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 Tus escritos: Muerte en el alma.- Ubivult

125. Iglesia y Opus Dei
Ubibult :

Texto original en francés

Muerte en el alma
Autor: Ubivult
Lunes, 10 marzo 2014

Traducción: Ana Azanza

La próxima beatificación de Alvaro del Portillo, primer sucesor de Escriva de Balaguer al frente del Opus Dei, pone de actualidad esta institución cuando menos controvertida.

Es sabido que Juan-Pablo II se apoyó en la Obra para su proyecto de «nueva evangelización». Hizo de ello un ariete particularmente potente, dándole legitimidad con la erección del Opus Dei en Prelatura personal y con la canonización acelerada de su fundador…



No hay por qué extrañarse del favoritismo por el Opus Dei: existía un parentesco cercano entre el papa polaco y la Obra de Dios en su voluntad común de recordar a los cristianos que la santidad no es privilegio de curas y religiosos sino que concierne a los bautizados. Escrivá se vanagloriaba de no haber esperado al Concilio Vaticano II para predicar esta verdad a los cuatro vientos; en cuanto a Juan Pablo II no sólo simplificó el procedimiento para la canonización sino que en su pontificado llevó a los altares más personas -de los cuales muchos laicos- que las que habían llevado sus predecesores durante siglos. 

La intención parece buena, invitar a todos los cristianos que viven en medio del mundo a santificarse dentro de sus actividades cotidianas, familiares, profesionales o sociales. Pero es forzoso reconocer leyendo los testimonios de ex miembros del Opus Dei en páginas web o en blogs especializados en el tema, que hay una distancia entre las declaraciones de intenciones y la praxis real deletérea en muchos aspectos.

Salvo excepción no se trata de escándalos de carácter sexual como se han visto en el caso de los Legionarios de Cristo y su tristemente célebre fundador, el Padre Maciel, cuyas acciones, dicho de pasada, fueron encubiertas por Juan Pablo II bien informado de la situación pero que no tomó ninguna medida para remediarla, puesto que prefirió salvaguardar el aura de un movimiento que ofrecía numerosas vocaciones sacerdotales a la Iglesia antes que atender a las víctimas.

Podría tratarse de escándalos financieros, desvío de fondos o fraude fiscal, prácticas corrientes en el Opus Dei que más de una vez han sido noticia. Pero también en esos casos la Obra se ha beneficiado del mismo silencio que el que protegió a Msr Marcinkus, notorio mafioso y presidente del banco del Vaticano (IOR) antes de su hundimiento; gracias a los acuerdos entre el estado italiano y la santa Sede, Marcinkus pudo escapar a la justicia (la justicia italiana lo buscaba para condenarlo) y pudo retirarse tranquilamente a California. Los supuestos detractores del Opus Dei denuncian hoy con fuerza la violación insidiosa de las conciencias, la captación de menores a través del proselitismo agresivo –¡a espaldas de sus padres!– el recurso generalizado e impuesto a la medicación no querida para los que querrían abandonar las filas de la Obra, la instrumentalización de las personas para el servicio exclusivo de una institución convencida de representar la salvación de la iglesia, encerrada a cal y canto en sus certezas de otro tiempo, en la que toda forma de queja lleva a la exclusión y difamación, como es normal en los sistemas dictatoriales y sectarios: “obedecer o marcharse” es el leiv motiv aplicado de forma drástica.

Se comprende que la elección de Francisco a la cátedra de Pedro ha sido una mala noticia para el Opus Dei: primero porque los jesuitas son su enemigo histórico, acusados de haber pretendido hundir la Obra desde su origen y de haberle hecho la vida imposible durante décadas. En lenguaje interno “los de siempre” designa a los jesuitas desde que fueron los primeros en inventar calumnias contra ellos. Por su parte Escrivá aseguraba que nunca un jesuita traspasaría el umbral de un centro de la Obra, incluso decía: «Prefiero que una de mis hijas muera sin sacramentos antes de que se los administre un Jesuita».

Todavía más, el estilo y las orientaciones del papa actual dan motivos para inquietar seriamente al Opus Dei pues ni la opción preferencial por los pobres ni el diálogo y la apertura, ni la misericordia en lugar del juicio condenatorio, ni los procesos largos más que la catequesis estrecha, ni el soplo del Espíritu en lugar de la moral del comportamiento, ni la alegría del Evangelio en detrimento de una teología tridentina forman parte del credo de la obra.

Una palabra clave en la catequesis de Francisco es “discernimiento” que significa una conciencia abierta, receptiva a las mociones del Espíritu por las que se hace camino al andar. Así se construye la persona, en una autonomía responsable de sus decisiones. Todo lo contrario de la obediencia a las normas y criterios impuestos desde arriba por los Directores, supuestos representantes de la voluntad divina para cada uno. En la praxis opusiana se dice: “Puede que tu Director se equivoque al indicarte al hacer tal o cual cosa, pero convéncete de que obedeciendo no te equivocas nunca». Por ello toda forma de espíritu crítico, toda contestación y hasta la expresión de una opinión contraria a la oficial interna de la Obra provocan todo tipo de prevención esos propósitos no pueden significar más que la manifestación de un espíritu rebelde, del amor propio, de una falta de visión sobrenatural cuando no una inspiración del demonio.

Impedir que actúe el santuario de la conciencia individual, donde está la más alta dignidad de la persona, constituye sin duda un aspecto mayor de lo que se ha llamado el pecado contra el Espíritu Santo. Se trata de una violación, destructora y mortífera, puesto que bloquea el procedimiento de crecimiento por el que cada cual está llamado a un segundo nacimiento, el del espíritu, que conduce al reino interior.

Pero no importa, el Opus Dei hará como acostumbra, lo que mejor le sale, el marketing de lo que no es. Pues en lo que la Obra muestra un gran talento es en rodearse de un aura de respetabilidad, buscando proyectar una imagen perfecta de sí, en contradicción con sus prácticas internas.

Por ejemplo, tras algunas denuncias ante la Santa Sede relativas al no respeto del fuero interno por los Directores de la Obra (que llegan a la redacción de informes escritos sobre los miembros a los que dirigen espiritualmente), el Prelado actual monseñor Echevarría, escribió una carta asegurando que los Directores no ejercen dicha dirección. Siguió un gran escándalo incluso en las filas de la Prelatura, dada la enorme mentira que supone esa afirmación, de ello dan testimonio todos los que una vez formaron parte del Opus Dei.

Otra estrategia de la Obra frente a los que se permiten cuestionar sus prácticas: el ataque y la denigración sistemática. En la web Opuslibros se juntan cientos de testimonios de antiguos miembros, esa web que es presentada por el Opus Dei como un puñado de amargados y resentidos frente al fracaso de su vida por no ser fieles a su vocación. El Opus Dei dice que deberían callar para no faltar a la caridad.

Del mismo modo se acusó a ciertas personas que querían testimoniar en el proceso de beatificación de Msr Escrivá: Miguel Fisac, arquitecto famoso y miembro de la Obra de la primera hora, fue apartado del tribunal en razón de su «desequilibrio mental», María del Carmen Tapia, que fue secretaria de Escrivá también fue apartada como una mujer de mala vida (fue secuestrada en la sede central de la Obra durante meses antes de ser echada del Opus Dei, no sin antes haberla tratado de “puta” (sic); y muchos otros también apartados, porque se rebelaban contra la imagen rosa de Escrivá dada por sus sucesores (del Portillo y Echevarría), que de ningún modo se corresponde con la experiencia que tuvieron de él.

La actitud de víctima es sin duda una de las más habituales del Opus Dei: tras leer un artículo como éste su posición oficial consistirá en decretar que los que son fieles a la Iglesia y a Cristo tiene que prepararse para sufrir la contradicción, al igual que el Maestro. Y que ellos sacarán honor de las calumnias, y se ven asociados al papa Juan Pablo II en ser objeto de críticas. Hay que rezar, callar y perdonar a los que hacen el mal.

Pues está claro que el mal está por todas partes salvo con ellos, y no necesitan cuestionarse a sí mismos, ni siquiera, como ya decía Escrivá, necesitan el mínimo  aggiornamento por la razón pura y simple de que la Obra es de Dios. ¿De verdad?

Hace poco, Victor,  numerarioe del Opus Dei de 32 años se suicidó.

Después de unos años en la Obra, no tenía alegría ninguna de vivir, presionado continuamente, viendo las contradicciones flagrantes de la Institución a la que se había entregado en cuerpo y alma, animado por el deseo de servir a Cristo. Dejó una carta emocionante en el que revela su calvario en el seño del Opus Dei «Que al menos dice en su escrito,  mi muerte sirva para que no sea amputada la vida de otros adolescentes». El Opus Dei no dejará de barrer este incidente con algunas palabras de conmiseración por un joven  desequilibrado.

Podemos esperar quizá que la Santa Sede ponga el mismo interés por denunciar, estigmatizar y reformar el Opus Dei que puso con la reforma de los Legionarios de Cristo. Al menos que la violación de las conciencias importe menos que los delitos de pedofilia, lo que sería bastante paradójico viniendo de una autoridad espiritual como entendemos que lo es la iglesia católica.

UBIVULT

Texto original en francés




Publicado el Wednesday, 12 March 2014



 
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