En la entrevista a Boris Cyrulnik que les puse en mi envío del pasado miércoles, la idea era que cada uno comparara la experiencia de daño referidas -por abandono en la infancia o por violencia política- con la experiencia opus. ¿Cierto que hay semejanzas? En mayor o menor grado uno es “normopata”, es decir, una persona anormalmente normal, por más que se quiera lo contrario. Algo de eso explica Australopitecus en la última actualización.

Pero a nadie le gusta ser “normopata”. Como que nada que ver andar con algún nivel de daño por la vida. Nada que ver tener que reconocer que se tiene algún dolorcito, poco, no trabajado, durmiendo en los pliegues adiposos de nuestro ser. No, señora, usted esta completamente equivocada. Me da risa –que mala soy- lo de las pesadillas de Australopitecus. Y es que debe ser un gran alivio despertar y darse cuenta de que uno es libreeeeeee!!! Pero lo de las pesadillas es un indicio. Las preguntas sin respuesta en nuestras cabezas sobre la realidad opus y qué pintábamos nosotros ahí, también. ¿A usted le pasa todo eso? ¿No? ¿Y por qué anda por aquí entonces? “No, si no ando, que paso por la página leyendo, pero con los ojos cerrados…” Bueno, así pos si.

¡Nos cuesta reconocer kilos estos para terceros! Ante nosotros, lo sabemos, sabemos que somos normopatas. Pero como los judíos que tenían pacto de silencio entre ellos, para no revivir las miserias y traspasarles el dolor a los hijos, muchos EX e IN, también niegan y se niegan. Y está bien la negación, que es útil para seguir adelante pese a la rotura interior. Pero en algún momento, debe uno detenerse y mirarse, a ver como estamos con este tema del opus, de ser ex opus, de cómo me siento, qué me duele, qué tarea tengo. ¿Hago carrera de víctima o hago del dolor, oro?

Por último, vale acordarse de que ser normal no es la gran cosa, tampoco. Que viene de “norma”, de ajustarse a lo socialmente aceptable. Y la idea es ser uno mismo, libre y feliz.

Lizzy Babieca