa a obispos y otros muchos católicos, que, a la vista de noticias como estas, se deberían preguntar asombrados: ¿enseña de verdad el Opus a sus miembros a santificarse en el ejercicio de la profesión?, ¿fomenta esa espiritualidad el cultivo de palosantos?

Una de las mejores aportaciones de la monografía de E.B.E., El Opus Dei como revelación divina, incide en esta cuestión, como ya apunté en mi nota del 22.09.2014. La espiritualidad de la santificación del trabajo profesional no es más que un bello “discurso pantalla” que oculta la verdadera espiritualidad de la Obra de Escrivá, a la que, en realidad, no le interesa la santificación del trabajo. Se sirve de esta idea para dar la apariencia de que su espiritualidad está en la línea de la “teología del laicado” enseñada por el concilio Vaticano II, del que Sanjosemaría fue, siempre según la versión oficial escrivariana, uno de sus precursores. Pero repito: no se trata más que de un “discurso pantalla” que oculta la auténtica espiritualidad escrivariana. Esta consiste, en cambio, como bien a fondo analiza E.B.E., en que los miembros del Opus se identifiquen del todo con la mente del Padre (ver Ad mentem Patris de Heraldo), esto es, piensen, sientan y obren en sus vidas como lo haría Escrivá.

Si se me permite un modesto testimonio personal, cuando milité como miembro numerario del Opus, jamás me enseñaron, a excepción de alguna que otra charla o meditación sobre este tema, a santificarme en mis estudios universitarios ni en mi trabajo. Los excesivos encargos internos y la dedicación a las labores apostólicas me impedían la debida concentración tanto para estudiar debidamente como para trabajar. Cursé la carrera universitaria a trancas y barrancas inmerso en un sinfín de actividades piadosas y apostólicas y, sobre todo, abrumado por un ambiente psicológicamente agobiante que entorpecía la seriedad requerida para el trabajo bien hecho. Y es que, en realidad, a los directores del Opus no les interesaba mi nivel profesional, sino más bien mi dócil identificación con “la mente del Padre” y mi plena integración en los intereses proselitistas e institucionales de la Obra de Escrivá. La santificación del trabajo, de la que se hablaba de vez en cuando en los medios de formación, cumplía la función de discurso pantalla y, a la vez, de pretexto pedagógico para inocular en el ánimo, sin que uno fuera entonces consciente de esa inoculación, la pseudo-espiritualidad del ad mentem Patris.

Por eso, comprendo muy bien al señor Cotino. Tampoco a él la Obra de Escrivá le ha enseñado a santificarse en el ejercicio de su profesión, que en su caso ha sido sobre todo la política. Y comprendo que el cacao mental del ad mentem Patris, que no pocas veces ofusca y fanatiza la propia mente, lo haya conducido a sentirse cómodo, como pez en el agua, en los mares turbulentos de la corrupción política de la extrema derecha española, que aún hoy día guarda continuidad con aquel franquismo, tan nacional-católico, en el que los miembros del Opus también nadaban como peces en el agua. El viaje del Papa Benedicto XVI a Valencia los días 8 y 9 de julio de 2006 con motivo del “V Encuentro Mundial de las Familias” actuó de aliciente para enfervorizar la concupiscencia de un católico escrivariano, imbuido de la pseudo-espiritualidad exitosa y triunfalista del ad mentem Patris. Cotino no desaprovechó aquella magnífica oportunidad que el flamante viaje papal le brindaba y que se convirtió para él –nunca mejor dicho– en una oportunidad de oro.

Por todo lo anteriormente expuesto queda claro que mencionar la pertenencia de don Juan Cotino al Opus Dei o, mejor dicho, a la Obra de Escrivá, que dice enseñar la santificación del trabajo profesional, es más que obligatorio para un buen periodista que informe o glose esta noticia de actualidad. Por lo demás, el editorial de Màrius Carol me parece excelente.

Josef Knecht

P.S.: Acerca del “Canal 9” de la Comunidad Valenciana y de la corrupción política en esta Comunidad hablé en un artículo del 31.08.2012.




Publicado el Friday, 14 November 2014



 
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