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 Tus escritos: Muchas gracias por vuestra cercanía.- Satur

130. Agradecimientos, felicitaciones
Satur :

Queridos amigos:

Muchas gracias por vuestra cercanía, la enviada por escrito a través de mensajes, y la cordial, que la siento muy dentro.

Antes de su entierro, madrugué, y fui a confesarme.

Necesitaba estar en sintonía con La Piedra. Después de estos años de tantísimo amor que ella me ha demostrado, y este último año compartida con una ELA que no llegó a mostrar como era su crudeza... ¡me veía tan pequeño!

Topé con un sacerdote agustino. Le dije: “quisiera confesarme, pero es posible que rompa a llorar, hoy entierro a mi mujer”.

Fue una confesión confesión: pocas veces he salido de una iglesia tan contento. Y el sacerdote, de una delicadeza poco común.

Al entrar en la iglesia se celebraba una Misa. Estaba petada de numerarios de un centro, Pensé: ¡joder, volvemos al principio!

Uno de ellos se acercó a mí y me dio el pésame. Se sentó a mi lado y me dijo que cómo estaba. Le hablé de los últimos días de La Piedra, me dio unos golpecitos en la rodilla, y se marchó. Lo agradecí.

El año de la ELA compartida ha sido fantástico. Cuando se la diagnosticaron, nos abrazamos llorando en la entrada del hospital, y pactamos que nos íbamos a querer mucho más. Pero mucho. Y así fue.

Nos volvimos a casar - ¡aquello fue la leche!: una sorpresa de esas que le gustaba dar a ella... pero esa es otra historia.

Fuimos de viaje a Roma,

 

visitamos todos los niños recién nacidos de sus amigas enfermeras, fue madrina de bautismo de Carla... y la ELA, localizada en la garganta, venía con nosotros, pero no de un modo agresivo.

Todo se aceleró estos dos últimos meses. Se fatigaba mucho, y la capacidad pulmonar iba disminuyendo. Lo demás ya lo conocéis.

Para La Piedra Opuslibros no significaba nada. Ni fu ni fa. Pero le encantaba que escribiera, que contara cosas. Yo creo que jamás entró aquí, que yo sepa.

La Piedra tenía, sobre todo, dos grandes dones. Algo excepcional: la gente que quería era la más, la más lista, la más guapa, la más trabajadora, la más de todo. Podéis imaginar quién era yo: la Puta Maravilla Hindú. Estos días me han contado qué cosas decía de mi y, ¡coño!, se pasaba mil pueblos.

Te daba brillo. Se me ha ido mi mejor embajadora.

Con las cosas era igual: su pueblo el mejor, sus habitantes, todos, los únicos, nuestra urbanización, la leche.

Se estaba muy bien con La Piedra.

Su otra virtud era la generosidad. Se quitaba el pan de la boca, Lo daba todo a cambio de nada... por eso falleció así: no quiso que le hiciesen la traqueotomía que le permitiría vivir, por no hipotecarnos la vida a su hermana y a mí, que éramos los que estábamos más cerca. Debió pensar: “hala, toma, te regalo dos años, o uno, de vida, porque soy así de chula”.

Al llegar a casa- se me caía encima el peso de su ausencia- le escribí un wasap: “Manuela, no creo que me contestes, pero quiero que sepas que te quiero mucho, no me dejes”.

No contestó.

Muchas gracias a todos, y rezad por mí: el estado de viudez no sé cómo me va a sentar.

Satur




Publicado el Monday, 22 September 2014



 
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