El fundador del Opus Dei, Escriva, fue un hombre de virtudes y defectos que se han analizado extensamente en esta pagina. Pero no cabe duda de que fue un hombre que, aunque criticable, tuvo personalidad, ingenio, talento y liderazgo.

Últimamente hay envíos sobre la aportación de Portillo como sucesor de Escriva (Laotraorilla 26-2-2014, Veritas 17-3-2014). Ambos coinciden en el aspecto continuista e inmovilista de su gestión. Esto es asi porque Portillo solo fue un segundón sin personalidad propia. Su liderazgo se asentaba en el voluntarismo y en la constancia. No es de extrañar que, con una mente aterrorizada ante la idea de introducir una sola iniciativa original, solo pudiera realizar un gobierno continuista y reglamentista que nuestros colegas tan acertadamente han descrito, y a maldecir cualquier atisbo de innovación. No es de extrañar que su personalidad, al estar aplastada por la de Escriva, desarrollara un culto semidivino por la del fundador. Pero, al mismo tiempo, hay que admitir que llegó a tener una formacion canónica respetable, que sin llegar a ser una lumbrera, usó para obtener beneficios practicos: se movio bien y con paciencia dentro de las intrigas vaticanas y consiguio de Juan Pablo ll el status jurídico que quería y la canonización del fundador.

El caso de Echevarría es peor. Es el acolito del segundón. La raza va degenerando. Es una vida laminada por dos caracteres más fuertes que el suyo. Su formación intelectual y su personalidad son de perfil bajo. Su talento y liderazgo son manifiestamente mejorables. Sus escritos son grises y en ellos se aferra a lo establecido por sus antecesores de forma cuasi enfermiza. Glorifica constantemente la personalidad del fundador y a la de Portillo, a quienes tiene por semidioses. Yo creo que piensa que si se desviara lo mas minimo de lo establecido por los otros dos, iria de cabeza al infierno. Su actuación en el vaticano, ahora convertido en medio hostil, es la de camuflaje, tratar de pasar desapercibido y no llamar la atención. Comparado con la brillantez de Escrivá y el tesón de Portillo, ofrece una imagen muy penosa.

¿Quien sera el próximo? ¿Será del mismo estilo? ¿Quizás peor?

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